lunes, 29 de septiembre de 2008

ojazos


Alguien te observa en el cuarto de baño.


Foto de Pedro Rovira Menaya (mi hijo)

domingo, 28 de septiembre de 2008

Expo: antes, durante y después...

- Fuegos noche de clausura de la expo, Foto de Pedro Rovira Tolosana -

Ya se ha acabado la Expo. Nos dijo adiós a lo grande, con los fuegos artificiales de la noche de clausura acompañados por la música de Philipp Glass. Vimos los fuegos desde la terraza de nuestra casa, desde lejos, pero aun así resultaban espectaculares. He hablado poco por aquí de la expo, y eso que la hemos visitado cuatro días. Pero el tiempo pasa más deprisa de lo que yo quisiera y este blog siempre me da la sensación de ser un diario del pasado, pues siempre voy contando las cosas con retraso. El problema es que el tiempo no me da para más...




¿Qué podría contaros de la Expo? La mayor fiesta del agua en la Tierra. Entre la gente de Zaragoza suscita opiniones muy diversas y totalmente contrapuestas, amor incondicional u odio total, pero desde luego, nadie se queda indiferente. Ha sido el tema de conversación favorito de los zaragozanos para ponerla a caldo o para halagarla.

¿Quién no ha hablado de las carreras para ponerse en la cola del fast pass, de las colas de seis horas del pabellón de Alemania o del de Kuwait, del Iceberg con su espectacular música y sus imágenes impactantes (que tanto deprimían a algunos, aunque son la pura realidad, no sé qué nos sorprende tanto), de los tambores Africanos, de los mojitos del pabellón de Cuba, de las vistas desde la Torre del Agua...? Que hemos conseguido infraestructuras que de otro modo hubieran tardado siglos en llegar a nuestra ciudad no lo discute nadie ni tampoco que por fin Zaragoza se ha convertido en una ciudad con una cara moderna, donde existe algo más que la basílica el Pilar.
A algunos les gusta el pabellón de Marruecos, otros cuentan maravillas del de Japón, algunos opinan que muchos países montaron un pabellón de risa, pobre y sin interés. Qué chulada el tsunami del agua extrema... Que había demasiadas pantallas para leer, que tras un día en la expo tienes un empacho audiovisual... Que hemos visto mejores documentales en la tele o en internet o que fíjate que maravilla el documental de Aragón.

Palabras, palabras, palabras... Ruido en nuestros oídos.

Lo que todo el mundo parece estar de acuerdo es que de noche está preciosa. Quizá haya que dejar hablar al misterio, a la oscuridad iluminada de colores. Al murmullo de voces que iban de aquí para allá, subiendo hasta esa terraza escasamente iluminada con esferas de luz a ras del suelo, donde podías contemplar la luna llena... Al sonido de los conciertos y de las actuaciones que atraían mares de gente. Las luces, el colorido, las actuaciones, el frescor del río, que parece otro visto desde aquí, las torres del Pilar y de San Pablo iluminadas a lo lejos.

Eso es lo que dice la gente de la expo.

Nosotros, toda la familia, fuimos el primer día desde las 10 de la mañana hasta las 11 y media de la noche, nos dimos un empacho impresionante de ver pabellones y pabellones, agotador...

