Es siempre la misma pesadilla.
Empieza en blanco y negro, con banda sonora, y termina con el triunfante color
de la sangre empapando mis sábanas. No es música de suspense, sino la misma
tonadilla pegadiza y estúpida que se ha metido en mi cabeza y que no puedo
dejar de oír, ni despierto ni dormido. Lo único que ahoga esa canción es la
sangre. Por eso cuando el silencio me despierta siempre hay sangre en mis
camisas, en mis manos, en mi boca, en mis cuchillos de cocina.
* * *
Para celebrar Halloween un micro sangriento con el que participé en un viernes creativo de el bic naranja. Este mes también anda por esta noche te cuento aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario