Un tarro de arena, una botella
con agua de mar y una caja llena de conchas. Ese fue el tesoro que enterré en
la jardinera de la terraza al final del verano. Después conté los pasos, dibujé
un mapa, puse la cruz en el lugar adecuado y se lo regalé a Laura. Pero Laura
no tenía alma de pirata, prefirió un corazón con las iniciales L D que le
regaló David. Fue Marta la que encontró el mapa, desenterró mi tesoro, hizo una
playa con la arena, se bañó en el agua de mar y cuando buceó para meterse en
una caracola, sus piernas se transformaron en cola de pez.
5 comentarios:
Es lo que pasa en el mundo maraviloso de los cuentos ...
Me gustó
Abrazos
Genial, me ha gustado mucho no, muchísimo.
Que se cambia a Marta, da muchísimo más juego aunque en las cosas del corazón...
Un beso
Gracias Aniagua, aveces también pasa en la vida real, cuando no vemos quién nos quiere de verdad.
Gracias Luisa, con el corazón nunca se sabe por donde va a tirar
Es perfecto para la fantasía. Me ha gustado tu cuento que tiene mucho de enseñanza en pocas palabras.
Saludos.
Gracias, Ricardo, veo que ya has vuelto. Espero que hayas pasado buenos días. Besos con aroma de mar.
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