Gandulfo y Gandalfo eran dos monstruos que vivían en el dormitorio de los niños. Gandulfo tenía el pelo largo y brillante y Gandalfo lo tenía muy corto, es decir, pelado.
Gandulfo, el monstruo peludo, se levantaba al amanecer. Buscaba la cama calentita de papá y mamá y se metía bajo las mantas a despertarlos. Y cuando ellos gritaban:
- ¡Déjanos dormir un poco más!
Gandulfo se reía a carcajadas y cantaba canciones desafinando mucho.
Con los gritos de Gandulfo, el monstruo peludo, se despertaba Gandalfo, el monstruo pelado.
Gandalfo también iba a la cama de papá y mamá, pero en realidad a quien buscaba era a Gandulfo. Y cuando lo encontraba se metía en la cama con él. Entonces, la cama se convertía en un revoltijo de manos, pies, cabezas, pelos y codos en las costillas y rodillas en la boca. Y aunque papá y mamá protestaban, Gandulfo y Gandalfo no se marchaban.
Lo que más le gustaba a Gandalfo, era abrirles los ojos con sus deditos pequeños. Cogía sus párpados y se los levantaba, para que ya no pudieran dormir más. Después ponía sus pies helados en la barriga de papá o en la espalda de mamá. Eso provocaba grandiosos alaridos de papá y mamá que eran acogidos con alegres risotadas de Gandulfo y Gandalfo.
Pero a Gandalfo también le gustaba dar besos, besos fuertes y ruidosos, cariñosísimos. Y papá y mamá los saboreaban con los ojos cerrados, intentando dormir de nuevo. Hasta que sus cariños se convertían en abrazos que casi los ahogaban.
A Gandulfo, el monstruo peludo, lo que más le gustaba era que le hicieran cosquillas.
- Hazme cosquillas, por favor... – pedía...
Entonces, mamá levantaba la melena del monstruo peludo y le hacía cosquillas en la espalda. Parecía que se había quedado dormido y mamá intentaba dormir de nuevo. Pero inmediatamente volvía a oírse la voz mimosa de Gandulfo:
- ¡Más cosquillas, más cosquillas...!
Luego hacían una casa con las mantas. Y bajo la oscuridad blanquecina de las sábanas, Gandalfo contaba historias de dragones y destrozaba la casa...
Al final siempre acababan en pelea: Gandulfo con papá, Gandalfo con mamá, mamá tratando de escapar de papá y Gandulfo incordiando a Gandalfo.
Y cuando la batalla flojeaba, a mamá le entraba un hambre voraz y decía:
- ¡Venga monstruos, es hora de desayunar!
Gandulfo y Gandalfo habían vencido. Mamá ya estaba levantada y la tenían para ellos solos... ¡Al ataque!
No hay comentarios:
Publicar un comentario