La rana, desde su hoja de nenúfar, contempla su rostro reflejado en la charca.
—Espejito, espejito mágico, ¿quién es el
batracio más indignado del reino? ¿Es Mauricia, que la desahuciaron de sus
verdes juncos y pide desesperada algo de comer para sus hambrientos renacuajos
en el fango de la beneficiencia? ¿Es la joven Martina, que no encuentra trabajo
ni de limpia-ancas y ha decidido emigrar a la gran charca allende los mares?
¿Es Clarita, la médico que sueña con recetar esos carísimos fármacos mejorados
que no están permitidos por la ministra de sanidad? ¿Es...
El estanque agita sus aguas, su superficie
tiembla en ondas concéntricas, aquieta poco a poco la turbulencia y tras un
silencio de cristal responde:
—Ah, mi adorada ranita, mi ama desde el
principio de los tiempos, el mayor indignado soy yo, que os veo reflejados a
todos, cada cual con su sufrimiento a cuestas; y sobre todo veo a los que, como
tú, os apoltronáis cada noche frente a mí en vuestros sofás, comiendo
mosquitas, para contemplar el triste reflejo de esta charca venida a menos, sin
atreveros a mojar un anca por miedo a perder el cómodo nenúfar donde se
asientan vuestras posaderas.
* * *
Esta es mi participación en la 2ª Edición de Primavera de Relatos Indignados, segunda jornada: 18 de abril).
Los Indignados, al menos, seguimos levantándonos cada jueves de la comodidad de nuestro sofá.
14 comentarios:
hay que ser muy maja para hacer un cuento tan bonito de una realidad tan dolorosa, muy maja (me repito)
Puri, preciosa alegoría de esta realidad que vivimos y que tanto hace sufrir. Y es que esos baltracios apoltronados no se van ni con agua caliente.
Abrazos.
Precioso relato indignado Puri.
Te he dejado un detallito en mi blog "Un mar de sentimientos".
Un abrazo.
Es todo un cuento sobre la cobardía, Puri.
Un beso
Hola Puri, ¡me encanta tu cuento! traduciendo una realidad en una charca de ranas que no se mojan por miedo a perder su nenúfar.
Alegoría del desahucio, la injusticia y la pobredumbre. Triste pero fenomenalmente contado.
Un besazo desde mi alambrada, y me alegro de regresar a tu casa. Mucho.
Muy bien, Puri. A modo de las fábulas moralizantes la charca (qué lejos de ser una pantalla de plasma) nos remueve la conciencia. Es el problema principal lo que denuncias, el mientras a mí no me toque. En fin, a esos amigos, vecinos y familiares que "pasan" es a los que de buenas maneras hay que despertarles de su hibernación.
Maravillosa ranización de la realidad.
Una ranización con raciocinio.
Lo que convierte en fabulosa a esta pieza es lo mismo que genera una tristeza -y cabreo- profunda, la realidad que tiene enhebrada entre sus letras.
Me decía mi abuelo -que hizo la guerra del 36 al 39- que quién tiene miedo, muere mil veces. Así estamos, muriendo cada día.
Un abrazo.
Tan cierto que hasta da miedo. Un saludo, vengo siguiendo el rastro de todos estos micro relatos indignados.
¡Buenísimo este cuento con moraleja!
Me gustó mucho.
Abrazos desde mi charca.
Gracias a todos por pasar por aquí.
Luisa, gracias por lo de maja, a una aragonesa que le digan eso la llena de orgullo ;)
Nicolás, no hay manera con los btracios estos pero es que están temerosos...
Ana, cobardes, sí, a veces lo somos todos.
Laura, te espero por aquí, pasa cuando puedas...
Ximens, a ver si despiertan todos... La charca sería como una tele maravillosa donde las personas se sientan a ver el noticiario con un paquete de palomitas (una tele ideal, que no mintiera ni manipulara la información).
Carlos, ranización raciocinio pero no ranicidio.
Pedro, el miedo nos lo quieren meter en la sangre, pero nosotros no queremos morir...
Neuriwoman, bienvenida por aquí, tómate un chocolate mágico (y majico, jaja) de la felicidad y siéntate a leer más cuentos cuando quieras.
Lola, las moralejas siempre son edificantes, y más cuando nos dan una colleja ;) (moraleja-colleja, hasta rima y todo)
Menos mal que, aunque tarde, he llegado a tiempo de que este relato no se me despistara entre las aguas de mi charca.
Me gusta muchísimo que lo hayas escrito como si fuera una fábula, con su moraleja incluida. Un texto en el que, terriblemente, sea en la condición que sea, nos podemos ver todos reflejados.
Un beso
Gracias Ana. eso es lo bueno de las charcas, que todos salimos reflejados en ellas. Besos
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