lunes, 29 de diciembre de 2014

Perdidos



Untitled, 2000 ©Jerry Uelsman
Perderme en el bosque, contigo. Era la única forma de volver a jugar juntos, nuestra aventura de los domingos, cuando papá y mamá dormían la siesta en sus hamacas bajo los pinos y las chicharras serraban el aire caliente perforándonos los oídos. Ellas me llamaban, me agitaban el corazón de exploradora, haciéndolo vibrar con un cosquilleo nervioso que me impedía estar quieta. Tú me esperabas en el sendero, ese que parecía no tener fin y caminábamos alejándonos del coche, de la mesa de camping con restos de comida, de la seguridad familiar. El sendero no tenía emoción ninguna, tú lo sabías bien. Así que decías, por ejemplo: “Hoy, veinte pasos, y nos metemos a la izquierda”, y yo asentía, con el corazón en un puño. “…dieciocho, diecinueve y… ¡veinte!”, contabas, y penetrábamos en la espesura, esquivábamos los pinchos afilados de los espinos y las zarzas, corríamos con emoción entre las hayas bajo su sombra cada vez más oscura. El sabor del miedo me empujaba a seguirte, pero con precaución: Pulgarcito me enseñó que echar migas de pan era inútil para encontrar el camino de vuelta; tu experiencia, que no siempre se consigue volver. Por eso me fijaba bien en todo aquello que pudiera servirme de referencia: el árbol retorcido bajo el que pasábamos agachados, los tres troncos cortados, el enorme roble que en realidad eran dos juntos, cuyos pies se unían enredando sus raíces. 
Una tarde me propusiste un juego nuevo: debía taparme los ojos con un pañuelo, y confiar en ti; después de tanto tiempo, conocías el bosque como la palma de tu mano. Por la seguridad que habías demostrado en nuestras últimas exploraciones, me dejé hacer. Me llevaste de la mano a través de arbustos que me arañaban las piernas, me hiciste recorrer un laberinto a ciegas, con más vueltas de las que esperaba. Mientras caminábamos me contabas que te encontrabas muy solo, que las noches se te hacían muy largas en el bosque, que echabas de menos los tiempos en que dormíamos en la misma habitación y mamá venía a darnos un beso antes de dormir. Eso me hizo sospechar. Quise quitarme la venda, pero me lo impediste, comenzaste a hacerme girar como si fuera la gallinita ciega. “¡Para, para ya!”, chillé, a punto de llorar y entonces dijiste: “Está bien, ahora ya es suficiente”. Cuando me quité el pañuelo, habías desaparecido. Nunca lo habías hecho antes de llegar de nuevo al camino. Y entonces, como tú aquella tarde, yo tampoco sabía cómo volver.

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Para el viernes creativo del 12 de diciembre en el bic naranja.

domingo, 28 de diciembre de 2014

En el libro de la vida



Diplopia, ©Alec Dawson


Entre tus piernas leo el libro de la vida. Voy pasando las páginas, las acaricio con ternura, las beso y las olisqueo con mi hocico inquieto, que se desboca al acercarse a mi sacerdotisa del amor. La hendidura del deseo se abre ante mí, un imán que me absorbe a tu interior. Y las páginas arden con el roce de nuestros cuerpos y sus letras se graban a fuego en nuestra piel, en nuestros labios, en los últimos jadeos del placer.

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Para el viernes creativo de el bic naranja

lunes, 22 de diciembre de 2014

Viernes creativo


©Troy Brooks

Estaba seguro de que su hermana gemela no derramaría ni una lágrima por ella. Algunos pensarán que cuando perdió su ojo, se secaron para siempre sus lágrimas, pero la verdad es que nunca las tuvo para su rival más odiada. Con la misma frialdad aséptica con que representa sus juegos de ilusionismo en el escenario, la abandonará en el suelo, caminará hasta el salón con pasos medidos y elegantes, abrirá la ventana, se fumará un cigarrillo en su boquilla plateada y después, llamará a urgencias. Aparentemente sin tocar nada, habrá limpiado todas las pistas que puedan inculparla. Todas, menos una: yo me quedaré al lado de mi querida Marge, pues por mucho que la maga insiste en meterme en su chistera, me resistiré con fuerza a sus deseos.

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Un nuevo relato para el último viernes creativo de el bic naranja. Más relatos, más historias de viernes, aquí

domingo, 30 de noviembre de 2014

Musa y sirena


©Jamila Clarke

Quiero contarte mi historia pero no me atrevo a mirarte a los ojos. Quizá porque tus ojos, tu boca, tu cabello, se parecen demasiado a los del hombre que amé. Aquel hombre me escribía versos, cada hora, cada día, me cubría de versos. Yo los guardaba en una maleta pequeña y cuando casi la llené decidí fugarme con aquel genio literario que me llamaba musa y sirena, que me acariciaba en sus poemas con la misma pasión con la que me amaba en la cama. Solo añadí a la maleta mi neceser y una muda limpia, y con eso dejé mi casa, pues entonces creía que no necesitaba nada más: ¿para qué quería vestidos, ni chaquetas, si sus palabras me arropaban?; ¿para qué quería libros si sus letras eran las más hermosas que jamás había leído? Al principio, nuestro hogar era el jardín del edén, siempre cálido, rebosante de placeres, me alimentaba de caricias y palabras hermosas. Yo le adoraba, le cuidaba, vivía solo para mi amante. Con el tiempo, los versos se espaciaron, las caricias se secaron en sus manos, y una marea de ginebra lo retenía hasta la madrugada en bares de mala muerte, insonorizados contra los cantos de sirena. ¿Y la musa, te preguntarás, qué fue de la musa? Todos los artistas saben que una musa se apaga si no la miran a los ojos. Un día rehice mi maleta, metí mi neceser y sus versos, y me marché de esa casa donde la indiferencia me acosaba en cada rincón. ¿Los versos, dices? Me costó librarme de ellos, una y otra vez los leía, y mis lágrimas corrían la tinta en el papel, pero desgraciadamente, me los sabía de memoria. Por eso los arrojé en el puerto, donde las gaviotas se encargaron de sacarles los ojos, picotearles las tripas y arrancarles mis entrañas envenenadas por su amor.