Por eso los siguientes días nos los tomamos con más calma. No hemos hecho colas interminables, porque nada merece la pena ni una ni cuatro ni seis horas de espera. Así que entrábamos donde no había que esperar mucho, y claro, nos hemos perdido las barquitas de Alemania y el pabellón de Japón y no-sé-qué que había que ver en Kuwait... Porque la expo no podía ser quedarse como un pasmarote en una cola, había que pasear, disfrutar de los espectáculos, no sentirse aplastado por el cansancio y el tedio... Así que el segundo día, nos metimos en el pabellón de Kazakhstan, donde tuvimos un recibimiento invernal (hacía frío de verdad) y nos recogimos en una yurta redonda y acogedora. Salimos a contemplar otra vez la cabalgata del circo del sol admirando los bailes y las piruetas de los artistas…
En Corea vimos un tierno audiovisual del enorme hombre de agua. Después de ver el pabellón de Aragón con su maravilloso documental de pantallas gigantes que nos rodeaban sobre el río a nuestros pies, nos fuimos a comer a casa, descansamos y volvimos a eso de las siete y media.
- Frutas al anochecer en el Pabellón de Aragón, foto de Pedro Rovira Tolosana -
Disfrutamos en Mónaco con esa pantalla táctil sobre un estanque, donde espantábamos a las imágenes con nuestras manos, o echándoles agua, incluso solo con la sombra y donde también pudimos dibujar con los dedos nuestros monigotes, obras que luego flotaban en el agua. Saboreamos las obras del Vaticano y escuchamos los atronadores y vibrantes ritmos africanos, después de descubrir que las mujeres africanas portan cuarenta kilos de agua sobre su cabeza durante más de diez kilómetros...
Aquel domingo por la noche fuimos al espectáculo "El hombre vertiente", de lo mejorcito de la Expo. Y también Me encantó el bosque sonoro, donde nuestras manos, tapando y destapando el hueco de los árboles de tubos metálicos, creaban melodías maravillosas, mezcla de músicas, percusión, del canto de los pájaros y de otros sonidos de la naturaleza. Podría haber estado allí rato y rato, escuchando y haciendo música.
- El hombre vertiente, foto de Pedro Rovira Tolosana -

Me gustó el grandioso pabellón de Marruecos y el de Turquía con sus hermosas fuentes. Y también Francia y sus burbujas.

- Pabellón de Francia, foto de Pedro Rovira Tolosana -

¿Cuántas cosas hemos visto y oído y descubierto y olido y sentido este verano?

El curioso Cirque Ici, el circo patrocinado por el pabellon de Francia. Un espectáculo con una sola persona en el escenario y tres ocuatro tramoyistas, más un técnico de luz y otro de sonido. Extraño especáculo en el que te quedabas con la boca abierta ante los artilugios extraños que sacaba aquel hombre con atronadores zapatos de armadura y que ponía en equilibrio estructuras imposibles.

Y el acuario fluvial. Los peces maravillosos de los ríos de todo el mundo. Enormes que se t comen o diminutos, que casi no se ven. Los escalofriantes cocodrilos del Nilo. Los caimanes petrificados del Amazonas que de repente cambiaban de posición y volvían a quedarse inmóviles como estatuas. Y las simpáticas nutrias persiguiéndose una a otra, bajo el agua. Y dando volteretas sobre sí mismas casi mordiéndose la cola…

Y por la noche, los efectos soñadores de las luces, los pabellones de colores. Y la luna presidiendo los pabellones, la auténtica reina de la noche.
Y muchas, muchas más cosas...
Al final de este verano de jolgorio tan intenso, yo me pregunto: ¿qué es la Expo? La Expo debería ser agua, agua en su esencia. Cuidado del agua en nuestro planeta. El colofón de buenos propósitos de la Carta de Zaragoza, que pretende velar por la conservación y buena gestión del agua y de la calidad de la misma. Y también su parte lúdica, ese agua que juega con nosotros, que alcanza nuestros sentidos.

Por eso, si tuviera que quedarme con un momento de la Expo, me quedaría con el remojón en la fuente de la entrada de la puerta del Ebro.

Era el lugar preferido de los niños, sin duda. Una cosa tan simple como es una fuente a ras del suelo cuyos chorros van saliendo con un ritmo impredecible. Los niños accedían a su centro, pasaban y traspasaban dejándose mojar por el agua.

