domingo, 31 de mayo de 2009

Clausura del Seminario "Saber Leer"

El miércoles 27 de mayo tuvo lugar el cierre del Seminario Autonómico “Saber Leer III”, al cual somos invitados los artistas (ilustradores, escritores, cuentacuentos, actores...) que participamos en el programa de animación a la lectura para exponer nuestras experiencias en una mesa redonda.
Isabel Andrés, la coordinadora del programa, me ha enviado un resumen de las ideas principales que surgieron en esa mesa redonda, y yo, que esta vez estoy un poco vagota y todavía no había escrito nada sobre este seminario, os transcribo aquí su resumen:
** Necesidad de una buena preparación del encuentro para que funcione y se consigan los objetivos dispuestos. Si hay entrevista, evitar las preguntas personales y ajenas al trabajo profesional.
** Cuidar las condiciones de la visita y poder hablar antes con el centro.
** Evitar las visitas como una actividad puntual y “de pura animación festiva”. Los encuentros forman parte de un proceso educativo, especialmente para la animación a la lectura y a la escritura, y para el conocimiento de las profesiones literarias.
** Además de las evaluaciones, que efectuan los centros, sería conveniente tener un “feed-back” con los docentes después de los encuentros. Tener comunicación sobre la sesión. (aquí yo añado también comunicación con los profesores sobre el trabajo que se ha realizado en el centro con los chavales, una pequeña conversación con ellos es muy interesante).
** Se agradece el reconocimiento de las profesiones literarias.
** Se consideran muy interesantes las sesiones con adultos, en seminarios de formación, con profesores, con familias, en coordinación con los CPRs, …
** Proponer encuentros conjuntos, autor-ilustrador, cuentacuentos-ilustrador, … Por el aprendizaje e intercambio entre los expertos, incluido el viaje, la comida, …etc.
** Importancia de trabajar los tres lenguajes: palabra hablada, palabra escrita e imagen.
** Aumentar el pago de los encuentros y facilitar la gestión de las facturas/IRPF.
** Considerar las distintas realidades de los centros; en algunos, asumir estos encuentros con sus propios medios y recursos económicos, supone un gran esfuerzo.
Hasta aquí, el resumen de Isabel. Yo solo quiero incidir en que es fundamental para que el encuentro salga bien la preparación en el centro previamente del encuentro, conociendo las obras del autor y en esto por mi parte puedo decir que en todos los colegios que he participado en este progama Saber Leer, tanto este año como en anteriores, el trabajo de los centros ha sido excelente. Podéis ver mis impresiones sobre ello aquí.
También destacar que se trata de animación a la lectura, no de pasar un rato entretenido con los niños. El objetivo último de los encuentros es que los niños lean y disfruten con la lectura.
En cuanto a las preguntas personales, bueno, son inevitables y a mí tampoco me molestan en absoluto... Al fin y al cabo los chicos tienen curiosidad sobre tu persona y con esas preguntas acaban haciéndose una idea de que tú eres una persona normal, no alguien de un mundo extraterrestre que se dedica a escribir...

viernes, 29 de mayo de 2009

Feria del libro 2009

El domingo 30 de mayo estaré en la feria del libro de Zaragoza, en la caseta de la librería Maya. Los libros os esperan una vez más. La fiesta grande es el día del libro, el 23 de abril, y luego continuamos con esta minifiesta extendida del 29 de mayo al 7 de junio.
Aparte de comprar libros, hay más actividades, presentaciones de libros, mesas redondas, hasta un interesante encuentro de literatura fantástica y de terror que han titulado Hijos de Mary Shelley.
Si queréis más información sobre la feria pinchad aquí.
Este es el programa
y este es el programa de firmas de autores (aunque misteriosamente he desaparecido del programa, de verdad que estaré el domingo, os lo prometo).
Acercaos a mirar libros, a pasear en esta calurosa primavera.

viernes, 22 de mayo de 2009

Cuentacuentos




Por fin tengo un rato para hablaros del cuentacuentos del sábado pasado.

