Había una muchedumbre en la calle. Todos intentaban
entrar en aquella casa, cuya fachada era un enorme grafiti. Las ventanas
superiores estaban pintadas con personas de colores vivos en su interior. En una
de ellas se veía un hombre de espaldas, que salía de la ventana, tenía medio cuerpo
fuera de ella. En el interior de la casa se celebraba una macrofiesta, la música salía hasta la
calle. Era el final de la noche, ya estaba amaneciendo. Y la gente seguía
sumándose a la fiesta, solo nosotros dos no queríamos entrar. Volví a
contemplar la ventana pintada en la fachada y me pareció que el hombre se
movía. Si, el hombre pintado, con su traje arrugado y azul, se movía con el
movimiento en espiral de los cuadros de Van Gogh y en ese movimiento se
convirtió en un hombre de verdad, con su medio cuerpo saliendo de una ventana
de verdad. Al instante siguiente, lo vi caer por la ventana, a nuestros pies.
Entre la vida y la muerte, solo hay una ilusión, me dijo mi amante,
abrazándome. O un sueño, contesté yo.
4 comentarios:
De perfecta armonía te ha quedado éste visual relato.
Un micro mágico Puri, me ha encantado
Extraño y sugerente tu micro, lo que puede llegar a crear la imaginación de la mano de un grafiti.
Besitos
Carlos, no sé si hay armonía, pero sí extrañeza.
Alejandra, está lleno de la magia de un sueño. Donde todo es posible.
Elysa, entre la imaginación y los sueños los grafitis se derriten y se convierten en realidad.
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