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Imagen de la red |
La cabeza del hombre que amó da vueltas en el interior de la lavadora. Pero sabe que eso no será suficiente, cuando el lavado termine y de su boca salgan pompas de jabón, seguirá sin oler a limpio. Es lo que ocurre con los muertos, no hay quien elimine su rastro de nuestro olfato, de nuestros ojos, de nuestras manos que acarician las sábanas vacías. Porque él ya no está en esa cama, pero las sábanas siguen teniendo su olor. La cabeza del hombre que amó le mira desde la lavadora con ojos que giran desbocados preguntándole por qué. En el centrifugado, la cabeza desaparece, se vuelve un borrón difuso. Pero en cuanto se detiene, vuelve a rodar por el tambor mirándola. A veces le gustaría centrifugar su propia cabeza para olvidarlo, para no verlo, para no olerlo más.
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Este es el relato que no presenté al concurso de páginas de espuma, con motivo de la publicación del libro "Casa de muñecas" de Patricia Esteban Erlés. La frase de comienzo era "La cabeza del hombre que amó da vueltas en el interior de la lavadora" y aunque este relato me gusta más que el que envié, no entra en los límites (demasiado estrechos, nunca me gustó apretarme el cinturón) de 200 caracteres...
Dentro de unos días pondré por aquí el micro que envié al concurso.