lunes, 31 de diciembre de 2007

¡feliz año nuevo!


"Hoy es el día en que sale de casa un hombre que tiene tantas narices como días le quedan al año".

En la noche de San Silvestre, las brujas celebran su aquelarre de fin de año. Es la última noche y en vez de ponerse melancólicas, saben que es el momento de apreciar lo que tienen. Las brujas comen y beben y cantan y bailan y ríen y recitan conjuros mágicos en un brindis secreto con su persona amada. A esta bruja nunca le gustó comer uvas en fin de año, prefería los piñones, pero a regañadientes masticaré la tradición y procuraré no atragantarme.

Que las doce campanadas nos traigan doce deseos de amor, de paz y de felicidad. Y que le demos un respiro al planeta consumiendo menos y ahorrando más.

Mañana estrenaremos el año 2008. Que sea como estrenar un traje nuevo lleno de ilusión, un traje de muchos colores que nos quite el polvo de la rutina. Y que esa ilusión nos dure para llevar a cabo nuestros proyectos. Yo espero encontrar alguna historia nueva en los bolsillos de ese traje.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Gato con guantes

Frido era un gato muy fino,
distinguido y señorial,
la elegancia de un minino,
parecía una postal.

Las uñas quería tener
afiladas a más no poder.
Arañaba y arañaba
la madera en su rincón.
Y que no se estropearan,
era su gran preocupación.

Por eso usaba guantes,
pues era muy elegante.

Guantes blancos por el día
cuando salía a pasear,
guantes negros por la noche,
si con la luna iba a bailar.

Usaba guantes de goma
para fregar la vajilla.
Usaba guantes de seda
para limpiar su mejilla.

Con las patitas enguantadas,
protegidas, bien mimadas,
saltaba sin hacer ruido,
muy valiente y decidido.

Solo una cosa no podía
hacer con guantes jamás;
todo el mundo lo sabía
y él lo sabía aún más...

Pero un día se olvidó
y los guantes no se quitó.
Un ratón vio pasar
y se lanzó a cazar.

Sus patas resbalaron
sobre la piel del ratón,
los guantes se rompieron
sin conseguir ni un mechón...

Porque gato con guantes no caza...
¡No caza ni un melón!

sábado, 3 de noviembre de 2007

Otoño

Un paseo por Ordesa...



El otoño ya ha tocado con sus manos mágicas los bosques convirtiéndolos en una cueva de colores rojos, amarillos y ocres. Las fotos fueron tomadas el sábado pasado en el valle de Ordesa, en una excursión por esos bosques de hayas en los que crees que te va a salir un duende a la vuelta del camino. Pronto todas las hojas estarán en el suelo, los árboles se preparan para dormir y resistir el invierno.
Ahora solo nos falta que llueva, para que el otoño cumpla otra de sus misiones: humedecer y preparar la tierra para la primavera. Que se note el paso del otoño en la humedad de sus bosques. Y también le pido al señor invierno que traiga un poco de nieve en su equipaje. Nieve para todos: para las montañas, para los ríos, para que los niños puedan hacer gordos muñecos de nieve…


Nosotros también podemos dejar caer nuestras hojas secas, arrojando todas aquellas cosas que nos sobran: los temores, las rabias, los enfados. Respirad el aire frío del invierno que nos hace fuertes, dejaos envolver por el abrazo de los que os quieren y que os dará calor en el corazón. Jugad con las hojas secas y el viento, con la nieve que congelará vuestras risas; leed libros en casa, calentitos, para alegrar vuestra cabeza sedienta de aventuras.

Que la melancolía del otoño nos haga un poco más fuertes y, aunque parezca una contradicción, más felices.




viernes, 12 de octubre de 2007

Monstruo, ¿vas a comerme?

Este es el último libro que he publicado con la editorial BAMBÚ. Tiene unas deliciosas y divertidas ilustraciones de Petra Steinmeyer, que ha hecho un trabajo estupendo. Cuando vi el libro terminado me encantaron sus dibujos, y cada vez que los vuelvo a ver me gustan más.
Un poco de miedo y mucha ternura, en este libro de un niño y un monstruo muy especial. Podéis ir encargándolo en vuestra librería habitual, aunque quizá tarden unos días en traeroslo, la distribución acaba de empezar...
Título: Monstruo, ¿vas a comerme?
Editorial: Bambú
Serie: Primeros Lectores
Puedes ver este libro en la Editorial Bambú aquí

Tarta de chocolate

¡Chocolate, chocolate!
¡Al rico chocolate!


Pon leche, cacao y harina
- dice mamá en la cocina -
con cuchara revolvemos
y un buen chocolate cocemos.

El chocolate suculento,
hierve en la olla contento
¡Blup, blup!, la burbuja
canta la canción de la bruja.

¿Lo ves?
¡Qué fácil es!

Harina, azúcar y huevos
otra vez revolvemos,
bien batido y removido
en el molde lo he metido.

¡Ya está!
¡Al horno va...!

Coge el bizcocho redondo,
pon mermelada de fresa,
por fuera crema espesa
de chocolate hasta el fondo.

