Dicho sea entre nosotros ese asunto habría
que haberlo liquidado de una forma más precisa, con la puntería certera de
un franco tirador desde la azotea, o con una cerbatana cuyos dardos envenenados
fueran soplados directamente hacia su nuca. Pero ninguno éramos capaces de
matar una mosca y contratar un matón habría quedado para siempre en nuestras
conciencias. Teníamos que salvarla de sus garras y confiamos en la justicia, pero
la denuncia después de una paliza no sirvió de nada; el juez lo absolvió, la
orden de alejamiento fue levantada y el círculo se cerró alrededor de ella
dejándola sin protección. Hoy un manto de estorninos voltea en el cielo,
silbando sobre su tumba. Él finge llorar, sus sollozos se clavan como cristales
en mis manos, es el dolor lo que me empuja: me acerco por la espalda y le
asesto tres puñaladas con la inocente navaja de mis bocadillos. La venganza me
trae una paz alucinada, al sentir su sangre entre mis dedos.
* * *
Después del 7 de noviembre unidos contra la violencia de genero, un relato sobre el tema, con el que participé en el concurso Getafe negro.
4 comentarios:
Me gusta mucho la figura "El círculo se cerró alrededor de ella dejándola sin protección". Describes tanto con tan pocas palabras: angustia, soledad, impotencia. Y tantas de sus variantes: miedo, injusticia, desesperación.
Un fina demoledor para un texto genial. Nada que envidiar al ganador del certamen.
Gaby, realmente siento que en algunos casos ocurre así, todo se cierra a su alrededor dejándolas sin salida. Me alegro de verte por aquí
Gracias Miguel Ángel, quizá sea más un relato de violencia de genero que negro... Un abrazo
Publicar un comentario