martes, 20 de mayo de 2014

La verdadera historia de la caja de Pandora





Mientras voy preparando una crónica de la IV Microquedada aquí tenéis mi micro tuneado para la ocasión. Cuando una caja de PAndora se abre ya no puede volverse a meter en ella su contenido... Le tocó en suerte a Eva García, que ahora tiene esta cajita abierta en su casa, y derramando sin cesar... Pero mejor os cuento el cuento, ¿no? Y véis la foto final...

La verdadera historia de Pandora
La hermosa caja de lapislázuli lucía con brillo de estrellas en el altar de la casa, convocando a dioses y a humanos. Aquella caja había pasado de padres a hijos en la familia de Zais. Este había prohibido a su esposa Pandora acercarse a ella; no debía abrirla jamás, pues solo sus antepasados y sus descendientes habían sido designados por los dioses para colmarla de ofrendas. Si cualquier otro la abriera, grandes males se desatarían por el mundo y harían infelices a la humanidad eternamente. Pandora contemplaba a escondidas como Zais se acercaba a la caja con las últimas luces del día, abría su tapa y guardaba en su interior una sustancia etérea que ella nunca llegaba a vislumbrar. Cuando la cerraba de nuevo, una sonrisa de la más intensa felicidad se expandía placenteramente por el rostro de su amado. Este rito diario hizo que la curiosidad de Pandora por aquella caja fuera en aumento. Ella también quería disfrutar de su contenido, no podía haber nada malo en ella cuando Zais expresaba ese inmenso gozo y beatitud al contemplarlo.
Así que una noche, cuando estuvo segura de que Zais estaba profundamente dormido, se acercó con sigilo al altar y abrió la caja con mucho cuidado. A la luz de la vela descubrió un racimo de palabras enredadas: colibrí, musgo, laguna, arcoiris, saturnal, frambuesa, abalorio, enamoriscar, luna… Al ver la caja abierta de par en par, las palabras, conscientes de su libertad, salieron en tropel con una risa de cascabeles, cantos de pajarillos y relinchos plateados. Desde aquella noche, en el mundo empezó a soplar el viento racheado de la poesía. Gracias a Pandora, todos los humanos pudieron  gozar de la locura de rimas y leyendas, mientras el avaro Zais rabiaba en un rincón por haber perdido su gran tesoro.




viernes, 16 de mayo de 2014

Con los cinco sentidos y una gota de azar


Imagen de Marlous van der Sloot


Tu lengua estaba tierna, dulce y fresquita, jugueteaba con la mía a enredar amores y bailar tangos bajo las farolas de la plaza. Los ojos se nos cerraron para sentirnos más intensamente, era su íntima forma de colaborar en acercarnos el uno al otro. Olías a masaje para después del afeitado, limpio y atrayente, la nariz no podía dejar de unirse a la orgía desbordada. Las manos, esas sí que tenían faena: en tu cintura, en mis nalgas, apretando un cuerpo contra otro, bajo mi vestido vaporoso, haciéndote cosquillas detrás de la oreja, buscando tu entrepierna, acariciando mis senos. Para redondear el momento, un coche se detuvo en el semáforo con las ventanillas abiertas, y su música invadió la calle: “…bésame, bésame muuuucho… como si fuera esta noche la última vez…”. Aquella fue para siempre nuestra canción.

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Hoy es viernes creativo en el bic naranja, ¿te apuntas a leer y escribir historias sobre este helado de Marlous van der Sloot?

IV Microquedada en Barberá del Vallés-Barcelona



Este año los microrrelatistas nos reunimos en Barberá del Vallés y Barcelona. Tenemos un programa muy completo, todo comienza en la microbilbioteca Esteve Paulize con una conferencia de Irene Andrés Suárez, especialista en este arte, después nos zamparemos una butifarrada, seguiremos con la presentación de los libros de microrrelatos de Mar Horno y Pedro Sanchez Negreira en la microlibrería Diarium y terminaremos con la presentación del libro "Despojos del ReC" en Barcelona.



¡Tengo ganas de ver a los viejos amigos otro año más y de conocer a los nuevos que participan este año!!!! Ya no falta nada para reunirnos.

jueves, 15 de mayo de 2014

Primavera de relatos indignados 2014




Cada mañana, nuestro pulcro ministro disimula las sombras bajo sus ojos con un quitaojeras que roba a su mujer. Lee las noticias en su tablet mientras añora los viejos tiempos de los periódicos en papel, cuando después del desayuno, y tras su diaria defecación, se limpiaba el trasero con las páginas de las miserias cotidianas y se libraba de ellas con un simple gesto: tirar de la cadena. Ahora sale de casa y las miserias —el paro, las protestas juveniles de los estudiantes sin futuro, las seniles de los jubilados, las exigencias de los políticos europeos de caninos vampíricos— siguen agazapadas en su tablet y si enciende la radio del coche también zumban en la voz de ese locutor que pincha con su aguijón afilado. Claro que puede cambiar de emisora y escuchar las alabanzas de sus amigos que le invitan a seguir por el buen camino, ese que lleva sin rodeos a la bonanza de los paraísos fiscales y las benditas corruptelas, con un final feliz en el que todos ellos comen perdices. Pero los jóvenes están otra vez ahí, interrumpiendo el tráfico en la avenida, y también los viejos con bastones alzados, y las palomas salen volando de estampida y se le cagan en el parabrisas sin que lleve la puñetera escopeta… Añora tanto los viejos tiempos, que dicta leyes que retornan al pasado y solo así se siente seguro y en paz cuando vuelve a casa y se calza las zapatillas, aunque sus ojeras vuelvan a asomar.