Lo dejas sobre la mesa
y esperas...
que la crema quede tiesa.

Juan se acerca muy quedo,
quiere meter el dedo
y probar el chocolate,
mamá exclama: ¡tate!
¡Qué nadie meta el dedo!
¡Huellas no quiero!

La tarta está preparada.
¡Tarta de chocolate!
aplaude Marta ilusionada.

Es el cumpleaños de Juan,
le pondrán tres velitas
con sus lucecitas.

¡Llegan los invitados!
¡Besos y muchos regalos!

Amigos, tíos y primos
abuelitas y abuelitos,
esperan la tarta más rica
que ni quema ni pica.

¡La tarta, la tarta!
gritan dando palmas...

Juan con la tarta delante
es el momento más excitante:
- Soplaré, soplaré
y las velas apagaré
- dice Juan,
aullando como el lobo.

Las velas Juan apagó,
Feliz cumpleaños se cantó;
mamá partió el pastel
y ni una miga quedó de él.

¡Qué rico está!
¡Yo quiero un poco más!

domingo, 30 de septiembre de 2007

Adiós verano, adiós




Creeréis que me he olvidado del blog. No, no me olvido. Lo tengo ahí en la cabeza y me digo: Puri, que llevas muchos días sin colgar nada, que esto del blog es para ser constante. Pero día a día queda poco tiempo para estas cosas y los días pasan y de repente te das cuenta, por la fecha del ultimo artículo, de que llevas ¡casi mes y medio sin escribir nada! Bueno pues vamos a remediarlo.

Que ya se acaba el verano... ¡snif!



En septiembre estuvimos de vacaciones en La Ampolla, cerca del delta del Ebro. Una calita muy especial, rodeada de pinos, un lugar tranquilo, sin mucha gente, como nos gusta a nosotros, que vamos huyendo de los sitios abarrotados. Hemos tenido mucha suerte, porque estuvimos los primeros días con unos amigos y como también tienen un par de chicos, nuestros hijos lo pasaron en grande. Después conocimos a Alba, una niña muy especial y llena de imaginación con la que jugábamos a piratas en su barca hinchable. Por fin mi hija pudo poner en marcha aquel sueño de barco pirata que venía preparando antes de venir aquí… (Alba, creo que necesitamos unas cuantas clases más de remo, porque no conseguí que aquella barca fuera por donde yo quería, lástima que no me quepa una barca de estas en la bañera para ir practicando hasta el próximo verano).
Tuvimos una gran aventura: una ola gigante nos volcó la barca y todos desaparecimos tragados por la ola. Alba dio ocho volteretas en el agua y cuando por fin conseguimos sacar la cabeza del agua, y caminábamos hacia la orilla, a mi hijo le picó un maldito pez araña que estaba enterrado en la arena. Fue una herida muy dolorosa, le clavó sus tres pinchos que inyectan veneno, pero afortunadamente no habíamos llegado a una isla desierta y unos indígenas muy amables trataron la herida con gran maestría (gracias desde aquí a los socorristas del puesto de la cruz roja de la playa). El dolor se le pasó enseguida, así que todo quedó en un pequeño susto.
El mar, los castillos de arena, las liebres de mar que llegaban desorientadas hasta la orilla de la playa, las gaviotas y los fumareles, las gambas del chiringuito playero, los puertos pesqueros con sus barcos llenos de redes, llenaron aquellos días. Aún ahora, cuando cierro los ojos, puedo ver ese mar azul, sentir la brisa que me toca la cara, y la caricia de las olas en mis pies…
Y recuerdo un versito que escribí hace muchos, muchos años:


Las olas vienen y van
y a cada paso,
un beso me dan.


La foto de arriba es la babosa de mar o liebre de mar.

Y ahora, después de traeros estos últimos recuerdos del verano, respiremos la brisa del mar y cojamos fuerzas para el nuevo curso, que mañana ya empieza el ritmo normal de cole, con clases por la tarde también. ¡Ánimo, que hay muchas cosas que aprender y muchos amigos con los que jugar!

domingo, 19 de agosto de 2007

El beso de mamá


Guardó el beso de mamá debajo de la almohada. Siempre lo hacía. Así, si de noche tenía miedo, levantaba la almohada y encontraba su beso esperándole. Pero al día siguiente el beso había desaparecido. ¿Acaso se disolvían en el aire? No, los besos no podían disolverse ¿Entonces, adónde iban los besos durante la noche? ¿Al país de los besos? ¿O quizás se metían en sus sueños para espantar las pesadillas? Imaginó los besos como guerreros armados luchando contra fieras feroces, contra malvadas brujas, contra monstruos horrorosos...
Pero los besos eran amor, no podían hacer la guerra. Entonces imaginó los besos de mamá desarmando a las fieras besuqueándolas, ablandándolas y enterneciéndolas con su cariño. ¿Acaso él mismo no se ponía tierno cuando mamá le besaba? Suspiró y fue a buscar el beso de mamá, aún estaba ahí, debajo de la almohada. Se lo puso en la mejilla y se dejó besar otra vez. Y con ese beso, se durmió.