Al principio creí que no habría apenas niños, a las 6 no había más que tres o cuatro... Pero luego la cosa se fue animando. Dejamos un margen para que llegaran los rezagados, al final hubo trece chiquillos. Durante la espera yo había dejado el sombrero de la bruja de chocolate sobre la mesa y unos niños se pusieron a jugar con él... ¡A punto estuvieron de descubrir el secreto del sombrero mágico! Conseguí que me devolvieran el sombrero y a partir de entonces lo mantuve a buen recaudo hasta que sobre las 6 y cuarto comenzamos el cuentacuentos.

Del sombrero de la bruja de chocolate fueron apareciendo los cuentos: Monstruo, ¿vas a comerme?, Una sirena en la bañera , La rana que quiso ser hombre.

Me temo que resultó demasiado largo, para otra vez ya lo he aprendido, un par de cuentos es suficiente, los niños se cansan enseguida (sobre todo cuando tienen 3-4 años), pero la mayoría estuvieron muy formalitos, pues estaban sentados en el suelo con su papá o su mamá y eso los ayudaba a mantener la atención. Tenía además un par de chiquitos delante que me rondaban haciendo lo que yo hacía en cada cuento y aunque me despistaban un poco, en algunas ocasiones participaban muy activamente en el cuento y le daban mucha vida.

Al final terminé el último cuento un poco deprisa para no alargar ni aburrir más y les hice un casco de caballero con una caja y papel de aluminio.




Esto me hace recordar a un contador de cuentos de Camerún, Boniface Ofogo, que vi una vez en la Bilbioteca de Aragón, en un ciclo de narradores del mundo (llamado A la sombra del baobab), que como los niños estaban bastante revueltos durante su actuación, aconsejó que los padres hicieran como en su país, donde las historias se cuentan para niños y mayores, y los padres se sientan con sus hijos en los brazos y así se favorece la atención. La verdad es que hubo muy poca colaboración en aquella ocasión de los padres, en la biblioteca, suelen "soltar" a los niños en el suelo para que se sienten delante del escenario, y ahí se quedan. El pobre Boniface pedía por favor el apoyo de los padres explicando que para él era especialmente difícil su propia concentración, por la difucultad que él tenía al tener que utilizar una lengua que no era la suya... Pero realmente hubo pocos que se encargaran de sus hijos.

Por mi parte, yo puedo decir que los padres y los hijos estaban realmente unidos en mi cuentacuentos, así que por eso lado fue excelente.

Para finalizar hubo un sorteo del casco guerrero. Echamos los numeritos de las entradas en el sombrero de bruja y un muchachito metió su mano inocente para sacar al ganador. ¡El número doce! La ganadora fue Paula, una chiquita amiguita mía, pero os aseguro que no hubo tongo. Lo peor fue cuando el niño que había sacado el número premiado me dijo:

- ¿Y para mí qué?

Pobrecillo, para él no había nada... Quizá teníamos que haber explicado antes lo que era un sorteo, porque todos empezaron a pedir...

Todo se arregló fácilmente:

- Para vosotros tengo las instrucciones para que podáis hacer el casco guerrero en casa con vuestros papis... Y repartí un papelito con las instrucciones y todos se fueron más contentos que chupiilla...

martes, 12 de mayo de 2009

Cuentacuentos Monstruo....


Ya solo faltan cuatro días para el cuentacuentos...
¡Os espero!
Más informacion aquí y también en el blog de El pequeño teatro de los libros

Patito patinador



Erase una vez un patito al que le gustaba patinar. Cuando llegaba el invierno, sus compañeros viajaban a países más cálidos. Por el contrario, él esperaba la nieve con ansiedad. El lago se helaba y podía deslizarse por el hielo a gran velocidad. En tierra andaba tan patosamente como todos los patos, pero sobre el hielo era un artista. En el lago helado hacía frío y era difícil encontrar algo de comer, sin embargo, el placer de patinar compensaba todos los inconvenientes. Le encantaba deslizarse sobre el lago, sentir el aire frío en su cara y en su cuerpo, y contemplar el paisaje blanco que le rodeaba, con sus abetos cargados de nieve.

lunes, 11 de mayo de 2009

La bella durmiente



La estatua dormida de la plaza Paraíso de Zaragoza me encantaba cuando era niña y sigue atrayéndome. Pasaba muchas veces por allí de la mano de mi madre, camino de la plaza de España y siempre la miraba, si además el semáforo nos pillaba en rojo, tenía más tiempo para contemplarla. Siempre dormida, siempre dormida, me preguntaba qué estaría soñando. Me preguntaba si no se cansaría de estar dormida eternamente. Me gustaba esa tranquilidad de un sueño profundo que parecía imposible entre el ruido de los coches y la gente que pasaba apresurada. Era como la bella durmiente entre el mundanal ruido. Me gustaban sus ojos cerrados, su boca relajada, su cuerpo grueso encogido de lado para el descanso.

