lunes, 27 de octubre de 2008

Bosque desnudo



Suspira el bosque
por las hojas perdidas
que cubren sus pies

Hojas secas




Crujen las hojas,
escucha el silencio
del bosque dormido.

miércoles, 22 de octubre de 2008

La pajarita y el barco.



La niña tomó una hoja de papel. Lo plegó ordenadamente, lo desdobló y lo volvió a doblar. Entre sus manos nació una pajarita de papel, erguida y hermosa, de cabeza triangular, con su pico afilado.

Llevó a la pajarita escaleras abajo, resbalando por el pasamanos de la barandilla. La hizo volar, levantándola en su mano sobre su cabeza, sus piernas corriendo calle adelante. Juntas cruzaron la verja del parque y se perdieron entre los árboles. La pajarita volaba de flor en flor, siempre en la mano de la niña. La arrojaba hacia el cielo y volvía a su mano tras un corto vuelo con volteretas.

- Bonita pajarita – le dijo la vendedora de globos. Pero ten cuidado, no se caiga al estanque. Si se moja, ya no podrá volar más.

La niña sonrió y corrió al estanque. Allí había un niño que había hecho un barco de papel. Era un barco grande porque había utilizado papel de periódico. El barco flotaba junto al borde del estanque.

Al niño le gustó la pajarita de papel y le pidió a la niña que se la dejara. La pajarita volaba en sus manos pero cada vez caía más cerca del borde de piedra del estanque.

La niña recordó las palabras de la vieja vendedora y se las repitió al niño:

- Ten cuidado, si cae al estanque y se moja, ya no podrá volar más.

- ¿Pero no la ves? – preguntó el chico – Ella quiere ir al estanque. Es como si el agua la atrayera...

- Yo no quiero que se moje. No quiero que se empape y se vaya al fondo.

- Se me ocurre una idea – dijo el chico - ¿Y si ponemos a la pajarita en mi barco de papel?

A la niña le gustó la idea. Le pregunto a la pajarita:

- ¿Quieres montar en el barco?

- Sí – contestó la pajarita con una vocecita aflautada que salió de la boca de la niña.

La pajarita era como la niña: una aventurera.

Colocaron a la pajarita en la parte delantera del barco. Ambos soplaron para que el barco se alejara del borde del estanque.

- Navega, barquito, a cruzar el mar... – dijo el niño observando el barco que se alejaba hacia el centro del estanque.

El viento sopló suavemente y alejó más el barco.

La pajarita, muy derecha y segura en la proa, parecía la capitana del barco. La niña estaba orgullosa de ella.

- Solo le falta la gorra de capitán – dijo ella.

- Deberíamos haberle hecho un sombrero de papel – dijo el niño.

Entonces una ráfaga de viento sopló mucho más fuerte. El viento levantó el barco y la pajarita sobre el agua, y ambos dieron una voltereta en el aire. El barco se hinchó con el aire y salió volando por encima del estanque, muy, muy, lejos. La pajarita, tras seis piruetas, cayó de cabeza en el estanque y quedó flotando de lado en el agua...

La niña, preocupada, exclamó:

- ¡Se va a ahogar! - y estuvo a punto de meterse en el agua para salvarla, pero el niño la detuvo sujetándola con el brazo:

- Espera...

La pajarita flotaba sin problemas.

Dos ráfagas de viento la empujaron al otro lado del estanque, donde habían ido a esperarla los niños.

La pajarita estaba mojada, pero entera, sana y salva. La pajarita sonreía feliz.

El barco seguía volando, en un remolino de hojas secas. Por fin aterrizó en el camino y los chicos fueron a recogerlo.

Cuando los pusieron juntos, la pajarita y el barco se contaron emocionados sus respectivas aventuras.
Y así termina el cuento de la pajarita que aprendió a nadar y del barquito que aprendió a volar.

lunes, 20 de octubre de 2008

Elefantes



Tres elefantes
se balanceaban
sobre la tela de una araña...


(Pinchar en la imagen para ampliar)
Manualidades de Pedro Rovira Menaya

lunes, 13 de octubre de 2008

Rojo


El corazón del otoño
se abre en el parque.

Marionetas descansando

(Pinchar para ampliar)


Las marionetas descansan después de la función. Los brazos relajados, las piernas sueltas y estiradas....
Pero siempre con los ojos abiertos, hasta cuando están dormidas.
En todo momento observan la vida que les rodea, para aprender a moverse como los hombres y luego actuar en el teatro igual que personitas bailarinas y juguetonas.

Parque de las marionetas / Fiestas del Pilar

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Esta mañana he estado con mis hijos Pedro y Elena en el parque de las Marionetas, en el parque grande de Zaragoza. Había llovido, pero no queríamos perdernos los títeres. Me encantan las marionetas. Al entrar nos ha recibido el clásico teatro de autómatas, de principios de siglo, con sus negritos tocando.

Alrededor del kiosco de la música nos esperaban las barracas con los diverssos espectáculos de títeres. En el escenario abierto estaba el teatro Arbolé que representaba la obra de los tres cerditos. Las sillas del público estaban todas mojadas por la lluvia, pero como todo el mundo sabe, a mal tiempo buena cara, por eso los cerditos cantaban alegremente:


Somos los tres cerditos
de aquel cuento popular…




Los cerditos mediano y pequeño llamaban perro al lobo y éste se enfadaba mucho, porque él era un señor lobo…
Pero el lobo soplaba y soplaba y la casa de ladrillo… ¡no se derribaba! Afuu... Afuuu... Afuuuuu... soplaba el lobo. Pero ni fu ni fa, la casa permanecía en pie...