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Un nuevo relato para el viernes creativo de el bic naranja. Más historias, más relatos sobre esa maleta,  en el bic naranja

jueves, 13 de noviembre de 2014

Presentación y entrega de premios de "El cuentagotas" 2014





Ya se acerca el gran momento de la entrega de premios de "El cuentagotas".....

Mi relato "El río del señor MArtín" ha recibido el primer premio. El libro con los premiados y accesits se presenta el 22  de noviembre a las 18:00 en la Fundación Canal Isabel II.

Leerán los cuentos y un grupo teatral Yllana hace la representación de los mismos, estupendo para los chicos.

¡Estáis todos invitados!!!


martes, 16 de septiembre de 2014

Corazón eterno




Imagen de  Chiara Bautista


Yo no creía en otra vida después de la muerte. Yo solo creía en ti, en tus manos, en tus ojos, en tu boca, en ese pecho donde apoyaba mi cabeza cada noche para conciliar el sueño, oyendo tu corazón palpitar. La muerte vino a visitarnos y te eligió a ti, ojalá me hubiera preferido a mí. Ella no ha podido llevarse tu corazón, que sigue escondido bajo las sábanas; quiero escucharlo como una nana que me duerma para siempre y así conseguiré volar detrás de ti, pero suena con ese tic-tac eterno, tan fuerte, que me mantiene despierta y sin vida. Porque no hay vida después de tu muerte. 

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Para el viernes creativo del 12 de septiembre en el bic naranja. Podéis leer más historias inspiradas en esta imagen allí.

lunes, 15 de septiembre de 2014

El primer dilema




Como un bigote a lo antiguo, debajo de la nariz, bien negro y recto: así le gustaría que le creciera. Con un bombín y el bastón, le iba a sacar unas risas al abuelo, que es un fan de Charlot. Pero esos pelillos suaves, entre rubios y castaños, que sombrean su labio superior… ¡vaya ridiculez! Papá le ha dicho que cuando quiera le enseña a afeitarse, pero que se lo piense, porque cuando uno empieza, es la faena de todos los días, menudo engorro. Por eso sigue ahí, frente al espejo, dudando entre hacerse hombre de una vez, o mejor esperar un poco más. 

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Para Relatos en Cadena

domingo, 14 de septiembre de 2014

IV Premio "El cuentagotas"







Mi relato "El río del señor Martín" ha recibido el primer premio en el IV Premio de Narrativa Infantil El cuentagotas.
Si pincháis en la imagen podéis ver el fallo del jurado compuesto por compuesto por el escritor D. Luis Alberto de Cuenca, las editoras Dª Victoria Chapa Eulate y Dª Cecilia Gandarias Tena, junto con D. Cristian Ruiz Orfila, subdirector de la Fundación Canal.

Con los relatos premiados se editará un libro (edición no venal) que será presentado en noviembre en Madrid, alrededor del día 20, día Internacional de la Infancia.

Os mantendré informados cuando puedan leerse los cuentos premiados, así como de la presentación del libro.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Confesiones de un naúfrago


En la isla no había Viernes, ni siquiera viernes, el tedio de los días iguales unos a otros me abrasaba en la playa, sin otro quehacer que la contemplación de aquella marina infinitamente hermosa. Si al menos hubiera tenido alguno de los libros que citaba cuando los periodistas me preguntaban: “¿Qué se llevaría a una isla desierta?”. Miento, jamás me preguntaron eso; en realidad, cuando en la televisión entrevistaban a otro, me imaginaba a mí mismo enumerando mis autores preferidos. Después del naufragio, mi único entretenimiento consistía en escribir sobre la arena versos que las olas lamían con avidez. Tras aquella golosina, su espuma se tornaba liviana, sedosa, más burbujeante. Y como recompensa, las olas retrocedían, se enrollaban sobre sí mismas para arañar el fondo de mar, tomaban impulso desplegándose hacia arriba, hacia la orilla, y una espiral de peces llovía a mis pies. Todas las tardes. Era la primera vez en mi vida que recibía un sueldo por escribir.

No escarmentaré nunca. Mis sueños nunca se cumplen. Hace tres noches, arrojé una botella al mar. En ella había soplado unas palabras de auxilio: “Por favor, no vengan a rescatarme”.  

lunes, 1 de septiembre de 2014

Un oasis en cada esquina

(traéme un puñado de arena para mi jardín zen)

