sábado, 30 de junio de 2012

Otra vez de gira


Pronto se embarcarán en una nueva gira y sus labios volverán a escupir las canciones del grupo a ritmo de batería y guitarras eléctricas. Se mira en el espejo y hace las muecas de siempre: saca la lengua, la pasea por los morros, muestra los dientes… Cuando comenzó a cantar luchaba contra los granos, ahora su rostro es un saco lleno de arrugas, pero hace tiempo que ha dejado de pelear contra ellas. Se pregunta si su cuerpo podrá resistir otra gira más. En realidad siempre ha estado girando y nunca dejará de girar hasta que se muera. Como una peonza, da la vuelta alrededor del mundo pero al mismo tiempo gira alrededor de sí mismo. El público los aclama en todos los rincones, graban discos, videos, películas, y todo eso sin poder dejar de girar alrededor de uno mismo. Eso es la vida, una peonza, movimiento de traslación y de rotación. Quizá se acaben en algún momento la traslación, los gritos de los fans enloquecidos, el mito se convertirá únicamente en mito recordado y grabado en video. Pero la rotación se mantendrá. Cuando la peonza toque el suelo, cuando se pare por completo, todo terminará. Y sin embargo, el mundo seguirá girando con su movimiento de traslación y rotación.

viernes, 29 de junio de 2012

Estatua en el mar

Foto de Pedro Rovira Tolosana


En la playa, con los pies encallados en la arena, las olas batiendo sus piernas velludas, el viejo marinero con bañador de pantalón corto y gorra de capitán miraba en lontananza hacia el mar infinito. El bastón hundido en la arena, sobre el que descansaban cómodamente las manos, servía de tercer punto de apoyo para ese cuerpo grueso cuya barriga prominente se adelantaba sobre las olas. Un dragón tatuado en la espalda abría la boca en su omoplato derecho, arrojando la cola de escamas por el brazo musculoso. Más tatuajes floridos en la paletilla izquierda y un caos de  corazones, sirenas y anclas, con ese tono verdoso que adquieren los tatuajes añosos, se desparramaban por la ancha espalda tostada por el sol. Resultaba curiosa aquella figura inmóvil entre los turistas de verano, como una estatua clavada en la arena, un homenaje a los hombres del mar.
En aquellos ojos perdidos en el horizonte se adivinaba el temor a la furia desatada de las olas en las tormentas, el surcar veloz y seguro de un velero a barlovento, la brisa cálida de los mares del sur o la calma chicha que convierte el mar en una bandeja de plata lisa y pulida como un espejo. Esos mismos ojos que habían visto salir y ponerse el sol en todos los océanos del mundo ahora se bañaban en el azul luminoso y manso del Mediterráneo, impregnándose de la eterna esencia del mar, de su olor salado y arenoso, con una serenidad exquisita que no se alteraba ni con los gritos de los niños que jugaban a su lado saltando las olas, ni con los paseantes playeros que pasaban y traspasaban su persona, unas veces por delante, otras por detrás, mirándole unos con curiosidad, otros con respeto.
El peso de los años se apoyaba en ese bastón, que además lo anclaba en la arena como si el deseo último de aquel hombre fuera no despegarse de esa orilla donde las olas rompían mansamente y que cada vez hundían más sus pies en la humedad arenosa que los abrazaba. El mar a su vez quería hacer suya aquella estatua, incorporar a su seno la historia de aquel marino, que podía contar tanto cuentos de naufragios como de hombres que vencen la bravura de las aguas.
Me quedé contemplando aquella estatua, bajo la inclemencia del sol. Mi espalda adquirió el tono de los cangrejos, mientras él permanecía impasible y ajeno al bullicio de agosto, con su espíritu tan lejos de aquella playa como cercano a sus íntimas travesías surcando los mares. Del mar salían recuerdos que lo vestían con caracolas escondidas en su barba rizada, con ostras que bordaban de perlas su gorra azul marino, con sirenas que abrazaban su espalda y calamares gigantes que lo rodeaban con sus tentáculos. Del hombre salía el deseo de tener al mar siempre cerca, de no perderlo nunca. Porque si se perdía aquel hombre no se perdería el mar, pero si se acababa el mar, se acababa el hombre. Por eso no se movía. Por eso quería ser una estatua. Por eso cuando me fui a comer y volví al atardecer, allí seguía. Por eso la luna lo bañó con su luz de plata.
Por eso al día siguiente, ya no estaba allí. El mar lo había engullido, lo había hecho suyo y hablaba con su gorra de marino, con sus ojos azules y soñadores llenos de gaviotas, con su barba plateada flotando en la espuma de las olas.

