El martes 29 de Mayo fue la jornada de clausura del programa "Saber Leer". Se trata de un programa que ha iniciado el Gobierno de Aragón que pretende fomentar la lectura entre los chicos de primaria. Comenzó en este curso 2006-2007 de modo experimental, en ocho colegios de la comunidad de Aragón. Se han realizado en los colegios distintas actividades de animación a la lectura: cuenta-cuentos, encuentros con escritores e ilustradores de literatura infantil. Depués, en cada centro se realizaban distintas actividades relacionadas con la lectura.
El martes nos reunimos para comentar los resultados del programa: los profesores de los centros expusieron por la mañana como había sido su experiencia y las actividades realizadas. Fue una lástima que no pudiera asistir a toda la sesión de la mañana, llegué a las últimas presentaciones.
Por la tarde, después de una buena comida en el restaurante Vía Romana, en compañía de dos colegas y amigos escritores, Fernando Lalana y Mª Dolores Tolosa, nos tocó el turno a los ilustradores, cuentacuentos y escritores. Fue una mesa redonda (lo llamamos así, aunque en realidad la mesa en la que nos sentamos era alargada) en la que participamos Sergio Lairla (escritor), Ana Lartitegui (ilustradora), Mª Doplores Tolosa (escritora) Cristina Verbena (cuentacuentos), Fernando Lalana y una servidora, como moderadora, Marina, del centro de profesores y recursos. Estuvimos debatiendo sobre como hacer que los chicos lean (y que una base fundamental es que lean en primaria) y sobre todo, cuál era la manera de conseguir que esos lectores continuaran leyendo en la adolescencia. A partir de los doce años, muchos chicos dejan de leer.
También se habló de la importancia de la ilustración, no solo para los niños, también de los nuevos ábumes ilustrados para adultos.
El martes nos reunimos para comentar los resultados del programa: los profesores de los centros expusieron por la mañana como había sido su experiencia y las actividades realizadas. Fue una lástima que no pudiera asistir a toda la sesión de la mañana, llegué a las últimas presentaciones.
Por la tarde, después de una buena comida en el restaurante Vía Romana, en compañía de dos colegas y amigos escritores, Fernando Lalana y Mª Dolores Tolosa, nos tocó el turno a los ilustradores, cuentacuentos y escritores. Fue una mesa redonda (lo llamamos así, aunque en realidad la mesa en la que nos sentamos era alargada) en la que participamos Sergio Lairla (escritor), Ana Lartitegui (ilustradora), Mª Doplores Tolosa (escritora) Cristina Verbena (cuentacuentos), Fernando Lalana y una servidora, como moderadora, Marina, del centro de profesores y recursos. Estuvimos debatiendo sobre como hacer que los chicos lean (y que una base fundamental es que lean en primaria) y sobre todo, cuál era la manera de conseguir que esos lectores continuaran leyendo en la adolescencia. A partir de los doce años, muchos chicos dejan de leer.
También se habló de la importancia de la ilustración, no solo para los niños, también de los nuevos ábumes ilustrados para adultos.
De que hay que dejar que los chicos lean, según sus inclinaciones. Que ellos mismos, leyendo, descubran lo que los libros pueden darles. Ese disfrute que los lectores mayores ya tenemos y que solo cada niño cuando lee puede llegar a encontrar. Nadie convencerá a un niño de lo divertido y maravilloso que es leer, él mismo tiene que descubrirlo.
Hablamos de la literatura para adultos y de la literatura infantil, que no debe ser considerada como literatura "menor"...
Y Carlos Grasa apuntó que habíamos hablado mucho de disfrutar de la lectura y de gozar. Pero también hay libros que nos hacen sufrir. Y eso también nos gusta. Cómo disfrutamos con esos libros que nos hacen llorar... Y si los vuelves a leer, la segunda vez lloras todavía más... Ay, las páginas empapadas de lágrimas... y una moqueando como un perro con moquillo...
También Carlos Grasa dio el punto final a la charla cuando habló de esa distinción que estábamos haciendo entre literatura para niños y para mayores. La literatura para niños solo tiene un público infantil, la literatura para adultos, solo está dirigida a los niños. Quizá la mejor literatura, la gran literatura sería aquella capaz de llegar tanto a los niños como a los adultos.
Y aquí hubo una controversia, pues Fernado Lalana pedía que alguien le diera un título que cumpliera eso, tan difícil. Yo propuse El principito, Ana Lartitegui El jardín de Babaï. He tomado nota de este título, para buscarlo y leerlo.
Después de todo este rollo que os he metido, solo añadiré una cosa: para mí leer es... una aventura. Una aventura que vas siguiendo en las líneas de un libro y que te hace sentir e imaginar cosas diferentes de las que vives día a día. O que otras veces te hace reconocer esas cosas que vives a diario y apreciarlas.
Hablamos de la literatura para adultos y de la literatura infantil, que no debe ser considerada como literatura "menor"...
Y Carlos Grasa apuntó que habíamos hablado mucho de disfrutar de la lectura y de gozar. Pero también hay libros que nos hacen sufrir. Y eso también nos gusta. Cómo disfrutamos con esos libros que nos hacen llorar... Y si los vuelves a leer, la segunda vez lloras todavía más... Ay, las páginas empapadas de lágrimas... y una moqueando como un perro con moquillo...
También Carlos Grasa dio el punto final a la charla cuando habló de esa distinción que estábamos haciendo entre literatura para niños y para mayores. La literatura para niños solo tiene un público infantil, la literatura para adultos, solo está dirigida a los niños. Quizá la mejor literatura, la gran literatura sería aquella capaz de llegar tanto a los niños como a los adultos.
Y aquí hubo una controversia, pues Fernado Lalana pedía que alguien le diera un título que cumpliera eso, tan difícil. Yo propuse El principito, Ana Lartitegui El jardín de Babaï. He tomado nota de este título, para buscarlo y leerlo.
Después de todo este rollo que os he metido, solo añadiré una cosa: para mí leer es... una aventura. Una aventura que vas siguiendo en las líneas de un libro y que te hace sentir e imaginar cosas diferentes de las que vives día a día. O que otras veces te hace reconocer esas cosas que vives a diario y apreciarlas.
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