Paseaba por las orillas del río, recogiendo todo lo que encontraba en los bolsillos de su falda: hilachas de niebla, arcoíris en cristales rotos, crujidos de hojas secas, frutos de escaramujo, flores silvestres, las ráfagas de cierzo que se le metían por todo el cuerpo sin pedir permiso... Algunos días pensábamos que el viento se la llevaría volando para reunirla con sus hermanos serafines, pero ella le plantaba cara y no se dejaba arrastrar, pues tenía alma de ángel de tierra, de esos que vuelan sin levantarse ni un palmo del suelo, y, cogidos de su mano, nos hacía volar también con ella, con sus historias contadas al oído.
Una de esas tardes, recogió un grano de arena y, contemplando aquella partícula infinitesimal en la enormidad de su mano, tuvo la certeza de que el mundo entero cabía en él. Guardó el grano de arena en una cajita y desde de entonces, los tesoros con los que tropezaba en sus paseos iban a parar dentro del grano de arena. Allí, con las hilachas de niebla tejía bufandas para el verano, los arcoíris reinaban en el cuarto de los niños, los crujidos de hojas secas sonaban como las zapatillas de la abuela arrastrándose por el largo pasillo, los escaramujos se convertían en narices de payaso, y las flores, unas veces terminaban engarzadas en guirnaldas para las fiestas, y otras como hermosas coronas funerarias. Y hasta conseguía calentar el cierzo con su aliento para transformarlo en siroco. Al atardecer, los silbidos de los estorninos piropeaban a las chicas guapas, mientras que las plumas de cisne hacían cosquillas a las chicas feas.

Su grano de arena se llenaba cada vez más, y sus amigos y admiradores nos acercábamos a mirar cómo crecía y crecía… Y ella nos mimaba… La sonrisa explosiva de una ninfa isleña retumbaba en las paredes del grano y un martín pescador que siempre se quejaba de pescar botas en mal estado acababa comiéndose sus deliciosos pescados al horno. Con el envés aterciopelado de las hojas de los álamos arropaba a las ranitas hartas de la humedad de las charcas, y sus encantamientos atraían a las brujas de ciudad. Algunos viernes se dejaba tentar por unas concurridas fiestas de letras y enviaba al anfitrión una de sus tormentas de arena. Y princesas norteñas leían y releían sus historias largas, animándole a ampliar el horizonte del pequeño grano de arena.

Hasta que a nuestra amiga la empujaron a conocer otros mundos. Lo que nunca pudo imaginar es que viajaría a un lugar lleno de granos de arena. Un mundo que parece estar en otro mundo, pero que está en este.

Desde allí nos llegarán sus soplos de viento simún cargados de nuevas historias, más cálidas, o quizá más frías, para compensar las temperaturas agobiantes del lugar. Y nos perderemos en su desierto, con la esperanza de encontrarnos con nosotros mismos, pero sobre todo, para encontrarnos con ella. Porque aunque le gusta sembrar la inquietud en los espejismos, también  habrá plantado un oasis en cada esquina para sacarnos de la arena.

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Para Ángeles y para todos aquellos que disfrutáis de su mundo en un grano de arena.

viernes, 15 de agosto de 2014

Relatos con banda sonora: La chica de Ipanema


Bajo el tarareo sensual de La chica de Ipanema, surgieron dos relatos musicales:



Encantadora de serpientes
Empieza a tararear esa canción en la cocina, la que me vuelve loco entre sus labios, esa que susurra con voz de ola; los pies embrujados me conducen por el pasillo, atraídos por su vocecilla, y al entrar en la cocina el volumen es un pelín más intenso, pero mantiene esa inocencia que enreda mis sentidos; mientras ella rebana los calabacines, le acaricio la espalda y exclama: ¡Déjame, tonto…! Ya no soy más que una serpiente encantada ante sus ojos brillantes, que con el calor de un beso la desarma de cuchillos de cocina y la viste de escalofríos.

La chica del verano
Corría por la orilla con pasitos saltarines y yo la perseguía, la adelantaba, e improvisaba una voltereta solo para oírla decir: “¡Mira que eres bobo…!”, con esa risa que ni los duendes sabían imitar. 
Atrapábamos lunas menguantes… Nos amábamos con el vaivén de las olas… 
Pero septiembre se la llevó con el paso de las golondrinas. Su ausencia devora mis noches y en la claridad del alba, las cortinas hinchadas por el viento se disfrazan con su aroma y susurran sus mudos “te quiero”. Abrazado a ellas nuestro amor vuelve a danzar, con su cadencia ondulante, una y otra vez.  


jueves, 31 de julio de 2014

JULIO 2014



River Ness, Inverness, Escocia


Las noches de Inverness están llenas de color. 

martes, 8 de julio de 2014

Sueños de taller


Luego, si se fijan, acaban arrancando esa hilacha del pantalón, porque cuando dejan los hilvanes, la patrona se enfada. Los arrojan a un cesto de hilos y retales estampados en el que la mirada de Dhurjati, entre puntada y puntada, navega por mares que bañan islas con palmeras hawaianas. Al desatender la labor, se pincha un dedo, y su sangre mancha el tejido; sabe que se lo descontarán de la paga. Patalea furiosa la máquina de coser, al unísono con otros miles de pies; un temblor recorre el cochambroso edificio, acompañado de un rugido como de tigre y Dhurjati pierde el suelo firme. Apenas puede aferrarse al jirón de palmeras y, durante los tres días que permanecerá sepultada entre escombros, logrará sobrevivir hilvanando ese sueño de paraíso. 

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El último REC hilvanado con hilachas, en recuerdo del desastre de Bangladesh

lunes, 30 de junio de 2014

JUNIO 2014




En verano, calmo mi sed de atardeceres

sábado, 21 de junio de 2014

La piel enamorada



Imagen de Antonio Mora

Un hombre puede conseguir ser un náufrago durante cien años y que la barba no le llegue hasta los pies. Pero conquistar a una sirena requiere el valor de un marinero audaz, sordo y ciego, la mirada de un seductor, la caricia sibilina de las algas silenciosas, el aroma de las azucenas de mar y un fondo musical de arpas submarinas. Yo no poseía nada de eso, y sin embargo, cuando deshilachaba las nubes del atardecer en la playa para tejer mis poemas, una sirena se acercaba a la orilla para escucharme. Las olas se aliaban con ella y lanzaban su espuma sobre mi cuerpo para apoderarse de mis versos. Cuando una ola más potente me arrastró hasta ella y rocé su espalda desnuda, encontré el tacto de mis poemas grabado sobre su piel.