jueves, 28 de junio de 2012

Qué piensa un chaval de trece años de los libros electrónicos.


Foto de la red



"A mí me gustan los libros de verdad. A veces sueño que los e-books gritan: ¡Quiero ser un libro de verdad!".

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Mi hija Elena es una devoradora de libros. Ella prefiere los libros de papel, son más auténticos, se pueden tocar, se pueden oler... Mi hijo Pedro, como véis, también prefiere los libros de verdad...

miércoles, 27 de junio de 2012

Cambio de aire - Vendaval 2012

Cambio de aire

Se asomó a la ventana a fumar el cigarrillo de la tarde. Los chicos no tardarían en volver del entrenamiento, con los deberes a medias, y la cena estaba sin preparar. La rutina se pegaba a la piel de los días y no había manera de quitarle ese olor a rancio, a archivo de funcionario cubierto del polvo de lustros. De repente se levantó el viento, y su primer soplido consumió el cigarrillo en un instante. Mantuvo la torre de ceniza erguida entre los dedos, pero la siguiente ráfaga la derrumbó sin piedad. Alguien se estaba fumando su vida y apenas se estaba enterando. Aplastó la colilla en el cenicero. Pidió por teléfono una pizza cuatro estaciones y brindó con cerveza a la salud de ese enemigo invisible que se ocultaba tras el reloj de cocina. Al menos podía celebrar que aún era capaz de convertir un miércoles en viernes.

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El 24 de junio, un montón de microrrelatistas de todo el mundo soplamos a la vez... 




domingo, 17 de junio de 2012

El último capítulo de Cienmanos: Última estación, ha salido hoy. El broche que cierra esta novela colectiva viene de la mano de Ana Vidal Perez de la Ossa y Marta Roca.


Miro hacia atrás y parece mentira que ya hayan pasado las 38 semanas y que hayamos podido llegar hasta aquí, teniendo todos los domingos un capítulo que ofrecer a nuestros lectores.
¡Enhorabuena y gracias a todos los participantes!

miércoles, 13 de junio de 2012

Vendaval de microrrelatos 2012


Este año volverá a soplar el vendaval.
Para todo el mundo mundial.
Vientos del norte y del sur,
vientos del este y del oeste...
Sopla tu microrrelato el 24 de junio de 2012.
Cuando los microrrelatistas se ponen a soplar
sus palabras te hacen soñar...

Pincha en la imagen para saber de qué va esto...



viernes, 8 de junio de 2012

SOMOS, por un mundo al revés






Hoy me levanté con el pie izquierdo. Había dormido lo suficiente y no tenía sueño. Desayuné tranquilamente, sin prisas, el canto de los pájaros entraba por la ventana. Mientras me lavaba los dientes, contemplé el amanecer en el espejo del cuarto de baño.
Rojo, azul intenso, naranja, el globo que salía de entre las nubes. De esos colores inspiré hondo una buena bocanada de esperanza. Salí de casa por la ventana, y cuando aterricé suavemente en la calle, me di cuenta de que, como yo, todas las personas caminaban cabeza abajo, andando sobre las manos. Y también habían quitado las telarañas a su sonrisa y la habían sacado a pasear. Todos parecíamos caminar hacia el mismo sitio. Nos juntamos en una plaza donde el sol comenzaba a entrar. En la plaza, todos nos dimos los pies, y seguimos caminando con la manos, unidos de los pies, formando  una espiral que crecía con cada cuerpo que se unía a la cadeneta. Éramos muchos. Y juntos, podríamos hacerlo. Eso decía siempre mi amigo y yo siempre confiaba en él.
Sí, unimos nuestras fuerzas y empujamos con los pies: a las casas, a los banqueros, a los políticos, a las banderas, a los tanques, a los charlatanes, a los ricos y a los pobres, y así, pateando contra la injusticia, lo conseguimos: le dimos la vuelta al mundo.

