miércoles, 31 de julio de 2013

JULIO 2013



De mi álbum de fotos de Cádiz (Sancti Petri).

Algunas tardes salíamos a pescar puestas de sol.

martes, 23 de julio de 2013

Pesadilla roja

Es siempre la misma pesadilla. Empieza en blanco y negro, con banda sonora, y termina con el triunfante color de la sangre empapando mis sábanas. No es música de suspense, sino la misma tonadilla pegadiza y estúpida que se ha metido en mi cabeza y que no puedo dejar de oír, ni despierto ni dormido. Lo único que ahoga esa canción es la sangre. Por eso cuando despierto siempre hay sangre en mis camisas, en mis manos, en mi boca, en mis cuchillos de cocina. 

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Este micro surgió de uno de los viernes creativos de el bic naranja de Fernando Vicente. Está inspirado en la cancioncita y el vídeo que podéis ver aquí.

sábado, 13 de julio de 2013

Para el viernes creativo de el bic naranja





Viajo siempre con sombrero y no es cuestión de elegancia. Mi exmujer creía que era para protegerme del sol y de la lluvia. “Frío, frío”, le decía yo. Lo único que necesitaba proteger eran mis ideas, cuando sales al extranjero, puedes acabar contagiándote de la idiosincrasia del país y volver con el deseo de comer solo hamburguesas o de vestir faldas de cuadros mientras tocas la gaita o de descalzarte en cuanto llegas a casa. Lo que nunca pensé fue en dejarme el sombrero en la cama, al acostarme con ella; quizá por eso sigue apareciendo cada noche en mis pesadillas.  


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Aquí va mi participación de ayer en el viernes creativo de el bic naranja, un blog de Fernando Vicente que propone cada viernes una idea para estimular la inspiración. Podéis ver otras buenas historias inspiradas en las imágenes propuestas en el bic naranja

Sueño levensráumico

Esta noche he tenido un sueño claramente influido por el argumento de la nueva novela audiolibro de Pablo Gonz, Levensráumica, novela 35. Podéis escuchar su novela en la nube aquí.  O bien pedir que os la envíe (la regala a quien la solicite) aquí. Si la escucháis, descubriréis qué tienen en común mi sueño y su novela.

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Nuestro antiguo piso, en el séptimo cielo, toda la hilera de balcones


Me desperté en la cama de matrimonio de una habitación que se parecía a la de mis padres de nuestra antigua casa familiar. Sin embargo, había algo que la hacía diferente. Tenía el mismo balcón, cercano a la avenida, por el que entraba el sol de la mañana, pero con las puertas abiertas se oían las voces de la gente que pasaba por la calle como si estuvieran ahí mismo y eso era lo extraño, porque nosotros vivíamos en un séptimo piso. Entonces recordé que había dormido en la habitación que nos había prestado el vecino del primero izquierda, porque teníamos invitados en casa y había tenido que cederles mi habitación. El vecino (dueño además de la mayor parte de pisos arrendados de la casa) nos había dejado que yo durmiera allí. Pensé que debía vestirme para salir de la habitación, pues me encontraría con los dueños de la casa. Pero el resto del piso parecía vacío, al menos no se oía ningún ruido. Mientras me recomponía del sueño, aún en la cama, alguien intentó entrar en el piso, oí la llave en la cerradura. Como yo había echado el pestillo, no pudieron abrir. Pensé que se trataría de los dueños de la casa y me apresuré en levantarme y vestirme para salir a abrirles. Me puse unas mallas elásticas con dibujos geométricos en blanco y negro (que tenía allá hacia mis veinticinco años) y una camiseta. Entonces aparecieron mis padres y la habitación se convirtió en un comedor-cocina-sala de estar. Mi madre estaba empeñada en poner la mesa para la comida, para que los dueños se lo encontraran todo preparado, sería un buen detalle. Ella rebuscaba en los armarios y cajones el mantel, los platos, los cubiertos. 
Yo trataba de quitarle de la cabeza aquella idea descabellada: seguramente la dueña se lo tomaría mal porque mi madre no tenía por qué registrar sus armarios, era una intromisión en su intimidad. Sin embargo mi madre seguía convencida de que debía hacerlo como agradecimiento al favor que nos habían hecho de prestarnos la habitación. Tenía cierto temor a que los dueños algún día les quitaran el alquiler de renta antigua del que disfrutaban entonces, con alguna estratagema legal y deseaba estar a bien con ellos para que eso no ocurriera. Pero no encontraba mantel adecuado, solo un hule feo, marrón, que parecía hecho de papel de cigarros puros. “Cómo vas a poner esa porquería”, le decía yo, pero ella seguía y seguía con su afán de poner los platos, los vasos, los cubiertos. Cuando lo tuvo todo puesto, cogió el tablero y se le ocurrió colocarlo bajo los cojines del sofá. Ahí estaba yo observando alucinada el tablero, con mantel y platos, con los cojines encima y sobre todo ello, una tela que protegía el sofá de los roces y del polvo.


Y entonces apareció un cura vestido con traje negro, de coronilla redonda.

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Notas adicionales para entender el sueño:

Mis padres vivieron en esa casa de alquiler unos cuarenta años, todos los pisos pertenecían a una familia y en el segundo piso vivía la hija del dueño. Cuando mi padre decidió por fin comprar el piso tras pensárselo durante un par de años después de una oferta del dueño, este se murió a los pocos meses sin que se produjera la compra. La viuda emprendió una batalla legal alegando que quería ese piso para otra de sus hijas, única manera que había entonces de hacerse con un piso alquilado con renta antigua. Y mis padres se quedaron de patitas en la calle.

