A finales de enero montaron un circo cerca de casa. Un circo con carromatos antiguos, pintados con escenas circenses, con todo el colorido de los circos de antes. Hice fotos y más fotos de aquel circo maravilloso que encerraba la esencia y el corazón de los circos antiguos. Me dije que escribiría un cuento sobre un circo, para poner en este blog con alguna de esas fotos. Función tras función, fueron pasando los días. Los payasos con sus chistes, los trapecistas volando, los caballos dando vueltas en la pista redonda. Las ropas tendidas de los artistas entre los carromatos secándose al sol, día tras día. El lunes pasado el circo había desaparecido. Se fue a buscar otra ciudad, otras gentes, otro cielo bajo el que brillar. El tiempo se lo llevó. Y me dejó a mí en la misma silla, delante del mismo ordenador, con la pantalla en blanco. Soñando con un circo que nunca existió.
2 comentarios:
Quizás os suene raro, pero nunca me han gustado los circos. olían a dolor y pena. A mucho esfuerzo y ganas de agradar.
A mí siempre me gustaon los circos. Me acercan a la infancia, a ese admirar un espectáculo lleno de habilidades imposibles, que a uno le gustaría poder hacer... Pero hay mucha gente que no le gusta el circo. La pobreza que les rodea, el esfuerzo mal recompensado. Yo eso no lo veía entonces. Solo veía las lentejuelas y los trapecistas volando.
Publicar un comentario