viernes, 28 de febrero de 2014

FEBRERO 2014



De mi álbum de fotos


Carnevale di Venezia

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El fin de semana pasado estuvimos en la inauguración del Carnaval de Venecia. Las máscaras, los trajes elegantes y dignos del siglo XVIII, los enmascarados, un espectáculo impresionante...

martes, 18 de febrero de 2014

Mi otro yo


Estos días ando por esta noche te cuento con una máscara, que para eso estamos en carnaval. Podéis leerlo aquí.

La ilustración que preside este mes esta noche te cuento es de Sara Lew que nos deleita con una máscara sugerente que expresa la dualidad del espíritu humano, lo cual casa muy bien con mi relato. Una máscara triste por un lado y reservada e intrigante por otro. Una máscara para hacernos inescrutables a los ojos de otros y ocultar lo mejor y lo peor de nosotros mismos.


jueves, 6 de febrero de 2014

Encuentro en Colegio Francisco de Goya, Calatayud (Zaragoza)




El viernes 31 de enero estuve en el colegio Francisco de Goya de Calatayud, con los alumnos de 5º y 6º de primaria que habían leído “Dragón busca princesa”. Fue un encuentro muy interesante, un gran montón de chavales (más de cien), con los que estuve charlando sobre cómo surgió este libro. Estuvieron muy participativos e hicieron muchas preguntas: si me gusta leer, cuestiones sobre el libro, cuál era mi personaje favorito (mmm, la bruja Parla Parloti, como no), alguno estaba interesado en qué me inspiró para escribirlo, otros de donde saqué la inspiración para el enano maligno. Les conté que mi enano maligno fue lo más feo, horrible y asqueroso que pude imaginar…




Uno de los chicos tuvo una pregunta sobre una de las escenas del libro, que él no entendía muy bien cómo podía ocurrir: “Primero el que parece interesado por la princesa es el dragón y luego de repente, es David el que le da el beso…”. Lo que le extrañaba a este niño es que un chico de solo 11 años pudiera enamorarse. Bueno, no suele ser muy habitual, los chicos a esa edad piensan de las chicas: ¡Puaaaag, chicas! Y las chicas, dicen: ¡Puaaaagggg, chicos! Luego, cuando pasan unos pocos años, todo cambia y las chicas se acercan con atrevimiento a los chicos y las chicas se hacen también de repente atractivas para los chicos… Si no, ¿dónde estaría el amor?  Así que David es uno de esos niños adelantadillos que, de repente, descubre el eterno femenino y no sabe qué tiene esa princesa que no puede dejar de mirarla y ¡zas!, se enamora. Y encima, y le saltan los colores por ello, hasta lo reconoce públicamente. Es extraño a esa edad enamorarse, pero desde luego un amor a esa edad tiene que ser muy bonito, ¿no lo creéis así? La pregunta me dio para pensar, no porque no se deba tratar el amor en un libro para niños (o que no deba describirse una escena con un beso en la boca, como me dijeron cuando presenté este libro en la editorial y que yo rebatí diciendo que otras cosas menos adecuadas ven los niños en la tele todos los días), sino por la extrañeza que puede causarles ese sentimiento que ellos no reconocen en un niño de su misma edad. Pero en realidad para eso sirvan también los libros, para descubrir sentimientos que nunca hemos vivido y que nos hacen imaginar o pensar sobre ellos (incluso pensar críticamente sobre ellos: esto no puede ser verdad…).


Enamoramientos aparte, lo pasamos muy bien, el tiempo transcurrió pregunta tras pregunta sin dejarse sentir y luego estuvimos charlando con la directora y algunas profesoras del centro sobre escribir, sobre este mundo amigable de los blogs, e incluso animé a la directora, que es una gran aficionada a la lectura y a la escritura, a que se abriera un blog. Y yo creo que cuando tenga un poco más de tiempo, lo hará.

Muchas gracias a los chicos por vuestras preguntas y cariño y a los profesores por invitarme a pasar esta sesión tan agradable en vuestro colegio. Y a Ana Enciso, representante comercial de la editorial Bambú, por llevarme a conoceros.


sábado, 1 de febrero de 2014

Colliure de colores




8 de septiembre, 2013

Llegué a Colliure un día de lluvia, empapado de nostalgia. Un par de nadadores rompían la lisura gris de la bahía, al encuentro de las boyas amarillas. Pero aquel pueblecillo en el que hasta las abuelas eran de colores, con su poderosa fortaleza, las barquitas de pesca dormidas, se obstinaba en alegrar mi corazón. Un rayo de sol se encargó de dorar la bahía y arrancar nuevos colores a la sinfonía que vibraba a mi alrededor. Cerré el paraguas y me perdí en sus callejuelas.
Un hombre trajeado salió a mi encuentro, se descubrió el sombrero y me invitó a tomar un papel de su interior. Desplegué el papel y comencé a leer:

Caminante no hay camino,            
sino estelas en la mar

Cuando alcé los ojos, vi al poeta caminando sobre la mar, ligero, ligero de equipaje.




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Un recuerdo nostágico de nuestro septiembre en Colliure... Fiuuuu... ya han pasado más de cuatro meses... Y qué bonito es.