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Un año más, los relatos indignados inundan la red en primavera en

viernes, 9 de mayo de 2014

Viernes con historias. Un año de viernes creativos





Nos reuníamos los viernes. Primero Fer nos ponía una película o sacaba el álbum de fotos, o traía un dibujo que le gustaba, o simplemente soltaba tres o cuatro palabras, lo que le apetecía… Metíamos aquello en la batidora, le dábamos mil vueltas, le añadíamos un poco de ron y de ginebra y vomitábamos nuestras resacas a golpes de bic naranja.
Podía ser un pez en una caja, unas abuelas ciegas, monstruos elásticos, un autobús en la nieve, un ramo de rosas… Cualquier cosa valía para estimular nuestras cabezas huecas. De ahí muchas veces surgía el amor, ese que siempre nos sale tan bien, o el desamor en un puño cerrado y rabioso; nos bañaba una ola de poesía y el erotismo nos erizaba la piel. Anita llegaba siempre la primera, soltaba su bomba y una sonrisa, y a su voz nos íbamos uniendo uno detrás de otro en una fiesta de palabras. Nos gustaba ir allí, dejar nuestro borrón y pringarnos con los manchurrones de los otros. Y cuando nos íbamos nos quedaba el sabor de las historias en el paladar y en los oídos y el deseo de que llegara el próximo viernes.
Hoy nos toca brindar por esos viernes creativos y por los que vendrán.
¡Felicidades a todos! Y sobre todo al anfitrión, que pone la casa y las bebidas.
Gracias, Fer, por esos viernes-musas que nos saben tan bien.

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Hoy cumplen un año los viernes creativos de el bic naranja. 

martes, 6 de mayo de 2014

Eterno girar

En la plaza del Pilar, mientras los otros niños encorrían las palomas, a mí me gustaba girar sobre mí mismo, con los brazos extendidos; ante mis ojos pasaban vertiginosos las torres, el pórtico, la gente, los arcos de los porches, las sillas de los cafés y a empezar otra vez: torres-pórtico-gente... Mamá me gritó:
—¡Para ya, que te vas a caer!
Precisamente, al detenerme, venía lo mejor: sentirse como un borracho, un pie aquí otro allá, la cabeza que parecía querer escapar y los objetos que no cesaban de girar. Por eso aquella tarde le pregunté a mamá si era yo quien daba vueltas o era el mundo el que giraba alrededor de mí. Y ella, con una carcajada, contestó:
—El mundo gira para ti, tesoro mío  —y me dio en la frente uno de esos besos que olían a nocilla y a agua de rosas.

Al crecer descubrí, como Galileo, que ya el mundo no giraba para mí, sino que era yo quien giraba para el mundo. Aun con todo, ella siempre siguió como un satélite sobre mí, pendiente de mis caprichos, de mis errores, de mis desplantes, de mis dolores, para criticarme y para aplaudirme. Una tarde la luna se la llevó y desde entonces me asomo cada noche para verla girar a mi alrededor.

sábado, 3 de mayo de 2014

El ruiseñor



Imagen de Adam S. Doyle


Despertar las noches de luna nueva con los caninos afilados me conducía a la ejecución del consabido ritual, con el despliegue de toda su parafernalia: la capa larga de cuello alzado, las alas de murciélago recortadas contra el astro blanco, el aleteo feroz que me transportaría como un rayo hasta mis víctimas. Pero si mi arte había llegado a la verdadera perfección en el cumplimiento de sus objetivos, no había sido por su práctica continuada durante siglos, sino gracias a la cuidadosa preparación en la que me afanaba durante las noches previas. Me travestía en un pequeño y delicado ruiseñor, que rondaba a las más bellas mujeres hasta el amanecer. Al oírme cantar, ellas se asomaban a la ventana presas de un extraño deseo que vibraba en sus labios y les escalofriaba las entrañas. La excitación provocada en las damas iba en crescendo cada noche al compás de la luna. En el triunfo del plenilunio, sin embargo, no había canto, el silencio las oprimía de tal modo que la ansiedad secaba sus bocas ardientes, sus oídos anhelaban la voz del amado y sus ojos brillantes buscaban en la blanquinosa noche al amante soñado. Inquietas, desasosegadas, se acostaban, pero dejaban abiertos los postigos por si aquel ruiseñor regresaba a besar sus labios, sus pechos enfebrecidos. Por las ventanas abiertas de par en par penetraba mi alma joven y antigua al mismo tiempo y las tomaba en sus lechos de princesas o campesinas, en sus cuellos mis colmillos les insuflaban el amor eterno, mientras yo recolectaba la miel de su sangre fresca y absorbía la lozanía que alimentaba mi inmortalidad.

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Un nuevo viernes creativo en el bic naranja, a partir de una imagen de Adam S. Doyle.