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El último viernes creativo huele a mar, debe ser que tenemos ganas de vacaciones, la playita... No te pierdas las otras historias sugeridas por esta imagen de Antonio Mora en el viernes creativo de ayer en el bic naranja.

domingo, 8 de junio de 2014

Reflejos





Busco en los reflejos
un sueño que desea ser verdad,
la realidad se reblandece,
huye de sí misma,
y vuela en un estanque de imposibles.

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Para Leica, que me inspira algunas veces


jueves, 5 de junio de 2014

Cuenta atrás


Mucho me temo que vienen a rescatarme, oigo sus pisadas bajando la escalera de piedra, y yo sin poder impedirlo. Quiero gritarles, pero el cuarto está insonorizado, no servirá de nada. Me pregunto cómo no han sospechado de lo fácil que ha sido seguir las pistas para llegar hasta el zulo. Mis secuestradores se mofaban de la exactitud con que la policía acertaba en sus pesquisas; cada día tachaban la cuenta atrás en ese calendario. Hoy hemos llegado al día rodeado con un círculo rojo. En cuanto abran esa puerta, vamos a salir todos volando.

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Un nuevo despojo para relatos en cadena de esta semana.

sábado, 31 de mayo de 2014

MAYO, 2014



En la ciudad, huele a primavera enlatada.

Mantra religioso


Ilustración de mi hija Elena Rovira

No pueden evitar asomarse en cuanto salimos a pasear por el bosque, curiosos y anhelantes, pero enseguida echan a correr como conejos, como si no estuvieran deseando saborear la canela de nuestra piel. Siempre logramos cazar una docena: no solo los que no corren demasiado, también el hombretón babeante ante nuestros pechos desnudos, incluso algún osado Apolo cuyos ojos  nos dicen que pretende disfrutar de nosotras y luego escapar. Por la noche comemos y bebemos, la música de los tambores nos incita a un salvaje placer y los hombres responden bajo nuestros cuerpos olvidándose en ese momento infinito de su destino. Los acariciamos, los besamos, los poseemos con la delicadeza de las hadas y con los zarpazos de las panteras; las pócimas y los ungüentos hábilmente aplicados consiguen encender de nuevo su deseo y recuperar su potencia sexual para que sigamos amándolos durante toda la noche. Y una vez abandonados, exprimidos y exhaustos, en ese paréntesis de la vida que queda suspendido en el aire y se confunde con la muerte más dulce, la mano de las sacerdotisas ejerce su poder sagrado, y los despojan de su último aliento con un beso y una daga que les roba el corazón.

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Con este relato participo este mes en esta noche te cuento. Podéis verlo por allí aquí

jueves, 29 de mayo de 2014

Crónica de la IV Microquedada, Barberá del Vallés-Barcelona

Sábado, 17 de mayo, 2014
Con el habitual retraso que me caracteriza, os dejo mi crónica de aquel intenso día entre microrrelatistas... 
Llego tarde, llego tarde, decía el conejo corriendo con el reloj en la mano....

La llegada a Barberá de un grupo de microrrelatistas, foto de Ximens, mejor dicho, cámara de Ximens y foto de Antonio, el marido de Mar Horno 

Una ola de microrrelatistas tomó Barberá del Vallés el sábado 17 de mayo. Alrededor de la biblioteca Esteve Palucie, la emoción de los primeros encuentros y reencuentros se materializó en abrazos, besos y conversaciones animadas. De la mano de Guri y siguiendo las huellas del dinosaurio, los cuentistas alcanzaron las estanterías de la biblioteca donde reposan los libros de microrrelatos y se lanzaron ávidamente sobre sus páginas, entusiasmados de disfrutar de aquel tesoro.

Mar Horno atrapa al dinosaurio
Inés Andrés Suárez, catedrática de literatura y antóloga del libro “Antología del microrrelato español, 1906-2011” no pudo acudir a su conferencia programada, debido a una huelga de controladores aéreos, pero en su lugar, Ginés Cutilas estaba esperando a los microrrelatistas en la sala de conferencias, donde había escondido en el armario a su koala. El pobre Ginés había perdido la voz, pero encontró a un perfecto secretario, Xesc López, que prestó sus cuervas vocales para la lectura de micros y decálogos de escritores. A pesar de sus dificultades, Ginés nos deleitó con sus micros llevados al cine, pudimos ver el paso de la palabra a la imagen en dos cortometrajes: “Un Koala en el armario” —de elaboración propia de Ginés Cutillas— y “Once metros”. El tercer microrrelato “Falsas notas” pudimos escucharlo en la voz de Xesc, pero el corto inédito que habían realizado a partir de él un equipo de producción griego se obstinó en permanecer oculto, con la colaboración inestimable del ordenador (la informática puñetera siempre haciendo de las suyas).
Ginés Cutillas y su secretario Xesc López

 También hubo lectura de microrrelatos a cargo de dos microrrelatistas veteranos, Antonio Beneyto y Albert Tugues, participantes en la anteriormente nombrada antología del microrrelato. Antes de la lectura, Beneytos se explayó en relatarnos su vida y milagros (y eso que, en sus propias palabras, él, era escritor y no se le daba demasiado bien hablar…), especialmente incidiendo en el carácter minoritario de su escritura, de lo que estaba más que orgulloso. Seguramente, un poco de humildad y brevedad hubiera caído mejor en la audiencia, pero no olvidaremos sus relatos, tremendos, impactantes. Albert Tugues, por el contrario, leyó sus micros quizá con demasiada discreción y pudor. Contraste de caracteres, desde luego. Sus micros también fueron de maestro relatista. Él mismo dijo sentirse como un cantaor flamenco, dado que le habían preparado asiento para la lectura en un par de sillas frente al micrófono, lo cual le daba un aire rematadamente folcklórico.

