Se dirige a la jaula de los leones para demostrarle cuánto se equivoca:
el circo no es siempre lo mismo. Le recibe un rugido desganado del macho; la
leona yace medio dormida, perezosa. Abre la jaula. Ruge más fuerte y le muestra
los dientes, la leona se levanta. Mira al león fijamente a los ojos.
—Sin látigo —dice arrojándolo lejos.
Marta trata de detenerlo:
—¡Ya hemos quitado la red, tengo a los trapecistas en la ambulancia!
¿Es que piensas cargarte también al domador?
—No —contesta su hermano mientras con su mano derecha toma al león, con
la izquierda a la leona, los guía esquivando al domador —. Ahora les toca a los
espectadores.
* * *
Este ha sido mi último microrrelato para el concurso Rec, relatos en cadena. Y a continuación os dejo el breve de mi marido, Pedro Rovira:
No es tan fiero el león…
Se dirige a la jaula de los leones para demostrarle cuánto se equivoca.
Comprobado: los leones no son vegetarianos.
Digo yo, el del segundo era espectador voluntario o algo así.
ResponderEliminarEsta vez fue... demasiado circo para mi, quería salir de ahí y no pudo ser.
Festivos momentos gore. Grandes relatos para un corto de cine.
ResponderEliminarLuisa, el segundo fue una broma a la hora de la cena...
ResponderEliminarCarlos, sí, parece una secuencia de cine. Juegos de niños, macabros y gores.
gracias a los dos, abrazos gordos