Como el año pasado vimos los Títeres de la Tía Elena, hemos decidido entrar en la Carpa Bagdad, donde Victor Antonov, de Rusia, presentaba sus encantadores títeres de hilos.




Justo empezaba a llover – ¿habrá sido por los cerditos que desafinaban? - cuando era la hora que empezaba el espectáculo, así que nos hemos asomado por la cortina de entrada de la carpa para que nos dejaran entrar y no nos mojáramos…


Ha inaugurado la sesión un impresionante trueno que ha caído encima mismo de la carpa. Un trueno de verdad, no de teatro.


¡¡¡BRROUUUUMMM!!!



Llovía, llovía mucho, se oía repiquetear fuertemente los goterones como oleadas sobre la carpa. Afortunadamente no había goteras, por lo que el espectáculo se representaba sin problemas.


El primer títere era muy simpático, llevaba un pajarito posado en la nariz y bailaba con mucha gracia.





El hombre forzudo levantaba las pesas pesadas y bailaba con ellas.


Después ha salido a escena un misterioso mago que se cubría el rostro con su negra capa. Tenía una regadera mágica…





Y al final, ¡ta-ta-ta-chín, tachín…!


Hemos tenido también artistas de circo que hacían impresionantes juegos malabares y hasta una trapecista que barría la escena de un lado a otro con el trapecio.



Tan entretenidos estábamos con los numeritos de las marionetas que a pesar de que oíamos el agua cayendo sobre la carpa, que casi daba miedo, no nos hemos dado cuenta de que… ¡teníamos los pies chapoteando! En realidad, más bien estaban buceando en un enorme charco que cubría toda la zona de las sillas.



¡Fin del espectáculo! Pies mojados, pero cabeza caliente y contenta. Un buen trabajo el de Victor Antonov, desde luego.


El público del parque de las marionetas se ha disuelto instantáneamente en el agua de lluvia, vamos, que ni el cola-cao ese super-rápido...


Así ha quedado el parque después del aguacero:





¡Corriendo a casa a comer, antes de chipiarnos más!

sábado, 11 de octubre de 2008

Algodón de azúcar


(Pinchar en el dibujo para ampliar)

A mi madre le gustaba llevarnos a la feria al atardecer. Las atracciones encendían entonces sus luces de mil colores. La noria gigante se reía en cada vuelta, pero iba tan deprisa que solo de verla me mareaba. Me monté en el tren de la bruja y me dieron dos escobazos, pero al final conseguí quitarle un globo al payaso. No me atreví a montarme en la montaña rusa, mi hermano sí que lo hizo y me estuvo llamando gallina toda la tarde. Olía a churros, a manzanas de caramelo, a chocolate. Por fin encontré lo que estaba buscando: algodón de azúcar. Churros podías comer en cualquier cafetería pero algodón solo una vez al año, en las ferias. Tiré de la manga de mi madre: ¡Mami, mami, quiero algodón, porfa…!


Mamá me compró el algodón de azúcar. Me quedaba embobado viendo como lo hacían: los hilos de algodón giraban vertiginosamente para enrollarse en el palito y en un momento crecía y crecía como por arte de magia, hasta convertirse en una bola grande y hermosa. Con el algodón en la mano creía estar paseando una nube rosada enroscada en un palito de madera. Mi mano arrancaba pedazos de algodón que se deshacían instantáneamente en mi boca. Acerqué los labios a él, lo lamí con la lengua, era como comer una nada dulce y etérea. La mano pegajosa, la cara llena de azúcar invisible, una mano que se pega a la otra, azúcar por todos lados… Mamá también cogió un pedazo de algodón y se lo comió, le traía recuerdos de su infancia. Dulce pringoso en mis manos, en mi jersey, en el chaquetón de mi madre, estaba tan rico… Y duraba tan poco como lo que tardaba en enrollarse al palito. En un abrir y cerrar de ojos, aquella enorme bola había desaparecido. Y solo quedaba un resto dulce en la boca, y un gran resto pegajoso en mis manos que se pegaban a todo lo que tocaba, al palo de madera, al boleto de la tómbola que era imposible de despegar, al jersey de mi hermano, que gritaba asqueado… Le di la mano a mi madre y pegados por el algodón de azúcar, recorrimos juntos la feria, madre e hijo, inseparables. Gracias a la pegajosidad del algodón, nunca me perdí en aquellas mareas de gente de la feria, que se tragaban a los niños despistados.

domingo, 5 de octubre de 2008

Un paseo por Zaragoza


Este león, visto así, podría estar en cualquier ciudad...





Pero así, con esa torre, ya no hay duda...




Unas cuantas fotos de un paseo matutino por el centro de Zaragoza. Mañana fresca y soleada, poca gente en las calles, soledad y casas con la cara bien lavada... Para que alguien diga que no está bonita nuesta ciudad y no solo lo nuevo de la expo, sino nuestra Zaragoza de siempre.












Disfrutad la ciudad, mientras aún haga buen tiempo.

Fiestas del Pilar


(pinchar en la foto para ampliar)


Ya llegan las fiestas del Pilar. Otra vez la ciudad se viste de fiesta (hemos estado todo el verano con la fiesta del agua, pues seguiremos un poco más). Ayer fue el pregón y aunque no pude verlo mi marido hizo unas fotos de la cabalgata y tenía una pinta estupenda, mucho colorido, mucho bicho, y hasta ¡un dragón! Nos divertiremos en el parque de las marionetas, jugaremos en el parque de los insectos con la PAI, bailaremos y cantaremos… Mares de gente recorrerán las calles, una marea de flores cubrirá la virgen del Pilar.
¡Bienvenidos a Zaragoza! ¡La fiesta comienza ya!