Albert Tugues

Para terminar el acto, tras la lectura y comentario por parte de Ginés Cutillas de decálogos de Horacio Quiroga, Gabriel García Márquez, Augusto Monterroso, Andrés Neumann y del propio Ginés, este último propuso un debate sobre la necesidad de reglas en la literatura o si debíamos considerarla totalmente libre. En realidad, los decálogos tienen mucha parte de ironía, una buena dosis de experiencia y un resumen de lo que le funciona a un escritor cuando se sienta ante la página en blanco (o ante la página por corregir y recorregir). Las reglas a mi entender no pueden limitar el arte, pueden servir de guía, pero sin libertad no habría evolución en la literatura ni en ningún arte, ni existiría un estilo propio de cada escritor. Utilicemos las reglas como orientación, utilicémoslas para saltárnoslas, creemos nuestras reglas personales. Si establecemos y aplicamos rígidas reglas podemos crear un robot que escriba historias presumiblemente perfectas, ya existen editores informáticos de este tipo. Pero como a todo robot, les faltará alma. Con lo fácil que me ha sido escribir esto, y allí no abrí la boca… No hubo demasiada participación en el debate, aunque se planteó también la necesidad de la formación de los escritores, si son o no necesarios los cursos, la importancia de los principios en los relatos (contrariando a García Marquez) y también la importancia de los títulos en los microrrelatos… Tampoco el tiempo dio para mucho más, ya era la hora de comer…

La comida se celebró en el centro cívico de Barberá del Vallés, promovida por el ayuntamiento; la concejala de cultura estuvo presente en todos los actos del día. Ensalada, butifarrada y crema catalana nadando en caramelo…
Nuestra mesa, foto de la fotógrafa de Raquel Lozano

Compartí comida y charla sobre todo con mis amigos hacia la derecha: Jesús Esnaola, Ginés Cutillas, Susana Camps y Marta López, a quien me encantó poder conocer un poquito más, pues no había coincidido en otras ocasiones con ella. Volvimos a charlar sobre literatura, sobre la ayuda de una formación para el escritor, pero que nadie crea que un curso de escritura creativa da como resultado a un escritor: un buen profesor, un buen curso, nos proporcionarán las herramientas y una cierta práctica para manejarlas, pero después de eso hay que poner algo más. Quizá la gente piense que como todos aprendemos a escribir, no hace falta un cursillo, aunque escribir bien no lo hace cualquiera. Como resumen, la pregunta clave la dejó en el aire Ginés Cutillas: “¿Cuántos escritores de novela malos conocéis? ¿Y a cuántos escritores de microrrelatos malos conocéis?”. Es cierto, quizá cualquiera nos atrevemos a escribir un microrrelato…

A mi izquierda, hice menos caso a mis amigas Ana Martínez, Mei Morán, Laura Garrido y Marina de la Fuente, ¡pero es que no se puede estar a todo!
Laura Garrido y Mei Morán
Mei Morán sabe muy bien la solución a esta adivinanza:
“¿En qué se parece una camiseta a una libreta?”

¡En que las dos se han llevado montones de besos!


Mei, en cuanto me vio, sacó su libreta del bolso, arrancó la primera página que había escrito y ¡me la regaló! Ahora tengo en mi casa a estas primas hermanas: la una en mi armario y la otra en mi bolso, y cuando se juntan, sonríen seductoras con muchas boquitas pintadas. Lo que no sabe Mei es que colecciono libretas bonitas, y que, como toda escritora, llevo una en el bolso para anotar todo eso que pasa por mi cabeza en cualquier momento del día. Esta libreta nueva la guardo para mi diario de viaje de este verano.
Y es que siempre que vengo a Barberá alguien me regala una libreta, si no que se lo digan a Mónica Sempere, que también me obsequió el septiembre pasado con otra libreta (que ya he terminado de cabo a rabo) con una ilustración preciosa de su librería Diarium.

Leyendo mi caja de Pandora, foto de Jams
Con Xesc como maestro de ceremonias —y es que este chico vale para todo—, comenzó la lectura de los micros tuneados, esa tradición tan bonita de las microquedadas, en la que cada uno trae un micro “tuneado”, es decir puesto en bonito y original, hecho con todo el cariño y con nuestras manitas, para regalarlo a otro micorrrelatista. Llevas un micro tuneado, se ponen todos en una mesa, se les asigna un numerito, metes la mano en una bolsa, sacas tu numerito y te llevas el micro que te toca. Previamente al sorteo, cada uno nos leyó su micro, con más o menos nervios. Cabe destacar la actuación de Laura Garrido, que nos hipnotizó desplegando su micro como un ilusionista mientras nos narraba la historia de un valle y un poeta.