En el primer piso vivía un cura, aunque no se parecía nada al que aparecía en el sueño.

No sé porqué os cuento todo esto, mira tú que os importará a vosotros todo esto, pero aquí está.

jueves, 11 de julio de 2013

Invasión de gatos


El salón se me llenó de gatos. Siete amodorrados sobre el sofá, cuatro en la mesa, tres tomando el sol en el alféizar, dos trepando las  cortinas, uno de paseo por la estantería, más bajo las sillas. Saqué la escoba y eché a volar.


Dibujo de mi hijo Pedro

miércoles, 10 de julio de 2013

Novela 35 Lebensráumica, de Pablo Gonz




Nuestro amigo Pablo Gonz nos presenta su nueva novela LEBESNRÁUMICA, en formato de audiolibro. Si queréis conseguirla, podéis pedírsela aquí. Es un regalo que comparte con todos sus lectores.

Y también está en la nube aquí.

Yo ya la he escuchado y me ha sabido a poco. Vamos, que hubiera seguido escuchando más. Os animo a que también la escuchéis y la compartáis. No voy a contaros mucho de ella, tenéis que escucharla. Nos presenta una comunidad de vecinos, con sus distintos personajes y sus circunstancias, y plantea el problema de ese pequeño espacio vital en el que se encuentran inmersos, que los ahoga. La solución para ampliar ese espacio, traspasa las barreras de lo cotidiano. Y cuando todo parece estar en su sitio, la familia feliz, ese espacio recién conquistado vuelve a desaparecer. Con su pelín de humor, con una buena caracterización de los personajes (ese toque de los vecinos filipinos por aquí y por allá), al final nos lleva de nuevo al principio.

No sé si es una novela corta o un cuento largo pero se sigue con placer.

Es además un buen regalo para las personas mayores, para aquellos que van perdiendo la visión o para ciegos. Yo espero llevársela a mi madre, que ya no lee, precisamente porque sus ojillos cada vez se cierran más.

domingo, 7 de julio de 2013

Hogar de escritora




Vivo con una pluma y cuatro gatos. Con los gatos escribo cuentos, con la pluma te haré cosquillas al anochecer.

sábado, 6 de julio de 2013

Caracolas





Cuando la noche se espesaba tras los muros de piedra, ahuyentábamos el frío con las sopas de ajo de la abuela y el calor del hogar que abrigaba la cocina. Mi madre y mis tías hilaban en el centro, muy juntas, y sus labios exprimían los chismorreos del día.
—¿Qué bordas, Antonia?— preguntó mi madre a su prima.
—El ajuar de la chica. Pero hay tiempo, como a mi María no se le conoce mozo que la ronde...
María se sonrojó y bajó la vista hacia las brasas, sus ojos negros se encendieron en ellas. Nadie se dio cuenta, pues el calor también arrebola las mejillas, excepto Germán, que medía en silencio la pared con su espalda fornida. Desde mi cojín, le pedí al abuelo que nos contara cómo enamoró a la abuela.
—¿Otra vez?
Pero sin insistirle, el viejo empezó con su voz de roble seco: “Tu abuela se empeñó en ir a ver el mar...”. Fue tejiendo esa peripecia de la abuela en alpargatas, primero en carro, después en autobús; lo mejor, el recuerdo que trajo: “...aquella caracola guardaba el mar y, según la abuela, podía oírse el canto de una sirena. Me la puse en la oreja, escuché atento y le dije: es verdad, entre las olas, te oigo a ti cantar".

Vislumbré entonces la mano de Germán ahuecada sobre la oreja de María, pero al percatarse de que los miraba, la escondió apresuradamente a su espalda. En los ojos de María, me pareció ver el mar.

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Ya han salido los finalistas del concurso de Soto de Sajambre, con el tema la hila. Aquí podéis leerlos todos.


martes, 2 de julio de 2013

Flores para mi demonio azul


Flor de borraja, imagen de la red


Al ocaso, el reloj marcó las seis tres veces. La campana tañó seis campanadas, seis campanadas, seis campanadas.
La última fue un gong descuartizado, que se prolongó hasta el infinito de nuestro orgasmo. Creí que se me abría la cabeza, desde dentro.

Los gusanos brotaban del vacío de tus cuencos orbitales. Deposité flores de borraja sobre la lápida de tu tumba, donde habíamos fornicado a sus espaldas. Tus gritos le habían despertado y vomitaba la rabiosa espuma de los celos. El cielo se abrió en dos, como mi cabeza. Pero no me dolía en el cráneo, sino en las falanges de los dedos meñiques, como si los retorcieran con alicates. Supe que iba a perderte otra vez. Del universo acababa de borrarse la palabra paz.

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El mes pasado, en una convocatoria especial de esta noche te cuento sobre el tema "666, la Bestia", mi relato "Flores para mi demonio azul" estuvo entre los finalistas. La versión que publico aquí está modificada, las bases eran demasiado estrictas en cuanto a número de caracteres y demás. En este enlace encontraréis a los ganadores y finalistas:

Marcapáginas para La esfera Cultural


Con esta miniatura participo en el concurso de la Esfera Cultural de Marcapáginas:



“Naveguemos juntos por este mar de letras y aventuras. Si te reclaman en tierra, yo amarraré el barco en buen puerto, hasta que vuelvas“.


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Los bases de la convocatoria se pueden ver aquí:

Busca, compara y si no encuentras algo mejor, vótame.

Gracias