Odiaba a los imbéciles que de vez en cuando le pintaban bigote, ensuciando su rostro. Y ella seguía dormida, inconsciente de todo. Entonces no podía comprender cómo alguien podía ser capaz de manchar ese bello rostro, de alterar esa paz que emanaba de ella. Pensaba que debería haber alguien apostado junto a la mujer dormida, día y noche, vigilándola para impedir que los gamberros pintaran su rostro. Ella no podía protegerse, estaba dormida y para colmo era una estatua.

Para los vándalos era y es una presa muy fácil. Pintarrajearla es una gamberrada que siguen haciéndole de vez en cuando. Tratan de ridiculizarla pero lo único que consiguen es que ellos, los bárbaros, nos den más asco, cuando contemplamos el resultado de sus actos. Si observáis bien la foto que hice este fin de semana, en la pierna derecha tiene una pintada… Por lo menos esta es discreta, no la tiene en la cara. Pero desgraciadamente, la historia continua, con los vándalos como protagonistas.

Celebro que aún podamos contemplar esta estatua que tanta paz y deseos de felices sueños dio a mi infancia. Y celebraría todavía más si todo el mundo supiera apreciarla y cuidarla, como todas las obras que se han hecho para el disfrute ciudadano.


* * *

Lo curioso es que cuando el sábado hice la foto para colgarla aquí, tuve la sensación de que esa no era la estatua que yo recordaba, que me la habían cambiado. La recordaba incluso más gordita y en una actitud de sueño más abandonado… Quizá yo entonces era una niña y todo me parecía enorme y por ello me resultaba tan desbordante de carnes… Pero tengo mis dudas: ¿es esta la misma estatua de mi recuerdo? ¿O es mi recuerdo quien la ha alterado?


* * *

Aquí os dejo otra estatua de la plaza Paraíso, también abandonada al sueño:


lunes, 4 de mayo de 2009

En el país de las letras


(Pinchad en la foto para ampliar)



Mi hija me ha prestado este dibujo suyo para este cuento. Ella lo llama Mofletitos, y así es como me imagino a los escritores del país de las letras después de la lluvia, empapados de letras por todo. Luego escurren las letras en una palangana, y ¡ala, a escribir!




* * * * *



En el país de las letras, cuando te duchas por la mañana salen letras de la ducha y puedes componer una canción con ellas. Por eso todo el mundo canta bajo la ducha.


En el país de las letras, los niños desayunan galletas con forma de letras. Van al cole con el estómago lleno de letras y así no les hace falta llevar libros para estudiar.


En el país de las letras todo el mundo lee el periódico por la mañana. Luego se lo ponen en la cabeza para salir a la calle y no mojarse con la lluvia. Porque allí llueve todos, todos los días; es una lluvia muy especial.


Cuando llueve, las nubes dejan caer letras, letras y más letras. Caen sobre los periódicos que lleva la gente sobre la cabeza y se transforman en cuentos e historias. Cuando la gente llega al trabajo, se quita el periódico y lee la nueva historia que acaba de nacer después de la lluvia.


A algunos no les gusta llevar periódico en la cabeza. Prefieren empaparse de letras. A esos los llaman escritores. Luego escurren la ropa y el pelo y la cara y con las letras que caen en la palangana escriben historias nuevas. Devuelven esas historias a las nubes en aviones de papel y éstas las dejan caer al día siguiente a la gente que no escribe.


Cuando van a comprar, las personas pagan con monedas que son letras: dos euros, por ejemplo se paga con las letras d-o-s-e-u-r-o-s, cinco centimos con c-i-n-c-o-c-e-n-t-i-m-o-s por eso las monedas que más se usan son las e-u-r-o-s y las c-e-n-t-i-m-o-s. La gente más rica son los editores, los impresores, los libreros. Los más pobres suelen ser los escritores, porque gastan la mayor parte de sus letras en escribir historias. Pero ellos prefieren usarlas en sus historias antes que comérselas o gastarlas en comprar cosas.


