Había una vez un niño que quería ser payaso. Un día fue al circo y cuando acabó la función se acercó a los carromatos. Buscaba el coche-casa de Rudy, el payaso zapatón. Rudy era el payaso que hacía reír a los niños solo con mirarles a los ojos.
Rudy se había quitado sus enormes zapatones y tenía los pies a remojo en un barreño de agua espumosa. Sus calcetines de rayas estaban tendidos en una cuerda que iba de su carromato al de la jaula de los leones.
También se había quitado la nariz colorada y la pintura blanca de la cara.
Así parecía un hombre normal, incluso demasiado serio. Pero en cuanto el niño se acercó, Rudy le miro a los ojos y abrió una sonrisa de verdad, sin rastro alguno de pintura. El chico no pudo evitar sonreír también.
- Hola, Rudy – dijo el niño con una voz tímida y bajita.
- Hola, ¿cómo te llamas?
- Soy David.
- ¿Y que te trae por aquí, David?
- Quiero que me cuentes el secreto de los payasos para hacer reír.
- El ácido fefo es la vitamina que toman los payasos para hacer reír.
- ¿El ácido fefo? ¿Eso es una medicina?
- El ácido fefo es una vitamina que está en las frutas ricas, dulces y sabrosas, en las verduras más verdes y en la remolacha roja. También hay en la zanahoria, por eso algunos payasos se ponen nariz de zanahoria y después de la función se la comen, para reponer ácido fefo.
El ácido fefo está en el aire que respiras en el campo, no en el de la ciudad. Por eso los payasos aguantan poco tiempo en una ciudad, enseguida tienen que coger su carromato y salir en busca de aire puro.
El sol también produce ácido fefo a raudales. ¿No has notado que cuando luce el sol uno tiene unas ganas irresistibles de reír? Sin embargo cuando llueve, solo piensas en echarte a llorar.
- Pero… - dijo David – No es que no te crea, Rudy, pero mi padre también toma frutas y verduras a montón y le gusta salir al campo a pasear y hasta toma el sol… Sin embargo es serio y estirado y no sabe hacerme reír.
- Bueno eso no es todo… El verdadero secreto de un payaso está en su corazón.
- ¿Cómo es el corazón de un payaso?
- El corazón del payaso es blando como una almohada, siempre se puede descansar en él. El corazón del payaso ha aprendido que en la vida hay que guardar aquello que nos hace felices y tirar bien lejos lo que nos pone tristes. Si uno solo guarda las cosas tristes, el corazón se vuelve duro y gris, y ni siquiera el ácido fefo es capaz de ponernos una sonrisa. Pero si dejas que tu corazón se llene de amor y de las cosas hermosas de la vida, siempre podrás buscar en él un remedio para cuando estés triste.
- Así que tengo que guardar lo que me hace feliz.
- Eso es. Vamos a ver, David ¿qué es lo que más te gusta?
- Los caballos.
- Pues guarda en tu corazón esos hermosos caballos con los que sueñas y cuando estés triste, los verás galopando por la playa y recuperarás tu sonrisa.
También guardarás el sabor de las fresas silvestres y el aroma de la colonia de mamá y ese peluche que abrazas cuando duermes y el color de las rosas y el beso de tu primer amor y quizá a este viejo payaso. Y lanzarás bien lejos ese partido de fútbol que perdiste, el suspenso de matemáticas y las lágrimas por la novia que te dejó y todas aquellas personas que quisieron hacerte llorar.
- Oye payaso, ¿cuántas cosas alegres guardas en tu corazón?
- Si tuviera que contarlas no moriría jamás.
- Oye, Rudy, cuenta todas tus cosas alegres y así nunca morirás.
- David, yo no soy inmortal. Cuando yo muera quizá alguien llorará. Pero recordará mi sonrisa y volverá a reír sin parar.
El niño le dijo al payaso:
- Yo quiero ser payaso, como tú.
- Entonces necesitarás esto…
Rudy le regaló su nariz colorada y el niño se la puso muy contento.
El niño dio una pirueta y se despidió de Rudy con un beso.
El payaso guardó aquel beso en su corazón como un gran tesoro. Y allí se quedó pensando, con sus pies a remojo en el barreño y el corazón rebosando de besos, de caballos, de mariposas, de rayos de sol y de alegría.
3 comentarios:
Puri, me ha encantado tu bitácora. Soy maestra de educación infantil. Me ha emocionado mucho tu cuento, pues estoy en un momento en el que necesito ácido fefo y un corazón blandito para sonreir.
Te seguiré visitando, gracias por visitarme.
Un abrazo
Un cuento precioso, el viernes esperamos que nos traigas un lote de ácido fefo a La Muela.
Besos.
Esther (biblioteca)
muy interesante el cuento!!.. algun dia seré como un payaso de ésos.. saludos
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