Las más hermosas puestas de sol las he visto en el coche, de
regreso a casa de las vacaciones. En el silencio del interior del vehículo,
admiro la grandeza de los desiertos tragados por las sombras y el abanico de
colores en el rectángulo de la ventanilla. Hay una soledad tan grande que
acongoja y al mismo tiempo una paz tan intensa que nos llena el alma de una
feliz melancolía. Termina el día y nos espera uno nuevo por delante. Un día
para estrenar, tras las sombras de la noche.
sábado, 29 de septiembre de 2012
viernes, 28 de septiembre de 2012
Septiembre de mar y olas
Me gusta septiembre. Quizá porque
es mi mes, quizá porque se acerca calladamente el otoño, quizá por esa
sensación de que todo puede volver a empezar. Me gusta alargar el verano y
cuando todo el mundo ya ha vuelto de vacaciones irme a la playa a llenar
septiembre de olas, olor a mar y chancletas. Ir un poco contracorriente. Quizá
porque desde niña, mi curso escolar no empezaba hasta pasar mi cumpleaños, el
16 de septiembre. Aunque en mi cole comenzaban a primeros de mes, mi madre me
alargaba también las vacaciones hasta después de mi cumpleaños, total para lo
que se hace lo primeros días de curso...
A veces también odio septiembre,
cuando viene apresurado, cuando ese cambio de ritmo que supone el paso de la
libertad del verano a las obligaciones del día a día me atropella demasiado,
cuando hay que ir de compras para la vuelta al cole, y me desbordan las prisas,
los agobios. Me envuelve su melancolía, los días que se acortan, las lluvias en
la ventana. Pero este mes es así, con su cara buena que da los últimos
coletazos al verano, y esa otra cara un poco tristona, más otoñal.
Sin embargo este año he tenido un
septiembre calmado. Dulce, muy dulce. Con playa. Con calor. Con tiempo para mí.
Aún queda el sabor del verano y la transición no ha sido brusca, todavía se
mantienen cargadas las pilas de estas vacaciones.
Voy a despedirme de septiembre
soñando. Soñando proyectos, ilusiones que nos hagan caminar hacia el futuro.
Voy a soñar que escribo ese libro que llevo entre manos. Voy a escribirlo,
pues, antes de que se agoten las ideas.
sábado, 22 de septiembre de 2012
Deberes de septiembre
—Para mañana —dijo la señorita—, tenéis que escribir una redacción con el tema “Mis vacaciones”.
—Las vacaciones no pueden ser deberes —le dije a mi mami muy enfadado, de camino a casa—. Voy a dejar la hoja en blanco.
—Esa es la verdadera libertad —dijo mamá— Pero sabes que no puedes hacer eso.
—¡Buf!
Mis vacaciones
(…………………………)
La profe mostró mi cuaderno a toda la clase:
—Martín, ¿qué significa esto?
—Una libertad que empieza a final de junio y termina en septiembre.
lunes, 17 de septiembre de 2012
Nueva publicación de Nanoediciones
Cuando mis dos pequeños lectores de la casa (los de la foto) me vieron los últimos libros que he conseguido, se los agenciaron inmediatamente y he tenido que esperar a que ellos se los leyeran primero, para poderlos leer yo. Y es que el tamaño de esta preciosidad está hecho sin duda a su medida, como podéis ver. Pinchad en la foto para ampliarla, que merece la pena verla en grande.
Este es el último número de Nanoediciones, una obra en un par de libritos titulados Llamara(u)das que se recogen en una caja de cerillas, con veinte nano-textos de Víctor Lorenzo Cinca y la contraportada de Manu Espada. Veinte cerillas con cerillera incluida para celebrar el cumpleaños de Víctor. Me falta la caja de cerillas, con portada ilustrada por Juanlu (el tercer genio de esta creación), que espero poder hacerme pronto, en cuanto Víctor lo publique en su blog.
Los textos no tienen desperdicio, las contraportadas son otra maravilla y el buen hacer del dibujante también es de sobras conocido. Así que no os lo perdáis, pinchando aquí los podéis ver y descargar y también encontraréis cómo montar esta pequeña joya.
domingo, 16 de septiembre de 2012
BOOK, un nuevo producto revolucionario
Hoy es mi cumpleaños y espero que alguien me regale un nuevo BOOK de estos. En realidad, llevo toda la vida rodeada de ellos. Descubrid vosotros también el nuevo
viernes, 14 de septiembre de 2012
El primer y el último castillo del verano
Siempre suelo poner por aquí la foto de nuestro primer castillo del verano, pero este año se me pasó...
A finales de junio, en nuestra primera escapada playera, mi arquitecto de arena Pedro levantó esta maravilla que podéis contemplar arriba, con un regimiento de soldados a sus pies.
Y ahora, en Septiembre, la arena de Peñíscola se transformó en sus manos en nuestro último castillo de este verano. Ayyyy... Ayer fue nuestro último día en la playa. Despedimos el verano y las vacaciones con este castillo:
Entre uno y otro hemos visitado muchos castillos más, en Francia:
Chateau de Castelnaud |
Chateau de Beynac |
Y otros...
Y por último, nuestro amado castillo del papa Luna en Peñíscola, que es una fortaleza inexpugnable sobre el azul del mar y que siempre nos hace soñar con los caballeros templarios que lo poblaron y con el retiro del increíble papa Luna que se refugió en él y al que no pudieron, ni siquiera sitiándolo, sacar de allí hasta su muerte a los noventa y tantos años.
Pero los castillos de arena de mi hijo Pedro son siempre los más entrañables. Efímeras y maravillosas fortalezas que desaparecen tragadas por el mar. Cada día de playa tenemos un castillo nuevo. En todos esos castillos soñamos, jugamos y me gustaría perderme dentro de sus paredes de arena, refugiarme en ellas para no tener que volver de la playa...
miércoles, 5 de septiembre de 2012
domingo, 2 de septiembre de 2012
Albi, en la nave de los locos
Este verano estuvimos casi dos semanas por Francia. Un viaje maravilloso, es un país tan verde y de pueblos tan preciosos que me da mucha envidia. Al regresar, visitamos Albi. Hace unos días, en la Nave de los locos, Fernando Valls publicó mi crónica sobre la ciudad. Podéis verla aquí. Gracias a Fernando por dejarme navegar en su nave.
sábado, 1 de septiembre de 2012
Olas de verano
imagen de la red |
Había huido de la ola de calor a Mallorca,
pero ni siquiera las olas del mar eran capaces de aplacarla. “En resumen, el
siguiente paso será conseguir una condonación de la pena”, le dije a mi socio
desde la playa por el teléfono móvil. Al colgar, el bronceador había dejado su
grasa en la pantalla y mis huellas dactilares se marcaban claramente en ella.
El móvil estaba tan pringoso como los billetes que nos entregó el carnicero
para pagar su fianza. Miré el mar sin verlo, recordé el olor del crimen que
impregnaba aquel dinero, y una ola de nausea me atrapó. Había huido también de
mi lujoso despacho que, bajo sus brillos, destilaba la mugre del dinero sucio,
pero mi socio me devolvía a él con un toque de teléfono. Él carecía de
problemas de conciencia. Deseé que el mar, con una ola gigante, barriera mis
escrúpulos.
* * *
Mi participación en el concurso de relatos de abogados del mes de agosto.
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