miércoles, 30 de marzo de 2011

El hombre perfecto

¿Qué haces si el hombre del anuncio de colonia, el que sale con el torso desnudo en la foto de la revista y en la tele, el hombre de la frente despejada, el hombre de la nariz perfecta, de la mandíbula perfecta, de la boca perfecta, de los ojos claros, se sienta en la mesa de enfrente de tu cafetería cotidiana mientras te estás llevando un croisant a la boca? Pues te atragantas, claro, y te pones a toser como una loca y no puedes parar, y entonces él se levanta, se acerca y te da unas palmaditas en la espalda y eso te corta la respiración, por la proximidad del hombre perfecto y... Vuelves a toser otra vez.


¡Qué escena más lamentable, cómo arreglarlo! Tú que querías pasar desapercibida y lo tienes ahí a tu lado preguntándote si ya estás mejor, si quieres un vaso de agua y no eres capaz de decir ni sí ni no, y tampoco vas a arruinar el asunto preguntando eso de ¿tú eres el hombre del anuncio de colonia, ¿verdad?, ni tampoco es cuestión de pedirle un autógrafo, qué vergüenza, lo que realmente desearías pedirle es un beso, un beso en la boca largo y delicado y una cita para cenar...

Balbuceas: Gra- gracias. No es nada…

Eso de que no es nada, es mentira, es el hombre perfecto que además huele a limpio, a colonia perfecta, ¿será la del anuncio? Y estás a punto de desmayarte, para que él te acompañe en la ambulancia hasta el hospital.

Pero no te desmayas. Así que el hombre perfecto, como ya no toses, y no te pasa nada, ni te desmayas, vuelve a la barra, paga su consumición y sale del bar. Y entonces te vienen a la cabeza todas las oportunidades de tu vida que has dejado escapar, como ésta, y entonces reaccionas, sales a la calle detrás del hombre perfecto, y le dices:

- Oye, tú eres el hombre perfecto, el hombre del anuncio, ¿verdad?

El asiente, divertido, seguro que le ha pasado esto cientos de veces.

Entonces le dices:

- Pues mira yo no soy la mujer perfecta, así que soy tu complemento ideal. ¿Quieres cenar conmigo esta noche?

Entonces el hombre se ríe de nuevo con su sonrisa perfecta y dice:

- Vale, pero ten en cuenta que los hombres perfectos se disuelven al contacto de mujeres auténticas como tú.

martes, 29 de marzo de 2011

Azul

Siento un azul degradado, tu mirada seductora.
Y tú sigues bebiendo esa cerveza; yo te observo.


Cosquillean mis oídos cientos de susurros,
tus defectos que tanto admiro.
Pero nadie sabe decirme quién eres.

Escucho la noche que me habla de ti.
Entonces me pregunto: ¿..........?

Siento que te alejas sin recordar siquiera mi nombre.
Y tú no sientes nada.

lunes, 28 de marzo de 2011

La farmacia de mi abuelo




Como me duele la cabeza, voy a casa de mi abuelo. Le pido una aspirirna. Aquí sólo tengo pastillas para la tos, dice rebuscando en un cajón del cuarto de estar, lleno de medicamentos. Mira en el mueble del recibidor. Abro el primer cajón y encuentro los antinflamatorios y las pastillas del reúma. En el segundo, un montón de cajas de vitaminas, jalea real y ginseng. Pues en la mesilla del dormiorio, me grita. Allí están sus píldoras para dormir y también, la pastillita para ponerse debajo de la lengua por si el corazón... En el cajón de la mesilla, el sintrón, la crema para los dolores de las articulaciones y más pastillas para la tos. ¿Y en el botiquín del baño? Sí, aquí están, le contesto. Y también el linimento Sloan, la mercromina y el algodón. Y el termómetro de mercurio.