Sentirse envuelto por el agua y por las risas de los niños, sus gritos de júbilo cuando el agua los moja de repente. Volverse niño otra vez, jugando con el agua, corriendo sobre ella, dejándose atrapar por los chorros refrescantes... Una delicia.
- Fuente en Expo, fotos de Pedro Rovira Tolosana -

Hay expectáculos mucho más grandiosos, como el hombre vertiente o el iceberg, pero experimentar el agua en el propio cuerpo es mejor que un audiovisual más o menos edulcorado. Sentirnos renacer y reír. Y pensar cómo sería nuestra vida cotidiana sin agua: triste, seca y sucia. Pensar que en algunos sitios no pueden disfrutar de este bien tan grande y tan necesario para la vida. Y que nosotros, los del mundo desarrollado, la malgastamos, millonarios de agua en nuestras ciudades, en nuestras casas, en nuestros jardines.

Después de la Expo, Zaragoza sigue queriendo visitarse y revisitarse, lanzarse a la calle; todos los que tenían mono de Expo se zambulleron el fin de semana siguiente en el rastrillo de oportunidades que montaron los países de los pabellones de la Expo, donde poder llevarse un recuerdo de la mayor fiesta del agua en la Tierra. Y los que no estaban allí acabaron en el mercadillo medieval de la plaza San Bruno, hormigueando entre los puestos. Porque la gente ya no puede parar en su casa, necesitan ver, codearse con el prójimo, cuanto más juntos mejor, aunque no veamos nada en el mercadillo...

En fin, me hubiera gustado más pasear por el mercado medieval con menos gente, porque apenas vi lo que vendían en los puestos... ¿Cuándo se le va a pasar a la gente las ganas de salir de casa?
Este fin de semana, por el centro de Zaragoza, plaza el Pilar, el Casco Viejo, Paseo Independencia... era igual, gente y más gente por todos los lados, de día y de noche... ¡Buuufff!
Y esto seguirá porque el próimo fin de semana comienzan las fiestas de Pilar...

martes, 23 de septiembre de 2008

La semana pasada fue mi cumpleaños y estos fueron mis regalos:


Un monigote graciosísimo que me trae un regalito, hecho por mi hijo Pedro




Un corazón cariñoso de mi hija Elena…



Un ordenador con una pantalla enoooorme… En el que estoy escribiendo ahora.





Un montón de libros…
uno de ellos de haikus, todo un acierto, porque estaba deseando comprarme uno: El libro del haiku de Alberto Silva,
El pabellón de las peonías, de Lisa See, y
María bonita, de Ignacio Martínez de Pisón, que lo he cambiado hoy pues ya lo tenía, por

Las dulces pesadillas de Emily the Strange, con su encantadora portada:


Y una preciosa libreta , para que no se me olvide escribir a mano. Y para hacer algún dibujo, claro. Una maravilla para cuando estoy de viaje y escribo nuestros diarios llenos de anécdotas. Un regalo de mi hermanita, que me conoce bien y sabe como me gustan estas cosas...




Para estrenar el libro de haiku y de paso el otoño que ya ha comenzado, copio aquí un haiku:


Al salir de mi casa ya soy
uno más que va errando
por la tarde de otoño.

- Buson –

lunes, 22 de septiembre de 2008

Otoño

Trae el otoño
la lluvia que chispea
en mi ventana

domingo, 21 de septiembre de 2008

Bubisher, el bibliobus del Sahara

Hoy quiero presentaros el “Bubisher”. Se trata de un proyecto de animación a la lectura para los niños del Sáhara, que pretende llevar un autobús (el bibliobus llamado Bubisher) cargado de libros hasta los campamentos de refugiados. Se busca a voluntarios para trabajar allí con este propósito de acercar la lectura y la cultura a los niños en sus madrasas. El bibliobus partirá en octubre. Si queréis más información sobre el asunto podéis encontrarla en la página de Gonzalo Moure, en los siguientes enlaces:
http://www.gonzalomouretrenor.es/?p=183