Yo llevé una caja de Pandora con un contenido muy especial, que se marchó con la simpática Eva García,  y me traje otra caja, “Solo amigos”, de Manuel Rebollar Barro, con esa fusión entre las palabras y la imagen adecuada que caracterizan sus intervalos. Hubo tuneados para todos los gustos, de todos los colores, de muchos olores y donde las palabras eran siempre las protagonistas.

Mi caja de Pandora, para abrirla y leer su contenido, pincha en la foto

"Solo amigos", de Manuel Rebollar, para ver su tuneado, pincha en la foto.

Tras la comida, corrimos al otro rincón del microrrelato de Barberá, la microlibrería Diarium, de Fernando Martínez y Mónica Sempere. Y es que el dinosaurio ha ido dejando en esta población sus huellas firmemente marcadas. En este espacio se amalgaman armoniosamente las revistas, con los micros, con los libros infantiles, con los carteles de Mónica y Fernando, con los talleres de comic y de microrrelatos, con las fotografías, con el arte en general. Allí nos dieron a conocer sus libros Mar Horno y Pedro SánchezNegreira, presentados por Mónica Sempere y Javier Ximens, con lectura de micros de sus respectivos libros “Precipicios Habitados” y “Verde como el hielo”, en la que participó también Elysa Brioa. En este acogedor espacio escuchamos sus micros, volvimos a charlar con amigos, por fin acudió Pedro Herrero que no había podido venir antes por una comunión —vamos a tener que elegir otro mes para las microquedadas, mayo tiene demasiados compromisos familiares—, conocí a Carles Quilez, con Iván Teruel tuve una interesante conversación sobre la dificultad de escribir una novela, conseguí mi ejemplar de “Precipicios Habitados” de Mar Horno (con dedictoria, claro), “Verde como el Hielo” ya me lo había firmado por la mañana el gran Pedro; saludé y conocí brevemente a Miguel Jiménez Salvador —qué lástima no haber hablado más contigo, Miguel—….

El tiempo pasó deprisa deprisa, y a las siete y media corrimos a coger el autobús que nos llevaría al acto final de la microquedada: la presentación del libro colectivo “Despojos del ReC”, en Barcelona, en cervezas Moritz —patrocinadores también de este proyecto—. En el autobús, charleta sobre libros leídos con Marina de la Fuente, Ana Martínez Blanco y Mei Morán, ahí tuvimos de todo desde el clásico "Nada" de Carmen Laforet, pasando por best sellers como "El tiempo entre costuras", "Juego de tronos", y también los cuentos de Javier Tomeo... y muchos más que no me acuerdo.

Antes de entrar en Cervezas Moritz, con ganas de ver un sueño hecho realidad. Foto de Ana Fuster

El ibro de "Despojos del ReC" debe su publicación a Fernando Martínez, que ha sacado adelante el sueño de un montón de participantes en el concurso semanal de cadena ser “Relatos en cadena”, que semana tras semana dejaban sus palabras en un cesto que se perdía en la nada. Fernando propuso que nos despojáramos de cinco de nuestros relatos enviados a concurso que no hubieran sido seleccionados, y por votación de los participantes en este proyecto elegiríamos los tres mejores relatos de cada uno. A través de Facebook se fue gestando este sueño, leyendo y votando nuestros relatos semanalmente. Como resultado, este maravilloso dinosaurio relleno de despojos de setenta autores, ilustrado por otros setenta ilustradores que consiguió convocar también Fernando.

Fernando Martínez presenta Despojos del Rec

Una gran emoción asistir a la presentación en sociedad de este libro en el que muchos de los presentes habíamos dejado nuestras letras. Fernando Martínez presentó el libro con la humildad de quien solo pasaba por allí, cuando ha sido el motor inicial y el que ha llevado hasta el final el logro de este libro que suma tantas ilusiones individuales. Pero es cierto que en él han colaborado muchas personas sin las que no hubiera sido posible esta publicación como Rubén Rojas Yedra, nuestro corrector de estilo, y todos los que aportaron su mecenazgo a que este sueño se convirtiera en realidad.

Descubrimos la faceta de actor de Pedro Herrero

Apareció también en escena PedroHerrero, un auténtico showman, ¡este hombre sube al escenario y se transforma! Habló con la calavera como un auténtico Hamlet, encarnó a otros Hamlets más actuales y nos deleitó con un pupurri de versos encadenados de grandes poetas: Espronceda, Machado, Becquer y tantos otros…

Por último, el plato fuerte del acto: “Despojadas”, la obra de teatro de Miguel Ángel Flores, escrita especialmente para la ocasión e interpretada por María Lesmes y Julia Mora. Las dos actrices dan vida a dos mujeres en camisón, a punto de echarse a la cama, en ese momento de la noche que invita a las confidencias y cotilleos. En esas confidencias nos van contando: “Me dijo Fulanito…” y ese Fulanito es el autor del micro que cuentan a continuación, incluido en el libro despojos del Rec. La obra enlaza perfectamente unos micros con otros y la interpretación de María Lesmes y Julia mora fue magistral.
Las dos Despojadas, fotos de Pedro Rovira




Probamos la cerveza Moritz —qué buena, buenísima— y todo se precipitó de repente porque había que cenar, los que se habían apuntado a la cena en este mismo recinto de cervezas Moritz desaparecieron rumbo al comedor y siento no haberme despedido de muchos de ellos, pues mi idea era reunirme después de cenar, pero al final me pudo el cansancio y me retiré con la familia a dormir. Otros también cenaron por los alrededores y luego se juntaron para la coctelera final.

