El pasado 18 de noviembre me acerqué por el colegio Josefa Amar y Borbón para conocer a los chicos de 3º de infantil, de la clase de Conchi, que habían leído el libro La bruja de chocolate. Pasamos una tarde muy divertida, conocieron como nació la historia de la bruja de chocolate y me preguntaron y comentaron todo aquello que había surgido en su lectura. Algunos estaban intrigados con la sombra negra. Un niño nos dibujó muy bien en la pizarra este personaje. Muchos estaban deseando dibujar a la bruja Pimpi, y me enseñaron los dibujos que han hecho de ella en clase y es encantadora.
También me preguntaron cómo había escrito una
historia tan larga, con tantas palabras. Y yo les conté que poquito a poco, una
palabra detrás de otra, se escribe una página y después otra y así trabajando
despacio se llega hasta el final Pero no en una tarde, ni en un día entero,
sino día tras día, mes tras mes hasta llegar a la palabra FIN. Lo importante es
ir imaginando en la cabeza el cuento y con esas ideas escribirlo.
Luego me pidieron que si podía escribirles un cuento, les pedí que fueran diciéndome las ideas y personajes que debían salir en la historia y las fui apuntando en la pizarra. Estas son sus sugerencias:
La bruja Pimpi dormida ¡ZZZZZ….!!!!
Acompañada de un rey y una reina. Y también hay un vampiro, que vuela y es
malo, está en su pesadilla y un monstruo peludo (el monstruo que dibujé les
pareció que no era malo) y también dibujé su colegio, la clase de 3º A, que será
escenario de la aventura de la bruja. Tendré que meter los ingredientes en el
caldero de la bruja, darle vueltas, calentar, unos pases mágicos y la historia
saldrá, poco a poco, y la iré escribiendo en mi cuaderno de cuentos.
Como el vampiro me salió un poco feo, Antonio nos dibujó un vampiro delgadillo que no tenía alas porque era de día, y el
árbol donde dormía colgado.
Por último, había que preparar el chocolate
mágico, siguiendo la receta de Irma Pócimas infernales. Primero creamos la
burbuja de sugestión para meterla en el chocolate. Con pasta de goma de mascar,
un poco de agua y polvos de invisibilidad amasamos el chicle pegajoso. Después,
llamamos a los espíritus para cargarnos de su magia, soplamos el aire de
sugestión e hinchamos una bomba de chicle con él. Luego introdujimos esta
burbuja en el chocolate. Unos polvos de colmillo de dragón, y ¡listo! Y cuando
nos zampamos el chocolate, todas nuestras sonrisas, las de los niños, la de
Conchi, la de Pili y la mía hablaban de verdadera felicidad.
Polvos de colmillo de dragón para la burbuja de sugestión |
¡Y también me regalaron una caja de bombones
riquísimos!!!
1 comentario:
Qué bien te lo pasas. Una actividad genial y disfrutona para ti y los pequeñajos. Me ha encantado.
Gracias por compartir.
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