Me gustaría participar, pero este año no podrá ser, quizá el siguiente.
Me gustaría poder convivir con los niños Saharahuis, darles un poco de esperanza en su cultura y que sigan luchando con armas pacíficas para que dejen de ser olvidados sin futuro. Es cierto que hay muchas cosas que hacer por el Sáhara en cuanto a medios materiales, pero este es otro tipo de ayuda, que pretende aportarles otro alimento para su crecimiento cultural, que les impulse a crear su lugar en el mundo. Como otros países conquistados por la fuerza (vease Tibet por ejemplo), necesitan nuestro apoyo.

El Bubisher se presenta el día 24 de septiembre, en Madrid, en el Teatro de Marionetas del Retiro, entrada por la calle de Alcalá, a las 12 de la mañana. Nosotros aquí, desde Zaragoza, tenemos bastante difícil asistir, pero si vivís o concéis a alguien en Madrid, estáis invitados a verlo.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Las brujas de Galicia




He estado en Galicia, la tierra de las brujas y he encontrado brujas que se ríen y bailan en tiendas de recuerdos para turistas.
Pero las brujas de verdad estaban escondidas y si preguntabas por ellas se hacía el silencio, como si nadie quisiera atraer el mal de ojo.

En la bruma que ascendía de los montes cabalgaba el espíritu de las brujas, también podías olerlas en el penetrante aroma de los bosques de eucaliptos y encontrabas su rastro en las piedras de los castros, donde los druidas cocían sus pócimas.




Eran ellas las que ocultaban los carteles indicativos para que no pudiéramos llegar al dolmen de Axietos, o las que aturdían nuestro entendimiento con un vaso generoso de crema de orujo, dulce y suave, que nos hacía reír como niños.
Eran ellas las que nos enrrollaban en las enormes olas del oceáno, su espuma convertida en largas cabelleras canosas enredándose en nuestro cuerpo.

En los pazos olvidados, semiderruidos, con la hiedra y la maleza creciendo entre las juntas de las piedras dormidas, las brujas susurraban historias de fantasmas y aparecidos.

Y en los faros de la Costa de la Muerte, las rocas hablaban de esas brujas que con sus ungüentos curaban a los náufragos y los hacían soñar con barcos que nunca naufragaban. Y que como Circe, se enamoraban de esos marineros y no querían dejarlos marchar.



La foto del hórreo es de Pedro Rovira, y la que salgo yo también, claro

sábado, 13 de septiembre de 2008

Nuevo caraplato


Este es nuestro último caraplato sonriente. ¡Da pena comérselo!


miércoles, 10 de septiembre de 2008

El último castillo del verano






Decimos adiós al verano con este castillo de arena. No es nuestro mejor castillo, los hemos construído mejores, pero es nuestro último castillo y por eso tiene más valor. Después de que las olas laman sus muros y vuelvan a allanar el espacio que ocupa, nosotros ya estaremos lejos de la playa y el mar.
Este castillo – que en este momento ya no existe – nos trae el recuerdo del verano, del mar, de las olas que destrozaron los otros castillos, de las olas que nos revolcaron y nos hicieron flotar. Este castillo nos hace soñar con nuestro próximo verano, una vez más.

También nos hace recordar otros castillos que visitamos este verano,

guardados por aguerridos caballeros,

junto al mar

o en la montaña,

perfectas reproducciones en miniatura,

con auténticas reinas en su interior,

o poblados por fantasmas de los valientes vikingos…

Todos estos castillos son parte de nuestro verano.
Fotos:
Castillo de arena, Comarruga (Tarragona)
Caballeros playmobil
Castillo de Montereal, Baiona (Galicia)
Torre de la calzada romana, valle de Hecho (Pirineo Aragonés)
Buckinngham Palace, hecho con piezas de Lego (en Legoland Windsor)
Castillo de Windsor
Torres del Oeste, Catoria (Galicia)