lunes, 10 de agosto de 2015

El peor de los veranos




Mi única salvación es coger el coche, encender la radio para no pensar y escapar de estas calles vacías, que tiemblan fundidas bajo el sol: tu espejismo en cada esquina me ablanda el cerebro. En la carretera, una chica hace autostop, paro y le digo: “Voy a la playa”. Asiente con un jovial gracias; sube y arranco. Suena esa canción que tanto odiabas, ella la tararea. Cuento un chiste malo y ella se ríe, fuerte, muy fuerte, y yo subo el volumen de la radio, porque todas las risas suenan a ti y me entran ganas de llorar.