Ilustración de Elena Rovira Menaya |
Las palabras que ha aprendido
por la noche necesitan un refugio durante el día. Son
palabras vampíricas, si las hiere un rayo de sol se deshacen en polvo, sin
ningún efecto sobre los mortales. Por eso las guarda con tanto celo en el
interior de su boca bien apretada, y la gente cree que es mudo, un poco
retrasado. Es al atardecer cuando las palabras comienzan a agitarse en sus
carrillos, que se le hinchan como tomates, y justo al caer la noche, ahúsa los
labios y sopla una brisa que araña los corazones con la macabra salmodia del príncipe
de las tinieblas.
* * *
Un relato para REC con ilustración de mi hija Elena.
8 comentarios:
Me gustó mucho este micro, de algún modo es muy tuyo.
Voy a leermelo otra vez.
Gracias, Luisa, no sé si es muy mío, pero salió con la misma fluidez que las palabras del aprendiz.
Me gusta. Como curiosidad, yo también pensé en vampiros cuando leí la frase, aunque yo no escribí nada.
Me alegro de coincidir contigo, él no es un vampiro pero tiene en común con ellos el preferir el reino de las tinieblas, el diablo y la magia negra. Un abrazo, Miguel,un placer verte siempre por aquí.
Me gustan esas palabras tan frágiles y a la vez tan peligrosas.
Gracias Yolanda, tienes razón hay que pensar que las palabras parecen frágiles pero pueden ser muy poderosas. Un abrazo, ganadora.
Felicidades a ti por el microrrelato y a Elena por la magnífica ilustración!
Muchos besos, familia! Helena
Gracias Helena, me gusta poder colaborar con Elena, aunque no lo hagamos muy a menudo.
Besos
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