Como no pude despedirme de vosotros con besos y abrazos de verdad, allá van ahora mis besos y abrazos virtuales, que no por falta de materia son menos sentidos. Y un enorme brindis por todos los que no pudisteis venir, pero que estuvisteis en nuestros corazones.

***
Una completa crónica tenéis en Internacional Microcuentista, de la mano de Laura Garrido, que ha efectuado un resumen completísimo de la jornada, aunque seguramente ya la habréis leído.





martes, 20 de mayo de 2014

Solo amigos, de Manuel Rebollar




Y este fue el genial micro tuneado de Manuel Rebollar que ahora tengo en mi estantería. ¿A que es una chulada? Si no veis bien el texto, pinchad en la foto para ampliar.



La verdadera historia de la caja de Pandora





Mientras voy preparando una crónica de la IV Microquedada aquí tenéis mi micro tuneado para la ocasión. Cuando una caja de PAndora se abre ya no puede volverse a meter en ella su contenido... Le tocó en suerte a Eva García, que ahora tiene esta cajita abierta en su casa, y derramando sin cesar... Pero mejor os cuento el cuento, ¿no? Y véis la foto final...

La verdadera historia de Pandora
La hermosa caja de lapislázuli lucía con brillo de estrellas en el altar de la casa, convocando a dioses y a humanos. Aquella caja había pasado de padres a hijos en la familia de Zais. Este había prohibido a su esposa Pandora acercarse a ella; no debía abrirla jamás, pues solo sus antepasados y sus descendientes habían sido designados por los dioses para colmarla de ofrendas. Si cualquier otro la abriera, grandes males se desatarían por el mundo y harían infelices a la humanidad eternamente. Pandora contemplaba a escondidas como Zais se acercaba a la caja con las últimas luces del día, abría su tapa y guardaba en su interior una sustancia etérea que ella nunca llegaba a vislumbrar. Cuando la cerraba de nuevo, una sonrisa de la más intensa felicidad se expandía placenteramente por el rostro de su amado. Este rito diario hizo que la curiosidad de Pandora por aquella caja fuera en aumento. Ella también quería disfrutar de su contenido, no podía haber nada malo en ella cuando Zais expresaba ese inmenso gozo y beatitud al contemplarlo.
Así que una noche, cuando estuvo segura de que Zais estaba profundamente dormido, se acercó con sigilo al altar y abrió la caja con mucho cuidado. A la luz de la vela descubrió un racimo de palabras enredadas: colibrí, musgo, laguna, arcoiris, saturnal, frambuesa, abalorio, enamoriscar, luna… Al ver la caja abierta de par en par, las palabras, conscientes de su libertad, salieron en tropel con una risa de cascabeles, cantos de pajarillos y relinchos plateados. Desde aquella noche, en el mundo empezó a soplar el viento racheado de la poesía. Gracias a Pandora, todos los humanos pudieron  gozar de la locura de rimas y leyendas, mientras el avaro Zais rabiaba en un rincón por haber perdido su gran tesoro.




viernes, 16 de mayo de 2014

Con los cinco sentidos y una gota de azar


Imagen de Marlous van der Sloot


Tu lengua estaba tierna, dulce y fresquita, jugueteaba con la mía a enredar amores y bailar tangos bajo las farolas de la plaza. Los ojos se nos cerraron para sentirnos más intensamente, era su íntima forma de colaborar en acercarnos el uno al otro. Olías a masaje para después del afeitado, limpio y atrayente, la nariz no podía dejar de unirse a la orgía desbordada. Las manos, esas sí que tenían faena: en tu cintura, en mis nalgas, apretando un cuerpo contra otro, bajo mi vestido vaporoso, haciéndote cosquillas detrás de la oreja, buscando tu entrepierna, acariciando mis senos. Para redondear el momento, un coche se detuvo en el semáforo con las ventanillas abiertas, y su música invadió la calle: “…bésame, bésame muuuucho… como si fuera esta noche la última vez…”. Aquella fue para siempre nuestra canción.

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Hoy es viernes creativo en el bic naranja, ¿te apuntas a leer y escribir historias sobre este helado de Marlous van der Sloot?

IV Microquedada en Barberá del Vallés-Barcelona



Este año los microrrelatistas nos reunimos en Barberá del Vallés y Barcelona. Tenemos un programa muy completo, todo comienza en la microbilbioteca Esteve Paulize con una conferencia de Irene Andrés Suárez, especialista en este arte, después nos zamparemos una butifarrada, seguiremos con la presentación de los libros de microrrelatos de Mar Horno y Pedro Sanchez Negreira en la microlibrería Diarium y terminaremos con la presentación del libro "Despojos del ReC" en Barcelona.



¡Tengo ganas de ver a los viejos amigos otro año más y de conocer a los nuevos que participan este año!!!! Ya no falta nada para reunirnos.

jueves, 15 de mayo de 2014

Primavera de relatos indignados 2014




Cada mañana, nuestro pulcro ministro disimula las sombras bajo sus ojos con un quitaojeras que roba a su mujer. Lee las noticias en su tablet mientras añora los viejos tiempos de los periódicos en papel, cuando después del desayuno, y tras su diaria defecación, se limpiaba el trasero con las páginas de las miserias cotidianas y se libraba de ellas con un simple gesto: tirar de la cadena. Ahora sale de casa y las miserias —el paro, las protestas juveniles de los estudiantes sin futuro, las seniles de los jubilados, las exigencias de los políticos europeos de caninos vampíricos— siguen agazapadas en su tablet y si enciende la radio del coche también zumban en la voz de ese locutor que pincha con su aguijón afilado. Claro que puede cambiar de emisora y escuchar las alabanzas de sus amigos que le invitan a seguir por el buen camino, ese que lleva sin rodeos a la bonanza de los paraísos fiscales y las benditas corruptelas, con un final feliz en el que todos ellos comen perdices. Pero los jóvenes están otra vez ahí, interrumpiendo el tráfico en la avenida, y también los viejos con bastones alzados, y las palomas salen volando de estampida y se le cagan en el parabrisas sin que lleve la puñetera escopeta… Añora tanto los viejos tiempos, que dicta leyes que retornan al pasado y solo así se siente seguro y en paz cuando vuelve a casa y se calza las zapatillas, aunque sus ojeras vuelvan a asomar.