Me preparo un café. Para sacar el azúcar del armario de la cocina, tengo que apartar sus pastillas de la tensión y las del ácido úrico. Así no se me olvidan con el desayuno, me dice. Mi abuelo de joven quería ser boticario. Con tanto achaque, por fin lo ha conseguido.

domingo, 27 de marzo de 2011

Ya es primavera


Debajo de mi casa hay un pequeño jardín abandonado que pertenece a la comunidad. Durante todo el invierno dormita tristemente, es un nido de basura donde los papeles arrastrados por el viento quedan atrapados contra la valla y en el que los guarros, que tanto abundan, depositan sus basuras… Pero en primavera se llena de flores, es una explosión de vida salvaje, de colores, de olores. Mientras hago algunas fotos, aspiro el aroma a miel de las flores, observo a los abejorros zumbando, oigo el canto de los pájaros. Este es un jardín que nadie cuida; luego, cuando llega el calor, deciden pasar la segadora y echar herbicida y lo dejan totalmente pelado, ante mis ojos horrorizados. La naturaleza, a pesar de todo, es perseverante, la primavera siempre vence y conquista todos los años este pedazo de tierra, convirtiéndolo en un caos alegre de hierbas altas y revueltas. En el parque de al lado tenemos un césped bien cortado, ordenado y perfecto, pero hay pocas flores, sólo los dientes de león y algunas tímidas margaritas salen allí. Las malvas, las crucíferas blancas de este jardín abandonado, las espigas verdes, las malas hierbas, todas crecen como locas aquí. Eligen la libertad, allí donde el tirano de hormigón se despista un poco. Aunque sea efímera. Aunque les cueste la vida, pues pronto un desalmado con su segadora pasará por aquí y arrancará hasta el último esqueje. Mientras tanto disfrutemos de ellas, de su alegría, de su revolución, de su grito de rebeldía.


 

jueves, 24 de marzo de 2011

Playa con leones



Foto de Pedro Rovira Tolosana


Estoy en una playa con una fuente en la orilla. Sé que algunas veces a esta playa se acercan leones, ya nos ha pasado en una ocasión. Me encuentro en la fuente bebiendo agua, cuando aparece el león. Ruge. Me quedo paralizada. Siempre aconsejan que ante un animal salvaje uno no debe moverse. Su rugido es lo único que se oye en el silencio. No es un rugido fuerte ni amenazador, pero se acerca como avisando: "estoy aquí". Viene hacia mí, hacia la fuente. Sin duda estoy en su territorio. Pienso que lo mejor será apartarme de allí, para no molestarle, no puedo quedarme esperando a quedarme frente a frente. Así que, sin levantarme, a gatas, y muy lentamente, me voy alejando de la fuente hacia el borde de la playa, con la cabeza gacha, sin mirarlo, para que vea que no hay enfrentamiento. Consigo llegar hasta el final de la playa y permanezco allí sin moverme, de bruces en la arena, la melena cubriéndome el rostro, temiendo que salte sobre mí. Por mi cabeza pasan imágenes de cómo será morir sufriendo los zarpazos del león, el mordisco de sus afilados caninos. No me atrevo a mirar dónde se encuentra. Entretanto, el león llega a la fuente y bebe. De reojo, lo veo, sin apenas levantar la cabeza de la arena.

Después me meto en la espesura, avanzo entre los árboles y la alta vegetación. Llego a las casas de madera de la orilla de la playa y me introduzco en una de ellas. Por la ventana, veo la cabeza de un caballo. Se oye el sonido de los cascos de los caballos en las tablas de madera del porche. No me atrevo a salir. Son caballos salvajes. Acabo de escapar de un león y me asustan unos simples caballos.

Me pregunto si el león ha podido seguirme y puede entrar aquí. Miro a mi alrededor buscando dónde esconderme en esta casa si viene tras de mí. En estas habitaciones en penumbra puedo ir jugando al escondite con él, cuando el león entre en una habitación yo puedo cambiarme a otra.

Pero el león afortunadamente no viene. Fuera de la casa sólo hay caballos. Me gustan los caballos. Recorro la casa. Está en penumbra. En una penumbra cortada solo por los rayos de sol que atraviesan los agujeros de las persianas.

En el salón encuentro al dueño de la casa. Está en el sofá y tiene aspecto de acabar de despertar. Me disculpo diciéndole que he entrado en su casa debido a que huía de un león.

- Sí – me contesta con tranquilidad -, en esta playa son habituales los leones, suelen acercarse a beber a la fuente. Me gusta contemplarlos desde el porche, a veces se bañan en el mar y parecen jugar con las olas.

La estampa de unos leones jugando con las olas me parece muy idílica, pero después de huír con éxito de uno de ellos, no me siento tan valiente como para exponerme de nuevo en el porche ante ellos.

- ¿Quiere tomar un té? – me ofrece el dueño de la casa –. Agradeceré su compañía, el día se hace muy largo cuando uno está solo, en esta casa siempre está oscuro por eso me quedo siempre dormido...

