martes, 17 de agosto de 2010
Nadar como Tarzán
Recuerdo las películas de Tarzán. El magnífico Johnny Weismuller llamando a los animales con su potente grito. Los elefantes le contestaban barritando como locos. Mi primo y yo, después de ver una de sus películas, jugábamos en la piscina municipal. ¡Vamos a nadar como Tarzán!, decíamos. Y nadábamos primero a crowl, luego nos dábamos la vuelta para nadar a espalda, luego otra vez a crowl, vuelta y vuelta, sin parar. Indudablemente, Johnny lo hacía mejor, pero como hijos de Tarzán no teníamos competencia. Cuánto hubiéramos dado por saltar de árbol en árbol colgados de lianas, por tirarnos desde las lianas en ríos llenos de cocodrilos, por montar sobre un elefante que agitaba las orejas como abanicos al correr, por vivir en una casa en los árboles... Sin embargo, lo único que podíamos hacer era nadar como Tarzán. Aún me gusta nadar como Tarzán. Prueben. Produce una sensación de libertad indescriptible.
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