domingo, 18 de mayo de 2008

Haiku - primavera


Según la Wikipedia, las características de un haiku son:

"El haiku tradicional consta de 17 moras (unidad lingüística de menor rango que la sílaba) dispuestas en tres versos de 5, 7 y 5 moras, sin rima. Suele contener una palabra clave denominada kigo que indica la estación del año a la que se refiere.
Tradicionalmente el haiku, así como otras composiciones poéticas, buscaba describir los fenómenos naturales, el cambio de las estaciones, o la vida cotidiana de la gente. Muy influido por la filosofía y la estética del zen, su estilo se caracteriza por la naturalidad, la sencillez (no el simplismo), la sutileza, la austeridad, la aparente asimetría que sugiere a la libertad y con ésta a la eternidad".



Ya ha pasado el momento de los almendros en flor en Zaragoza, pero aún es primavera. Ahí va el haiku:



Huele a lluvia
Los almendros en flor
Es primavera

Foto de Pedro Rovira Tolosana

Haiku - el aullido del lobo



El lobo canta
aullando a la luna
auuuuuún te quiero...

viernes, 16 de mayo de 2008

Literatura infantil




Muchas veces me dicen que eso de la literatura infantil es muy difícil, yo solo sé contestar que para mí no lo es. A mí la escritura para niños me sale sin esfuerzo, quizá porque no estoy pensando que es para niños (y que por lo tanto no escribo para tontitos) y que en el fondo yo sigo siendo un poco niña todavía. Me encantan las historias de fantasía, llenas de ternura y poesía, en la literatura infantil la imaginación no tiene límites, mientras que la literatura de mayores a veces está demasiado encorsetada. Me atraen los libros para niños desde siempre, me recuerdo con diecisiete años en las librerías ojeando libros infantiles, sus títulos sugerentes, sus portadas llenas de color, las maravillosas ilustraciones, las historias llenas de magia.



También recuerdo mi infancia como un periodo muy feliz de mi vida y supongo que eso ayuda. Y me gusta poner en mis historias todas esas cosas que a mí me gustaban de niña. No sé, quizá para escribir para niños simplemente hay que bucear en nuestro corazón y encontrar ese niño que fuimos, para descubrir que aún seguimos siéndolo. Yo no necesito bucear mucho, aún están flotando muchos buenos recuerdos.



Y en cuanto a que los niños de ahora les interesan otras cosas que a los niños que nosotros fuimos y que contactar con ellos es tan difícil... Bueno, en realidad no somos tan diferentes, a todos los niños nos gusta jugar. Y a todos los niños nos gusta una buena historia, divertida y llena de vida.



También me gusta leer literatura de mayores, por supuesto; incluso me atrevo a escribir algún relato. Y claro que me gustaría escribir una novela. Pero eso me parece más difícil que los cuentos para niños; quizá todavía no me ha llegado el momento de entrar en ese otro mundo.

domingo, 11 de mayo de 2008

Desayuno en la terraza


Me encantaría tener una casa con una terraza grande, creo que es el único defecto de nuestra casa. Tengo que conformarme con nuestra miniterraza de estilo conventual, con un murete demasiado alto y dos columnas de ladrillo que dejan tres ventanas al aire, donde dos macetas de pensamientos, unas caléndulas que trajo mi hijo del colegio y unas florecillas silvestres de color lila nos alegran la vista. La terraza es diminuta, cuando nos sentamos los cuatro no podemos ni movernos, pero aquí estoy desayunando en ella, haciéndome la ilusión de que me encuentro en una isla de paz entre el triste hormigón de la ciudad, viajando por el cielo azul que diviso por las ventanas, entre las nubes soñadoras. Además estoy sola, leyendo el periódico y saboreando unas tostadas, ¿qué más se puede pedir? Disfrutar estos momentos de primavera en que el sol nos regala ese bienestar perezoso y tranquilo, y respirar el ambiente limpio por las lluvias de ayer es algo que no debemos desaprovechar.
Un par de horas más tarde, una luz más gris llega a través de la ventana de mi estudio, el cielo se ha cubierto de nubes y ha ocultado el sol. ¿Lloverá? No lo sé, pero al menos he disfrutado de ese cálido momento de una mañana de primavera al aire, un desayuno en mi terraza, ese tesoro que tengo guardado para los fines de semana. Quien no sabe encontrar estos tesoros, no sabe vivir.

martes, 6 de mayo de 2008

Más Caraplatos




¡He visto un fantasma!


El hombre barbudo de los ojos desorbitados:





Con la mejor de sus sonrisas:



miércoles, 23 de abril de 2008

Un niño llamado Jorge

Ya se oían los petardos rompiendo el cielo. El dragón se acercaba por el paseo Independencia, era enorme, su cabeza de cartón piedra sobrepasaba el cuarto piso de los edificios, su larga cola verde medía más de diez metros. Echaba humo por los orificios de la nariz y la multitud lo aclamaba a su paso. Así celebramos en Aragón el día de nuestra comunidad, San Jorge, nunca puede faltar un dragón. Entre el sonido de los cohetes, la música de los tambores, los clarines y las dulzainas, se alzaban los gritos del público cuando la cabeza del dragón se les acercaba, embistiendo. Todo era alegría, todo excepto alguien a mis pies, que se escondía. Era un niño de unos ocho o nueve años. Tenía unos ojos oscuros y penetrantes, que te atravesaban con la mirada. Creí que tenía miedo.
- No te escondas - le dije -, que este dragón es bueno.
No me hizo caso, seguía escondiéndose.
- Mira, que es muy gracioso - insistí.
- Si lo miro, lo mataré – replicó muy serio.
- Vamos, no digas eso. ¿Cómo va a matar un dragón un niño tan bueno como tú?
- Es que yo me llamo Jorge – y añadió muy convencido: - Yo soy quien va a matar ese dragón. Siempre ha sido así.
- No todos los Jorges matan dragones. Mira, ya viene San Jorge, ese es el Jorge que tiene que matar al dragón - le dije señalando el alto muñeco, manejado con cuerdas, que representaba al caballero y que se acercaba por nuestra derecha.
El niño me miró con ojos ilusionados.
- Quizá pueda matarlo a él, en vez de al dragón.
El chico se quedó mirando al caballero fijamente, San Jorge volvió la cabeza hacia él. Los ojos del chico se clavaron en los ojos de San Jorge, penetrando por los orificios de su yelmo. La cabeza de San Jorge permaneció inmóvil, rígida, durante unos instantes, sus ojos absorbidos por los del niño. Unas llamas prendieron repentinamente los ojos de San Jorge, se extendieron por su cabeza y por todo su cuerpo.
La unidad de bomberos, con sus sirenas clamando al viento, acudió a apagar el fuego.
El dragón culebreaba delante del caballero, ajeno a su muerte, feliz y rebosante de vida.
La gente se apartaba del fuego, gritando. Pero el niño permaneció quieto y yo a su lado, mirándolo con inquietud. El niño sonreía. Aquel año, por fin, había conseguido salvar al dragón. Ya no sería más un matador de dragones. A partir de aquel día lo llamarían Jorge, el salvador de dragones.

martes, 22 de abril de 2008

Caraplatos












Estos son algunos "caraplatos" que creamos entre mis hijos y yo en el buffet libre de un hotel de Menorca, durante nuestras vacaciones en el año 2005. Cada día, un caraplato diferente y apetitoso...
Daba pena comérselos, pobrecitos. El último parece saber que su destino es nuestro estómago, por eso tiene esa cara de susto y pone una mueca de horror cuando nos acercamos a él.
¡Qué os aproveche!