Acepto su invitación, me siento en un sofá rodeada de cojines estampados con flores, mientras él pone a hervir el agua para el té. Miro hacia el gran ventanal, es por la tarde, faltan varias horas para el atardecer y sin embargo es cierto, en esta casa apenas entra luz, está todo en una penumbra marrón, llena de tristeza y eso me extraña, ¿cómo es posible que con esos ventanales, al lado de la playa, no haya luz en esta casa? Es una casa fantasma, de oscuridad y tinieblas. Una casa que se traga la luz, por los ojos y por la boca, pero sin dejar que entre dentro de sí. No me extraña que su dueño se pase el día durmiendo, en un duermevela soñador en el que los leones bailan en el mar.

Charlamos apaciblemente mientras saboreamos ese delicioso té oscuro y aromático. El tiempo pasa sin darnos cuenta. Al atardecer, oímos un gran bullicio afuera. Salimos al porche, contemplamos la playa. Ahora hay mucha gente, parece que hay una fiesta, la gente baila, hay luces de colores, los leones ya no se atreven a acercarse.

- No volveré nunca a esta playa de los leones – le digo -. Cuando hay leones es peligrosa, pero cuando hay gente es insoportable.

El hombre está completamente de acuerdo conmigo.

lunes, 21 de marzo de 2011

Respirar


Respirar bien, sentirse mejor. Ilustraciones de Blanca Bk



Mi amiga Blanca Bk ha ilustrado un libro guía para aprender a respirar mejor. Pinchando en la foto de su libro puedes ver la entrada en su blog. Al leer su entrada, me acordé de que no hace mucho yo había escrito también algo sobre la respiración. Os lo dejo a continuación, acompañando la ilustración de Blanca. Y no os olvidéis: respirad. Pero respirad bien...


*    *   *   *   *

Respirar

Respiramos automáticamente. Nadie está constantemente dirigiendo con su pensamiento el aire que entra y sale de sus pulmones.
Y es una lástima, porque nuestra vida depende de eso, de respirar. Si no respiras, te mueres. Tu cuerpo lo sabe, por eso sigue respirando aunque tú no te des cuenta. Esta es la diferencia: si respiras mecánicamente, simplemente sobrevives; si respiras profundamente, vives de verdad, sientes la vida.

En las clases de yoga, podemos ser conscientes, durante diez o quince minutos, de nuestra respiración. Detenemos el automatismo y sentimos. Sentir el aire que entra por la nariz, suavemente. Sentir cómo hincha los pulmones, cómo se vuelven una esponja que absorbe el oxígeno. Cómo ese oxígeno se reparte por todo el cuerpo, inflándolo igual que un globo. Cómo la esponja se estruja, para expirar el aire. Y todo el cuerpo también se encoge, eliminando su aire de desecho. Cómo cada inspiración nos relaja un poco más, y cada expiración libera nuestras tensiones. Los pies..., las piernas..., la cadera... Todos se aflojan. Cada una de las vértebras..., las manos..., los brazos..., los hombros..., la cabeza..., los párpados..., los ojos... Todo pierde peso. El cuerpo flota. Desaparece. Cada inspiración nos acerca a nosotros mismos. Vivimos escapando de nosotros, es una delicia reencontrarnos en ese fluir del aire, suelto y sereno. Sentir el aire que nos da vida. Vivir el aire que sentimos. Dejen de leer y practiquen yoga.

jueves, 17 de marzo de 2011

Sol de verano

Tomar el sol. Sentir su calor. Depués de un baño en el mar.
Tumbarse sobre la toalla.
Con la respiración levemente agitada por el esfuerzo de nadar.
Escuchando las olas que rompen en la orilla.
La arena que se pega a tus pies mojados, a tus piernas, a los dedos de tus manos.
El sol en tus ojos, en tu cuerpo, el sol lamiendo las gotas, sediento de agua de mar…
El sol que calienta tu cuerpo mojado como una caricia.
El frescor y el calor. Simultáneos. Para luego desaparecer el frescor y quedar solo el calor.
El sol que te muerde con su calor.
Y volverse a bañar entre las olas jugando con las olas.
El sol, amante de verano. Y el mar, su refresco apasionado.

domingo, 13 de marzo de 2011

Píldoras



- ¿Te gusta leer?

- Sí, pero no tengo tiempo.

