Esta noche hemos acabado Pedro y yo el libro Un esqueleto en el armario de Manuel L. Alonso. Un libro sencillo sobre un niño de la posguerra que está enfermo. En su larga enfermedad se entretiene con unos tebeos de una bruja que alguien (no sabe quién) le ha traído. En esos tebeos está también escondido un mensaje cifrado, que el niño con ayuda de un amigo descifrará. Descubrirá también un secreto de su familia y a una tía y una prima nuevas a las que por fin podrá abrazar. Una historia con un fondo de ternura, quizá no muy del estilo de estos tiempos que corren.
A Pedro le ha gustado y a mí me ha recordado, dicho con palabras textuales del libro "mi viejo juego de verme reflejado en las pupilas de otros". Yo recuerdo la magia de ese extraño espejo que eran los ojos de mi madre, en donde yo me veía, chiquitita, chiquitita, pero con todo detalle. Quizá haya que ser niño o estar recién enamorado, para jugar a ese juego, pues hace muchos años que dejé de practicarlo. Tal vez sea hora de comenzar a jugar con la pupilas de nuestros seres queridos de nuevo.
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