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Un año más, los relatos indignados inundan la red en primavera en

viernes, 9 de mayo de 2014

Viernes con historias. Un año de viernes creativos





Nos reuníamos los viernes. Primero Fer nos ponía una película o sacaba el álbum de fotos, o traía un dibujo que le gustaba, o simplemente soltaba tres o cuatro palabras, lo que le apetecía… Metíamos aquello en la batidora, le dábamos mil vueltas, le añadíamos un poco de ron y de ginebra y vomitábamos nuestras resacas a golpes de bic naranja.
Podía ser un pez en una caja, unas abuelas ciegas, monstruos elásticos, un autobús en la nieve, un ramo de rosas… Cualquier cosa valía para estimular nuestras cabezas huecas. De ahí muchas veces surgía el amor, ese que siempre nos sale tan bien, o el desamor en un puño cerrado y rabioso; nos bañaba una ola de poesía y el erotismo nos erizaba la piel. Anita llegaba siempre la primera, soltaba su bomba y una sonrisa, y a su voz nos íbamos uniendo uno detrás de otro en una fiesta de palabras. Nos gustaba ir allí, dejar nuestro borrón y pringarnos con los manchurrones de los otros. Y cuando nos íbamos nos quedaba el sabor de las historias en el paladar y en los oídos y el deseo de que llegara el próximo viernes.
Hoy nos toca brindar por esos viernes creativos y por los que vendrán.
¡Felicidades a todos! Y sobre todo al anfitrión, que pone la casa y las bebidas.
Gracias, Fer, por esos viernes-musas que nos saben tan bien.

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Hoy cumplen un año los viernes creativos de el bic naranja. 

martes, 6 de mayo de 2014

Eterno girar

En la plaza del Pilar, mientras los otros niños encorrían las palomas, a mí me gustaba girar sobre mí mismo, con los brazos extendidos; ante mis ojos pasaban vertiginosos las torres, el pórtico, la gente, los arcos de los porches, las sillas de los cafés y a empezar otra vez: torres-pórtico-gente... Mamá me gritó:
—¡Para ya, que te vas a caer!
Precisamente, al detenerme, venía lo mejor: sentirse como un borracho, un pie aquí otro allá, la cabeza que parecía querer escapar y los objetos que no cesaban de girar. Por eso aquella tarde le pregunté a mamá si era yo quien daba vueltas o era el mundo el que giraba alrededor de mí. Y ella, con una carcajada, contestó:
—El mundo gira para ti, tesoro mío  —y me dio en la frente uno de esos besos que olían a nocilla y a agua de rosas.

Al crecer descubrí, como Galileo, que ya el mundo no giraba para mí, sino que era yo quien giraba para el mundo. Aun con todo, ella siempre siguió como un satélite sobre mí, pendiente de mis caprichos, de mis errores, de mis desplantes, de mis dolores, para criticarme y para aplaudirme. Una tarde la luna se la llevó y desde entonces me asomo cada noche para verla girar a mi alrededor.

sábado, 3 de mayo de 2014

El ruiseñor



Imagen de Adam S. Doyle


Despertar las noches de luna nueva con los caninos afilados me conducía a la ejecución del consabido ritual, con el despliegue de toda su parafernalia: la capa larga de cuello alzado, las alas de murciélago recortadas contra el astro blanco, el aleteo feroz que me transportaría como un rayo hasta mis víctimas. Pero si mi arte había llegado a la verdadera perfección en el cumplimiento de sus objetivos, no había sido por su práctica continuada durante siglos, sino gracias a la cuidadosa preparación en la que me afanaba durante las noches previas. Me travestía en un pequeño y delicado ruiseñor, que rondaba a las más bellas mujeres hasta el amanecer. Al oírme cantar, ellas se asomaban a la ventana presas de un extraño deseo que vibraba en sus labios y les escalofriaba las entrañas. La excitación provocada en las damas iba en crescendo cada noche al compás de la luna. En el triunfo del plenilunio, sin embargo, no había canto, el silencio las oprimía de tal modo que la ansiedad secaba sus bocas ardientes, sus oídos anhelaban la voz del amado y sus ojos brillantes buscaban en la blanquinosa noche al amante soñado. Inquietas, desasosegadas, se acostaban, pero dejaban abiertos los postigos por si aquel ruiseñor regresaba a besar sus labios, sus pechos enfebrecidos. Por las ventanas abiertas de par en par penetraba mi alma joven y antigua al mismo tiempo y las tomaba en sus lechos de princesas o campesinas, en sus cuellos mis colmillos les insuflaban el amor eterno, mientras yo recolectaba la miel de su sangre fresca y absorbía la lozanía que alimentaba mi inmortalidad.

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Un nuevo viernes creativo en el bic naranja, a partir de una imagen de Adam S. Doyle.


miércoles, 30 de abril de 2014

ABRIL 2014




Busco en la soledad refugio para mis pensamientos