- ¿Has probado las píldoras-libro? Son el último invento de nuestro laboratorio. Te tomas una con un vaso de agua y es como leer un libro. Sin tener que leer palabra tras palabra, ni pasar páginas, ni sostener libros pesados en la cama, ni hacer el esfuerzo intelectual de concentrarte y seguir la lectura; tan fácil como tragar una píldora, con un vaso de agua y todo el contenido de un libro pasa a tu cabeza. Mira, aquí tengo Ana Karenina.

Su amigo le mostraba una píldora roja y azul, como cualquier píldora para el dolor de cabeza.

- Solo te costará seis euros – añadió –, bastante menos de lo que cuesta un libro.

- Vale, déjame probarla.

Aquella noche se sentó en su sillón, se había preparado un vaso de zumo de naranja de polvos, con todas las vitaminas de la fruta y después de mascar una chocolatina hiper-calórica-proteínica con fibra añadida, decidió relajarse con la lectura de Ana Karenina. Contempló con cierta incredulidad la píldora, tenía una A grabada en la mitad roja y una K en la mitad azul; estaba acostumbrado a las píldoras alimenticias (aunque prefería las chocolatinas para no perder el placer del sabor), pero se sentía un tanto escéptico en cuanto a que una pildorita pudiera contener un Ana Karenina entero…

Con el último sorbo de zumo se tragó la píldora, y se repantingó en el sillón.



*  *  *

- ¿Qué te pareció Ana Karenina? – le dijo su amigo cuando se lo encontró días más tarde.

- ¡Jamás volveré a tomar una píldora de esas! Con ellas no se puede hacer nada más, te sorbe el seso por completo. Ha sido como una enfermedad, tres días con sus interminables noches en la cama, sufriendo las angustias de Ana Karenina. Porque te la tomas y es como si abrieras el libro pero sin poder cerrarlo en ningún momento. Y ese es el error: ¿a quién se le ocurre poner Ana Karenina en una sola píldora? ¡Deberían preparar una caja con tantas píldoras como capítulos!

En revista miNatura


He publicado un relato en la revista digital miNatura, Revista de lo breve y lo fantástico, que dedica su nº 109 a los superhéroes. El relato es el nº 22, Calzoncillos en la lavadora, que publiqué en este blog el año pasado. Podéis leerlo aquí. Gracias a Ricardo Acevedo por incluir este relato en la revista.

El enlace de la revista, aquí

Para descargar el nº 109 de miNatura, aquí

jueves, 10 de marzo de 2011

Circo Raluy

(Pincha en las fotos para ampliar)

 

Lo que el tiempo se llevó


A finales de enero montaron un circo cerca de casa. Un circo con carromatos antiguos, pintados con escenas circenses, con todo el colorido de los circos de antes. Hice fotos y más fotos de aquel circo maravilloso que encerraba la esencia y el corazón de los circos antiguos. Me dije que escribiría un cuento sobre un circo, para poner en este blog con alguna de esas fotos. Función tras función, fueron pasando los días. Los payasos con sus chistes, los trapecistas volando, los caballos dando vueltas en la pista redonda. Las ropas tendidas de los artistas entre los carromatos secándose al sol, día tras día. El lunes pasado el circo había desaparecido. Se fue a buscar otra ciudad, otras gentes, otro cielo bajo el que brillar. El tiempo se lo llevó. Y me dejó a mí en la misma silla, delante del mismo ordenador, con la pantalla en blanco. Soñando con un circo que nunca existió.

sábado, 5 de marzo de 2011

Mi otro yo

Estamos condenados a inventarnos una máscara y, después, a descubrir que esa máscara es nuestro verdadero rostro.
Octavio Paz
* * * * *
Es inútil escapar de uno mismo, tarde o temprano nos topamos con nuestro propio ser, nos guste o no. Es mejor llevarse bien con él. Si te enfadas, no puedes dar un portazo y dejarle plantado con un palmo de narices, siempre viene detrás de ti. Te tomas unas copas, o un par de canutos y lo olvidas por una noche, pero al día siguiente, entre el dolor de cabeza de la resaca, aparece con esa sonrisa de suficiencia, como diciendo: no te librarás de mí tan fácilmente. Hace tiempo que intenté ser otro y con una máscara he engañado a mis semejantes, pero a él no puedo engañarle, aunque a fuerza de la costumbre, me ha confesado que cada vez se parece más a esa máscara esperpéntica que le he puesto. El problema es que él no me gusta, pero la máscara todavía me gusta menos.

