Salgo de casa antes de amanecer
para ir a trabajar. En la oscuridad de la noche, el olor de la lluvia, la calle
mojada, el aroma intenso de los cipreses. Los pulmones se emborrachan con el
aire fresco. Rezagado, apuro la última copa de ciprés antes de entrar. Pero sé
que no será suficiente para pasar ebrio el resto del día en la oficina.
* * *
Podría titularlo también La copa del ciprés es alargada, parafraseando al maestro Miguel Delibes.
8 comentarios:
También, pero Olor a lluvia, no sé como que se siente más aún este micro.
Besitos
Otro voto para Olor a lluvia, Puri.
Lo mejor del ciprés es que sus efectos secundarios no necesitan paracetamol :-)
Besos
Elysa, en realidad "La copa del ciprés es alargada" era tan solo una broma.
Rocío, tienes razón, las borracheras de ciprés se pasan solas y nos curan de muchas cosas.
¡Excelente, Puri!
Un micro que con pocas pinceladas nos lleva a una reflexión profunda de nuestras necesidades para soportar un día a día no soñado.
Un abrazo.
Hola Puri, me gusta cómo cambias el punto de vista de un día gris, con más coches en las calles, atascos y charcos, siempre habrá una ventana para abrir a los sentidos, y sentir.
Abrazos
Pedro, has hecho una buena lectura, así es, el malestar cotidiano peleándose con nuestros deseos de libertad.
Arte Pun, la lluvia tiene su parte positiva, el olor, el frescor, ese pelín de melancolía agradable. De verdad que aquel día hubiera deseado quedarme toda la mañana respirando lluvia, qué sensación de libertad.
Me gusta ese desayunar que nos ocurre en las ciudades, aplaudo el doble uso de la palabra "copa". Si hubiese sido suficiente para pasar el día ebrio, sí que podías haber usado ese título que propones, pero no es lo suficientemente alargada.
Tienes razón Ximens, no hay copas de ciprés tan largas como para emborracharse lo suficiente. abrazos
Publicar un comentario