martes, 15 de octubre de 2013

Alma de sirena





Un tarro de arena, una botella con agua de mar y una caja llena de conchas. Ese fue el tesoro que enterré en la jardinera de la terraza al final del verano. Después conté los pasos, dibujé un mapa, puse la cruz en el lugar adecuado y se lo regalé a Laura. Pero Laura no tenía alma de pirata, prefirió un corazón con las iniciales L D que le regaló David. Fue Marta la que encontró el mapa, desenterró mi tesoro, hizo una playa con la arena, se bañó en el agua de mar y cuando buceó para meterse en una caracola, sus piernas se transformaron en cola de pez.

5 comentarios:

María Gladys Estévez dijo...

Es lo que pasa en el mundo maraviloso de los cuentos ...
Me gustó
Abrazos

Luisa Hurtado González dijo...

Genial, me ha gustado mucho no, muchísimo.
Que se cambia a Marta, da muchísimo más juego aunque en las cosas del corazón...
Un beso

puri.menaya dijo...

Gracias Aniagua, aveces también pasa en la vida real, cuando no vemos quién nos quiere de verdad.

Gracias Luisa, con el corazón nunca se sabe por donde va a tirar

Ricardo Corazón de León dijo...

Es perfecto para la fantasía. Me ha gustado tu cuento que tiene mucho de enseñanza en pocas palabras.
Saludos.

puri.menaya dijo...

Gracias, Ricardo, veo que ya has vuelto. Espero que hayas pasado buenos días. Besos con aroma de mar.