viernes, 4 de marzo de 2011

Carreras matutinas


Hoy he empezado el día persiguiendo al autobús de la empresa. Se me ha escapado, el muy puntual, cuando iba a la parada ya salía del semáforo... He corrido, con esperanza (ingenua) de alcanzarlo en la parada siguiente. No me he caído pero casi, el carril bici estaba resbaladizo con la lluvia. A través del jardín he salido hacia la calzada a la caza de un taxi, presa extraña por Vía Hispanidad y más a estas horas de la mañana. Oteaba nerviosamente por una lucecita verde, que nunca sabes si son taxis o semáforos... Pero sí, había una luz verde y por suerte ha resultado ser un taxi. Montada en este bólido hemos salido en su persecución como en las películas ("Siga a ese autobús"). (Bueno, en realidad, el autobús no se veía, con lo cual ha sido todavía más emocionante). Le explico al taxista: tengo que coger un autobús de la GM, el mío acaba de pasar, pero el autobús de la parada de la autovía de Logroño no sale hasta que no han pasado todas las rutas...
- Bueno, entonces aún podemos pillarlo.
A mi autobús lo hemos alcanzado en la Bombarda, allí tiene otra parada, el taxista dice:
- Tranquila, que ahora ya lo tenemos...
Lo aadelantamos y seguimos hasta la parada de la autovía.
- Qué suerte he tenido de encontrarle a usted - le digo al taxista.
- Yo estaba haciendo tiempo hasta las ocho para cobrar un pellizco de lotería porque a estas horas no se hace gran cosa...
- Pues a mí también me ha tocado la lotería...
He cogido el autobús con mi amiga Marisa, jeje, que se ha sorprendido al veme allí.
Menos mal que llevaba dinero para pagar el taxi...
Real como la vida misma...

Por los pelos


¿Por qué me mira así? Me está poniendo nerviosa. Cada vez que levanto la cara encuentro esos ojos lascivos clavados sobre mí. Menos mal que sólo me quedan dos paradas de autobús. ¿Y si baja también y me sigue? Esa parada es bastante solitaria. Me levanto y voy hacia la puerta trasera. De reojo, veo que él se acerca a la puerta del centro. Bajo las escaleras aprisa. Él también. Me vuelvo y me mira. Con su sonrisa babosa. Avanza hacia mí. No puedo correr. El autobús arranca. Corro ahora, la puerta se cierra tras de mí. Respiro hondo. Me bajo en la siguiente.

jueves, 3 de marzo de 2011

Para Escríbeme una ilustración

Hoy os dejo el cuento con el que participé en el proyecto Escríbeme una ilustración, en el que la ilustradora Clara Varela envía a un escritor una ilustración suya para que escriba un cuento sobre ella. Consiste en invertir el proceso, generalmente, primero es el cuento y después es el ilustrador el que crea la imagen, pues en Escríbeme una ilustración es al revés, primero la ilustración y a partir de ella sale el cuento.
Muchas gracias a Clara por incluírme en este proyecto, ha sido una delicia poder contar una historia a partir de una imagen tan hermosa, con esos ojos tan sugerentes...
Pasad a velo por el blog Escríbeme una ilustración, que ha quedado muy bonito, este es el enlace:

Este es el resultado:

Ilustración de Clara Varela



Me hubiera gustado ser para siempre esa muchacha que sabía ser dulce como el moscatel, con ilusiones en la mirada, pero que también guardaba un punto de ajo picante en su lengua, dispuesto a combatir sin descanso contra aquel que osara medirse con sus palabras. La vida me arrancó esos arrebatos, me enseñó a morderme los labios muchas veces, a mirar a las personas con ojos recelosos, a guardarme las penas muy adentro y a encontrar mi refugio en el hogar, entre los míos. Pero también fui feliz entonces, en instantes fugaces que brillaban con luz propia y que nos arrancaban de la rutina cotidiana.

Hoy es mi cumpleaños, una no debería cumplir años a mi edad, pero es todavía peor no cumplirlos; me he teñido el pelo para cubrir mis canas, me he puesto un vestido nuevo y me he pintado los labios, y así, mirándome en el espejo, sigo viendo esos mismos ojos, con una pizca de ilusión, un pellizco de recelo, una punta de ajo y un sorbo de moscatel. Porque toda mi vida está en mis ojos, en lo que vieron y en lo que dijeron, en lo que desearon y en lo que consiguieron, en lo que ocultaron y en lo que ofrecieron. Con estos ojos vivos aún, aunque cansados, los espero, a mis hijos y a mis nietos, para decirles con ellos lo mucho que les quiero.

