En la residencia, las tres abuelas ciegas se sientan juntas
después de la siesta, las une esa capacidad de ver el mundo sin necesidad de
ojos. Gloria sabe que Matías acaba de pasar, aunque eso no tiene
mérito: ese tufillo rancio mezclado con aroma de farmacia lo puede reconocer
cualquiera; sin embargo hay que reconocer que es una experta en adivinar qué
habrá de cena por el olor que llega de la cocina, a pesar de que los demás residentes
afirman que aquí todas las comidas huelen igual. Claudia distingue de qué país
procede un vestido palpando con los dedos pulgar e índice un pedazo de tela y
todos se asombran cuando comprueban su acierto al leer en la etiqueta el made in. El sentido del gusto es lo que
más desarrolló Montse, que entre sus batallitas cuenta con picardía cómo
distinguía a sus amantes gemelos por el sabor de sus besos.
Suelen organizar protestas frente al despacho de la
directora, quejándose de que siempre les sirven panga en vez de merluza, de las
tortillas de huevina y de la escasez de carne en los menús. La última vez que
se las encontró en el pasillo, con sus pancartas, la directora les echó una
mirada furibunda y exclamó: "¡Os voy a dar carne yo a vosotras!” y cerró de
un portazo su puerta.
Los demás ancianos las llamaban las tres mosqueteras, una
para todas y todas para una, hasta que murió Gloria, de repente, hace dos días.
Sin embargo, sus dos amigas aseguran que sigue presente entre ellas, le dejan
sitio entre las dos en el sofá que siempre ocupaban, le hablan y aguardan
a que conteste, y continúan la conversación como si estuviera allí. Mantienen
una silla libre en el comedor, junto a ellas, con su cubierto vacío, “Ahora ya
no tiene hambre, pobrecita”, lamentan compungidas. Los cuidadores se mofan de
su locura y ellas responden muy dignas que solo las personas ciegas pueden ver
y oír a los espíritus.
* * *
Este relato ha surgido hace poco, una mezcla de la idea de un viernes creativo propuesto por Fernando Vicente en el bic naranja aquí, y un homenaje a los viejitos de la audioantología de viejos que ha propuesto Pablo Gonz aquí. Llegué tarde a la propuesta de Fernando, pero me gustó ese título tan sugerente de las abuelas ciegas y tarde o temprano tenía que escribir algo sobre ello.
2 comentarios:
Pues qué bien que lo hicieras Puri, te quedó genial. Aunque reconozco que me deja un mal sabor de boca.
Saludos Y fuerte abrazo.
Gracias YAshira. No deja muy buen sabor, no, pero no todas las historias tienen un final feliz.
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