Esto era una vez una bruja que recogía el aroma de cada persona que amaba en una botella. De Elena tenía sus risas, de Pilar sus besos, de Andrés el calor de sus manos, de Juan un olor a rosas que empalagaba todo... De cada persona guardaba lo mejor, su esencia verdadera. Cuando quería estar con una persona y no la tenía cerca, abría su botella y aspiraba un poquito. Luego la volvía a tapar deprisa, para que no se escapara todo el aroma.
Un día alguien rompió las botellas y escapó de su casa para que no le descubrieran. De las botellas salieron todos los olores y cualidades y se mezclaron en el aire de la habitación. Cuando la bruja entró y vio aquel estropicio de cristales rotos y aromas confundidos, sintió una gran tristeza y pensó que todos sus años guardando esencias no había servido para nada, que todas se iban a perder irremediablemente en el aire. Pero cuando se vio envuelta por la caricia de Rosa, la risas de Teresa, los besos de Pilar, por ese revoltijo de olores y amores de sus amigos, en los que podía identificar a cada uno, supo que aunque las botellas estuvieran rotas, ellos y su cariño siempre estarían con ella. Nadie podría romper nunca el aroma que habían dejado en su corazón.
Un día alguien rompió las botellas y escapó de su casa para que no le descubrieran. De las botellas salieron todos los olores y cualidades y se mezclaron en el aire de la habitación. Cuando la bruja entró y vio aquel estropicio de cristales rotos y aromas confundidos, sintió una gran tristeza y pensó que todos sus años guardando esencias no había servido para nada, que todas se iban a perder irremediablemente en el aire. Pero cuando se vio envuelta por la caricia de Rosa, la risas de Teresa, los besos de Pilar, por ese revoltijo de olores y amores de sus amigos, en los que podía identificar a cada uno, supo que aunque las botellas estuvieran rotas, ellos y su cariño siempre estarían con ella. Nadie podría romper nunca el aroma que habían dejado en su corazón.
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