Encuentros en Tarragona


El viernes 25 de Febrero estuve por Tarragona, en un par de FORUMS en colegios, organizados por el comercial de la editorial BAMBÚ, Josep Sementé.
Ahora es comodísimo viajar a Tarragona con el AVE, desde Zaragoza en hora y diez minutos te plantas en la estación de Camp de Tarragona.
Primero estuvimos en el colegio La Salle, que es un colegio enorme, Josep me enseñó los diversos edificios de la residencia, el ala de infantil, de primaria, de ESO y de Bachillerato... Incluso tienen un pequeño bosque de pinos y un huerto. Como es un colegio grande, hay cuatro clases por curso, así que al salón de actos acudieron ¡90 chicos!
Allí estuvimos hablando sobre mi libro "Dragón busca princesa", los chicos estuvieron muy interesados, aquello era un bosque de manos levantadas para hacerme preguntas de cómo escribo, cómo te inspiras, cuándo empezaste a escribir... El rato se pasó volando y aún quedaban manos levantadas, pero hubo que cortar, porque se acababa el tiempo y los chicos querían que les dedicara los libros, por supuesto. Salí de allí con la muñeca dolorida y la tinta del boli casi gastada. Pero aún no habíamos terminado...


Salimos hacia el colegio Sant Pau, donde también estuve el año pasado. Allí me recibió uno de los profesores de 5º, Fermí Bernardo; los chicos de 5º habían leído el Dragón, y como era la hora del recreo y no comenzábamos hasta las 11:30, me dijo "Llegas en el momento oportuno, porque hoy estamos de celebración". En efecto, en la sala de profesores había bandejas con palmeritas, hojaldres salados, ensaimadas, bombones... todo ello remojado de zumo de naranja o café. Así que almorcé estupendamente mientras charlaba con los dos profesores de 5º curso sobre la necesidad de insistir en las materias básicas de la enseñanza primaria: lectura y cálculo, que parece que lo más importante se les olvida a los mentes pensantes que diseñan los programas de estudio.

Me enseñaron la clase de los chicos, sus redacciones, de las cuales se seleccionan tres para exponer en el pasillo semanalmente. Y de allí nos fuimos también al salón de actos a charrar un rato (o más bien debería decir parlar, en honor a la tierra donde estábamos y a una de mis protagonistas, la bruja Parla Parloti).





Forum en el colegio Sant Pau



Aquí había unos cincuenta chavales, también con muchas ganas de saber cosas sobre mi dragón. Otra vez las manos levantadas a montón y preguntas sin descanso. Esa curiosidad por saber de donde saco los nombres de los protagonistas, cuáles son las partes que más me gustan de mis libros (y aquí aprovecho para preguntarles cuáles les gustan a ellos), mis personajes favoritos del cuento (a la niña le gustaría ser Katia) o qué personaje me gustaría ser yo (yo, la bruja Parla Parloti, por supuesto), cuánto tiempo me cuesta escribir un libro (¡ala, tanto…!), por qué les dedico este cuento a mis hijos…
Luego pasamos a las firmas, ya que estoy con ellos al menos que se lleven un recuerdo de mi puño y letra, ¿no?




Es una experiencia muy agradable, da gusto la participación de los niños y el interés que ponen, ver que realmente el libro les ha gustado y que han disfrutado con su lectura.


Gracias a Fermí por las fotos, había muchas más y ha sido difícil escoger solo tres para poner aquí.




Cuando terminamos me vino a recoger Consuelo, comercial de Bambú, y nos fuimos a comer a la plaza de Tarragona, en un acogedor restaurante en el que estuvimos hablando de muchas cosas, de libros, de viajes, de la vida... En fin, con Consuelo se puede hablar de cualquier cosa, es muy agradable estar con ella...


Y de vuelta al tren hacia mi casita, estaba en Zaragoza a las 15:45... Un día intenso y maravilloso, rodeada de niños que me recargan las pilas y me hacen pensar sobre mis cuentos, de profesores que quieren motivar a sus alumnos, de personas para las que la literatura infantil es parte de sus vidas. Cuando estoy delante de los chicos, me digo Puri, ya es hora de que vayas escribiendo un nuevo libro para ellos, ¿no te parece? Bueno, todo llegará, no seáis impacientes…