Mientras su
madre trajinaba en la cocina, la pequeña escapó al jardín y observó al vecino
con curiosidad. Viejo, sin afeitar, el pijama mugriento. Entre los chasquidos
de una radio siempre mal sintonizada oía su respiración agónica como si fuera a
morir en ese mismo instante. La fascinaba. La madre la metió en casa, le había
dicho mil veces que no se acercara al monstruo. Al día siguiente, los padres
sintieron un gran alivio al no escuchar la insoportable radio. Tanto silencio
trajo seguidamente el horror. La camita vacía. Y en el jardín, junto a la
valla, solo su chupete.
* * *
Con este concurso he recibido una mención en el III Certamen de microrrelato Realidad Ilusoria, convocado por Miguel Ángel Page. Podéis leer el relato de la ganadora Elisa de Armas, de los finalistas y conocer el resto de las menciones aquí. Como veréis, allí me encuentro rodeada de muchos amigos y grandes escritores.
4 comentarios:
Se me eriza el espinazo, recuerda que tengo dos nietecitos
Tienes razón, Nacho, se nos eriza a todos cuando oímos o leemos algo así. A tus nietecitos que o los toque nadie!!!! Besos
Espeluznante. Delicioso.
Salud.
Miguel Ángel, me gusta arrancarte escalofríos...
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