martes, 31 de julio de 2007

Dibujo de moscas


Un niño dibuja cuatro puntos en un papel. Son moscas. Para que quede más realista les pone alas a los puntos. Las moscas salen volando del papel y se posan en la nariz de su padre, que está leyendo el periódico. Las espanta con la mano. Le ponen nervioso las moscas. Las moscas vuelan en círculos debajo de la lámpara. El padre intenta matar las moscas con el periódico, sin éxito. La madre echa un flis-flis. A las moscas parece gustarles el insecticida, porque vuelan más aprisa que antes, eufóricas, excitadas. Ahora se han posado en el bizcocho casero que hay sobre la mesa. Eso si que no puede tolerarse, piensa el niño, ¡el bizcocho casero de mamá es intocable!
El niño dibuja un matamoscas, lo coge con la mano. Echa unas migas de bizcocho sobre el papel. Las moscas acuden a las migajas y se posan en el papel. El niño bate el matamoscas y las aplasta contra el papel. Por fin las moscas han vuelto al papel de donde salieron, inmortalizadas para siempre. El niño pone su firma en el dibujo y lo cuelga en la pared con una chincheta.

domingo, 1 de julio de 2007

Un cuento antes de dormir, por favor

Como Blanca decía por aquí en su comentario del día 6 de Junio, yo también leo con mi hijo todas las noches antes de dormir. Tiene ocho años, y lo seguimos haciendo, podría hacerlo solo, porque lee sin problemas, pero a él le gusta hacerlo conmigo, porque dice, "si leo solo te vas a perder el final de la historia". Y tiene razón, esta es la mejor manera de compartir los libros con nuestros hijos. A mí también me gusta, nos tumbamos en la cama y nos vamos turnando en la lectura: yo leo una o dos páginas, luego él lee otro tanto, otra vez yo, otra vez él...
A mi hija mayor, Elena (once años), no le gusta leer en voz alta, pero sí que le agrada escucharnos. Ella es una lectora voraz, se traga los libros como Carpanta los jamones y casi hay que reñirle para que deje de leer.
Vamos leyendo, en nuestra cama-biblioteca, terminamos un capítulo y otro, y…
- Ahora a dormir, que ya es muy tarde – les digo.
- ¡Otro capítulo más, mami…!
- ¡Pero es que hay que dormir, chicos, que mañana no habrá quien os levante!
Dejamos una señal para saber donde nos hemos quedado, y a la noche siguiente, Pedro me está esperando para continuar juntos la lectura. Sin embargo, Elena ya se ha leído el libro entero durante el día, no ha podido aguantar hasta la noche para descubrir el final.

Después...
Un beso de buenas noches…
Mejor dos besos, que si no la otra mejilla tiene envidia.
Otro par de besos al osito azul…
Unas cosquillitas en la espalda para Elena...
Y hasta mañana.

(Por cierto, Blanca, he intentado llegar a tu blog, pero al pinchar tu nombre sale un mensaje de "perfil no disponible", me gustaría visitarte, por favor, habilita tu perfil…)