viernes, 21 de marzo de 2014

La última vez que lo vi



Ilustración de Emiliano Ponzi

Entró en el bar con ella de la mano, feliz y desbordante, sus ojos no se despegaban de los suyos, su boca se adhería a sus labios, sus brazos la arropaban, su charla se tornaba música en aquellas pequeñas orejas adornadas con los pendientes de su madre, que yo conocía tan bien. Me sentí desaparecer. Cada segundo que pasaba viéndolos juntos se tragaba una parte de mí y engordaba la sustancia de ella. Llegó un momento en que todavía podía ver mis manos y mis pies, pero sabía que el resto de mí no estaba allí, o, si lo estaba, era invisible. Invisible a sus ojos, invisible a los míos, que no me dibujaban sin él a mi lado. Porque mi cuerpo solo existía al reflejarse en sus iris, como la presencia de aquella chica únicamente era autentificada por el deseo que despertaba en él.

Yo ya no estaba y sin embargo mi pensamiento seguía allí, enredándose entre ellos, cada vez más acaramelados, más fundidos uno en el otro; por eso salí por la puerta de emergencia, al callejón, y me senté entre los contenedores de basura para acabar de una vez. Me tragué las pastillas, a sorbos de gin-tonic, y sí, el pensamiento pareció perderse también en una nebulosa pesada, pero como se resistía a desaparecer del todo, tomé del suelo aquel pedazo de vidrio y rasgué con rabia mis muñecas; no sentí dolor pero el proceso se aceleró y entonces sí que vino una plácida negrura y en su bálsamo yo desaparecí de verdad y él desapareció también y ella desapareció para siempre. Y solo cuando acudieron los curiosos alertados por el camarero, que había salido a tirar unos cascos vacíos, y él corrió angustiado, balbuceando mi nombre, entonces, solo entonces, volví a aparecer ante él. Envuelta en sangre, pálida, incorporada entre sus brazos, volví a reflejarme en esos ojos empañados por las lágrimas, que ya no se librarían nunca de mí.

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No te olvides del viernes creativo de el bic naranja; hoy leerás y escribirás historias inspiradas en esta imagen de Emiliano Ponzi.

jueves, 20 de marzo de 2014

Eco de ausencias


Zerynthias en cópula. Foto de Pedro Rovira

En la cama, rodeada de ausencias
acarician mi piel los vacíos
de los amantes a los que dije adiós.

Diluida en la amargura de los días,
ovillada en el hueco de las noches,
renazco como un fénix
de mis propias lágrimas eternas.

Resurjo de la nostalgia de flores marchitas,
de mi alma arrugada que anhela
un nuevo amor que flote
en humedades de laguna
y primaveras de besos sin aire.

domingo, 16 de marzo de 2014

Un día gris





Me levanté con el día gris, acusadamente gris. Esos días casi es mejor no mirarse al espejo; comienza uno por escrutarse los ojos, las ojeras marcadas, la nariz, tan grotesca; sigue por las mejillas demacradas, resbala hasta la boca deformada por esa mueca de asco eterno y termina por zambullirse sin flotador en el yo profundo que le ahoga en el pozo de su angustia. Esa ansiedad que roe tu alma hacia adentro, como la carcoma agujerea el corazón de la madera, y lo deja atravesado de galerías de gusano vacías y oscuras, sin dejar apenas sustancia viva a la que aferrarse. Ese agujero que crece y se fagocita a sí mismo, replegándose hacia el interior, hasta que logra que desaparezca el más mínimo atisbo de tu persona o de esa persona que un día creíste ser, y el agujero se llena de lluvias negras y de fantasmas que regresan. De nuevo, sí, los fantasmas de siempre.

¿Cómo detendría el proceso incesante de la carcoma, cómo escaparía de los fantasmas, cómo saldría del abismo, del petróleo pegajoso de la lluvia negra? Mis propias manos me tenían atrapado, los dedos querían hacer una pelota ínfima de mí mismo y arrojarme a la basura; a veces la mano izquierda se esforzaba en rellenar las grutas agusanadas, pero la mano derecha se empeñaba en emponzoñarlo todo, me daba una cucharada de jarabe amargo y me ofrecía una cuerda para colgarme de la viga. Y el estómago devolvía en la taza del váter el contenido de mi vida y en esa vomitona me robaba la poca vida que aún quedaba en ese cuerpo flaco, escondido tras greñas lacias y sucias. Solo greñas quedaban en el espejo. Greñas y lluvia negra. ¿Dónde estaba yo? ¿Adónde me había ido?

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Una propuesta para un viernes creativo del mes pasado que no había traído por aquí. Fue el 7 de febrero en el bic naranja, aunque yo lo dejé caer por ahí el 13 de febrero.

sábado, 15 de marzo de 2014

Lunes de marzo



foto de JeeYoung Lee

Naufrago cada lunes en la isla de las negras madrugadas. En la oficina, las musarañas me susurran que plegando una hoja de papel, me convertiré en el capitán de los piratas. Pero mi jefe se empeña en ahorrar papel y no nos queda ni un folio: “¿Para qué te puse el ordenador?”. Supongo que para soñar sueños amarillos, sueños que huelen a tabaco de pipa, sueños con ventanas que se puedan abrir y tender asomado a ellas la ropa al sol. Tiendo a mi jefe de las orejas con un par de pinzas, pero incluso con la ventana cerrada lo sigo oyendo: “¡Envíame enseguida los resultados del último trimestre!”. Esa tonadilla se repite tontorronamente en mi cabeza y se convierte en la canción del verano. Sí, ese verano que guardo en el cajón de la izquierda, que aún huele a vacaciones. Y que al abrirlo, ya sale de él una brisa de primavera.

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Ayer fue viernes y creativo, no dejes de pasar por el bic naranja y participar y leer... Historias inspiradas en la foto de Jee Young Lee.

sábado, 8 de marzo de 2014

8 de marzo, día de la mujer



Cupcake hecho por mi hija Elena


Hoy es el día de la mujer. Lo peor de todo es que haya un día de… Eso significa que hay un concepto que recordar a la gente y mucho que reivindicar: es como el día de los derechos del niño, el día del SIDA, el día del orgullo gay… Por supuesto que no hay día del hombre, nosotras solo tenemos un día al año, los hombres, todos los demás.


Pero celebremos que hemos conseguido dar grandes pasos a favor de nuestro lugar en el mundo, sin dar muchos codazos y metiendo el dedo en el ojo a algunos… No hay más que mirar como está la mujer en otros países. No vamos a quedarnos con los brazos cruzados, hay que seguir luchando, por esas otras mujeres sin ningún derecho y por nosotras, que tenemos todavía mucho que pelear.

sábado, 1 de marzo de 2014

Nostalgia del ayer



Y allí sigue, en silencio, acumulando polvo, junto al proyector de cine, el barco pirata y la nave espacial. Y mientras pongo una película del pato Donald que espanta las arañas de la pared, los piratas se enredan en el mar de los Sargazos y vuelvo a ser un piloto del espacio, ella sonríe como entonces, me atrae con esa boca ya descolorida por tantos besos antiguos, baila a mi alrededor, y sus brazos se alargan hacia mí para abrazarme, y sus piernas se enrollan en las mías y siento sus pechos resbaladizos cada vez más turgentes, hinchándose con la bomba de la bicicleta. Y recuerdo que ella nunca fue tan distante como tú lo eres ahora.

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El último relato que presenté al ReC...