Cada vez que le
hablaba del último sobre rechazado, él le escribía una carta más larga, pidiéndole perdón. Ella no
leyó ninguna, pero las guardaba en una caja con flores de lavanda, la hierba de
los desengaños. La abría, y al ver su letra en el sobre, una punzada la atravesaba
con el recuerdo de un verano de arena, buganvillas y noches de luna en un mar
de cristal. Pero el aroma intenso le azuzaba el odio por la traición y trocaba
la lágrima resbaladiza en puñales de venganza. ¡Ay, si pudiera quemar esas
cartas…! Encendería la pira donde arderían los amantes con esa pasión que jamás
la abrasó a ella.
* * *
Un relato para REC, de hace ya unas cuantas semanas
2 comentarios:
Empieza con aires de amor en los tiempos del cólera y termina en huracán.
Besos, Puri.
Jaja, Miguel, me ha encantado tu visión. Un abrazo
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