Hoy soñamos entre todos un mundo al revés. No dejes de luchar por él mañana también.


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Por todos los que intentan cambiar el mundo desde la solidaridad, por SOMOS, hoy 8 de junio, sal a la calle con una prenda del revés. 

jueves, 7 de junio de 2012

Bajo la luna


Ilustración de Staptra



La luna le había hecho abrir la ventana. Por las noches se sentía así, inquieto en su soledad, y solo la visión de las estrellas podía consolarle. Nunca podría olvidar el amado bosque del cual procedía y aunque la rutina de los días trabajando los campos y cuidando los animales imponía un ritmo agotador, siempre había un momento antes de acostarse en que el bosque ocupaba por completo su pensamiento, su cerebro se impregnaba de la umbría, del olor a humedad, del frescor de la vegetación, de la espesura de los helechos, de las diminutas setas, del suelo blando, almohadillado por las hojas, del canto de los pájaros o de ese silencio que a veces aquietaba hasta las hojas de los árboles. Era entonces cuando más necesitaba la luna y abría la ventana y se dejaba bañar por su luz, porque sabía que esa misma luna estaría acompañando a sus hermanos elfos en aquel instante y a través de ella sentía al cerrar los ojos su presencia. Aparecía el viejo Martor y su hija Feilan y la pequeña Aira que encorría a los conejos hasta su madriguera. Hasta oía su risa y él también reía aunque una lágrima se escapara de sus ojos verdes.
La vieja que lo alojaba en su casa lo encontró así, con los ojos cerrados.
—Estás helado —le dijo—. Cierra la ventana y siéntate a la mesa, te prepararé un caldo caliente.
—No me importa el frío —balbuceó dejándose llevar por la mano huesuda de la anciana—. No cierre los ventanos, déjeme ver la luna —suplicó.
Y ella sintió lástima y a pesar de que el frío del invierno invadía la casa, dejó que la luna conquistase un rato más su corazón, mientras tomaba su caldo caliente.
Sabía que no podía escapar, que si trataba de volver al bosque, ellos lo seguirían y encontrarían su mundo secreto. Por eso no huía.
—Pronto volverás con los tuyos —le dijo la anciana, poniéndole la mano sobre su brazo—. Ahora no es posible, pero la primavera, te ayudará.  
—No podré volver nunca, eso es lo que ellos quieren, que regrese para que les lleve hasta mis hermanos.
—La primavera los engañará. Llegará el buen tiempo y saldrán confiados a disfrutar del sol. Pero de repente cambiará: un viento helado los sorprenderá a todos y la nieve caerá sobre ellos; como los almendros que pierden sus flores con las heladas, los hombres que te vigilan se convertirán en estatuas de hielo y tú, con tus pieles de oso, podrás hacer frente al frío y a la nieve y escaparás por ese agujero que la primavera abrirá solo para ti.
—¿Un agujero, sólo para mí? ¿Y usted cómo sabe todo eso, es una bruja?
—No, pero soy vieja y puedo ver en tus ojos el calor del invierno y el frío de la primavera.


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Un cuento para un dibujo de mi hija Elena.

domingo, 3 de junio de 2012

Perdido


Foto de Jorge Gegundez



Perdido, las ramas le arañaban brazos y piernas. El aullido del lobo le orientó: dejó hasta su sombrero para perseguir la luna.