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El cabo Hopkins repartía las cartas con la
izquierda, pero no era zurdo. Comentaba que se obligaba a ejercitar la otra
mano, por si perdía la buena en la batalla. Albert, que era muy supersticioso,
siempre protestaba porque dicha siniestra le daba los peores naipes. Un día,
llegó una carta urgente a su nombre y Hopkins se la entregó también con la izquierda.
Maldiciendo la mala baba del cabo, no quiso abrirla, temeroso de que fueran
malas noticias. Para convencerle de que era una tontería, le dije: “El destino
de un hombre no entiende de manos”.
Murió en el bombardeo nocturno, sin saber que
su mujer estaba embarazada.
* * *
Esta fue mi última participación en ReC.
4 comentarios:
Últimamente he leído varios de estos relatos en cadena, concretamente sobre este del cabo.
El tuyo me parece de los mejores, muy buen desenlace.
Yo ahora he intentado participar en el de la semana que viene, pero no se si lo habré hecho bien.
Saludos. Asun.
A veces damos a las supersticiones el poder de hacerse realidad.
Yo también he leído varios micros del famoso Cabo. Esa semana fui incapaz de escribir nada. Participo intermitentemente.
Un saludo
Me gusta, Puri, tiene un arranque estupendo, con ese cabo diestro que ejercita la zurda por si pierde la otra.
Gracias Asún, me alegro de que te haya gustado tanto.
Bestriz, las supersticiones a veces nos roban la vida.
Gracias, Elisa, un cabo con bastante humor negro, un superviviente que ha visto mucha guerra, seguramente.
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