Cuando quieren divertirse, la gente va al teatro. Y saben recitar a Shakespeare y a Valle Inclán. Y los niños se saben de memoria las poesías de Gloria Fuertes y las recitan en los parques mientras saltan a la comba o van en bicicleta.


En el país de las letras, cuando la gente tiene hambre come libros. Cuentos de hadas y brujas para desayunar; libros de cocina para almorzar y quedarse con la tripa bien llena; libros de aventuras y piratas para la hora de la siesta con los que viajar a países extraordinarios; libros de juegos y manualidades para merendar; relatos de miedo para cenar y temblar; y libros de poesía antes de dormir, para tener felices sueños.


Por la noche, los niños siempre piden sopa de letras para cenar acompañando los relatos de miedo. Y los papás van pensando con esas letras el cuento que contarán a sus hijos antes de dormir.


domingo, 3 de mayo de 2009

Cuentacuentos: Monstruo, ¿vas a comerme?





El sábado 16 de mayo por la tarde, voy a hacer un cuentacuentos en la librería El pequeño teatro de los libros. Contaré el cuento Monstruo, ¿vas a comerme? y algunos otros cuentos más. Si queréis pasar una tarde de cuento, podéis venir a verme, os enseñaré también mis otros libros y después podéis pasar un buen rato viendo los libros tan bonitos que tienen por aquí.

Esta librería es preciosa, tiene mucho espacio y en ella los libros se encuentran muy a gusto. Además se realizan muchas actividades alrededor de los libros y de los cuentos: teatro infantil, manualidades, cuentacuentos, encuentros con autores... Es un lugar donde los lectores de todas las edades pueden disfrutar, en un escenario preparado con todo detalle para sus proganistas, los libros. Ya hablé de esta librería aquí, cuando la descubrí.

Para redondear la tarde de primavera, después de estar entre libros, tenemos muy cerca el parque Torre Ramona, donde se puede ir a pasear y a jugar.

¡Os espero!

Recordad, la cita es en:

Librería El pequeño teatro de los libros

C/ Silvestre Pérez, 21 (Las Fuentes), Zaragoza


Hora: 18:00

Entrada: 3 € por niño, los adultos, gratis


(pasaros también por el blog de la librería, en él también explican muy bien cómo ir hasta allí).

viernes, 1 de mayo de 2009

Una ardilla, deiciséis ciervos, dos cabras monteses y un mochuelo


Foto de Pedro Rovira Tolosana



Ese es el balance bichológico de un día por la serranía de Cuenca... La ardilla la vimos por la mañana en la carretera, cuando nos dirigíamos hacia Vega del Codorno, cruzó la carretera y corrió a encaramarse a un pino. Antes (y esto ya no está en el título de esta entrada, porque si no ya resultaba muy largo) nos habían saludado una pareja de caballos, que también iban de paseo por la carretera, en la provincia de Guadalajara. Estaban en mitad de la carretera y tuvimos que parar el coche, mientras ellos remoleaban tranquilamente; les dijimos hola, ¿qué tal están?, buena la hierba de esta zona, ¿no? Casi creí que uno de ellos iba a meter la cabeza dentro del coche, pero había cerrado la ventanilla... Luego se alejaron, carretera atrás, sin que nos dieran la oportunidad de hacerles una buena foto. Unos kilómetos antes, nos habíamos cruzado por estas carreteras tan estrechas y sinuosas con un burro metido en un coche que iba a toda pastilla, derrapando en las curvas, y que casi se nos lleva puestos... Si a este le salen los dos caballos, se estampa con ellos, pobrecillos. Pero este tipo de fauna, la de los burros con dos patas en coches de cuatro ruedas, no merece más que nuestro desprecio.


Continuamos la jornada comiendo junto al Río Cuervo, dimos un paseo para ver la cascada, sus aguas transparentes y su nacimiento, un lugar precioso y encantador. Había paz y tanquilidad, poca gente (era jueves), tres o cuatro coches en la zona de aparcamiento. Por la tarde nos fuimos al pueblo de Tragacete y en la carretera vimos, para empezar, tres ciervos, o quizá corzos, no estaba muy claro, estaban un poco lejos...


A última hora de la tarde, tomamos una carreterilla hacia Las Majadas, una “via de saca” de extracción de la madera, se trataba de una estrecha pista asfaltada entre un bosque de pinos altos, altísimos. A la izquierda de la carretera quedaba el río Escabas encajonado entre los pinos. Allí comenzamos a divisar más ciervos en el bosque a nuestro paso: primero dos en la entrada de la pista, un poco más adelante, otros tres más. Con los de antes, estos suman ya ocho ciervos.


Dejamos el coche para caminar un poco, armados con nuestros prismáticos y el teleobjetivo de caza fotográfica y tomamos una pista de tierra que ascendía levemente. A pesar de que el niño iba pateando piñas y haciendo un ruido impresionante y que su padre no hacía más que decirle que dejara de patear, que así no íbamos a ver ningún bicho, unos metros más adelante divisé algo al fondo, en la siguiente curva del camino, y con los prismáticos comprobamos que se trataba de una cabra montés, y detrás una cierva y otra cabra montés. Guardamos silencio total. Como nuestro camino ascendía, nosotros quedábamos más abajo, por eso no debieron vernos y la cabra que se encontraba más cerca continuó comiendo como si nada mientras los observábamos. La otra cabra enseguida se marchó trotando. La cierva de detrás, de la cual solo veíamos un poco del lomo y la cabeza, estaba algo mosqueada, debió oírnos y no dejaba de mirar hacia nosotros con las orejas muy tiesas. Nuestro aguerrido cazador, Pedro, se acercó un poco más para fotografiarlas mejor. Nosotros permanecimos quietos, observando con los prismáticos. Pedro consiguió acercarse, aunque no tanto como hubiese querido. Pudo conseguir alguna foto, pero enseguida la cierva tomó las de Villadiego; sin embargo la cabra continuó mirando, alerta, hasta que al fin se marchó también monte abajo.



Y con éstas van ya nueve ciervos y dos cabras.



Descendimos otra vez la pista de tierra, montamos en el coche y regresamos por la carretera. Cruzaron nuestro camino tres más, corriendo, y saltando con elegancia, escapando monte arriba. Ya van doce...



Por último en una zona donde se abría el bosque en una pradera, encontramos dos ciervas con sus dos cervatillos, que nos contemplaron un rato con curiosidad, corrieron, volvieron a pararse a mirar y echaron a correr otra vez para esconderse en el bosque.... Estos son los que hacen un total de dieciseis ciervos. Estábamos impresionados, desde luego. Nunca habíamos visto tanto animal en tan poco tiempo (en España, claro, si vas a un safari en África se ven muchísimos más, por supuesto...).

Una tarde encantadora, desde luego. Aunque las fotos no fueron fáciles de hacer. En unos instantes desaparecen, la falta de luz por la hora tardía y las sombras del bosque... Pero los ciervos son animales maravillososos. Son curiosos y vuelven su cabeza a mirarte, se quedan contemplando con interés y con esa carita fina de ojos tiernos que te conquistan. Elegantes, estirados, cuando caminan al trote parece que andan de puntillas como bailarinas de ballet. Y cuando corren de verdad, muestran su agilidad y velocidad, escapando rápidamente.

Por la noche, después de cenar en Vega del Codorno, un mochuelo nos esperaba posado en la carretera. Al pasar con el coche salió volando, para posarse en los cables de la luz, paramos el coche y lo estuvimos contemplando (solo su silueta, claro, en la oscuridad no se puede apreciar más), hasta que Pedro le apuntó con la linterna y por supuesto, se fue volando. Pobre mochuelo, mira que molestarle con la linterna...



Al día siguiente, el espectáculo se repitió, aunque esta vez creo que solo llegamos a diez o doce ciervos... Todos íbamos atentos en el coche mirando aquí y allá, tan pronto descubría Elena cuatro por un lado, como mi hijo Pedro por el otro, como yo misma, como nuestro cazador más experto, Pedro... Cuando salí de Zaragoza esperaba encontrar en Cuenca paisajes hermosos (que ciertamente lo son, de eso ya hablaremos más adelante), pero no una espléndida reserva faunística que saliera a nuestro encuentro cada tarde.