- No hay que tener miedo porque el miedo genera más miedo y cada vez más miedo y más miedo…
Su madre le miró con los ojos arrasados en lágrimas. Él la abrazó y sintió la fragilidad de su pequeño cuerpo mientras le decía:
- No te preocupes, yo acabaré con él.
- No, tú no puedes enfrentarte a él – sollozó la madre temblando en sus brazos.
- Es cierto, solo tú puedes hacerlo– le contestó -. Dame la mano y abandónalo de una vez.
Su madre le miró con los ojos arrasados en lágrimas. Él la abrazó y sintió la fragilidad de su pequeño cuerpo mientras le decía:
- No te preocupes, yo acabaré con él.
- No, tú no puedes enfrentarte a él – sollozó la madre temblando en sus brazos.
- Es cierto, solo tú puedes hacerlo– le contestó -. Dame la mano y abandónalo de una vez.
Ella se aferró a su mano y rozó por unos instantes la libertad.
Muy bueno, me gusta mucho.
ResponderEliminarBesos.
En la infancia, todo se ve tan lógico, y tan fácil...
ResponderEliminarQue difícil es superar el miedo cuando tienes que convivir con él, cuando lo tienes tan cerca, cuando sabes que solo tú puedes derrotarlo.
ResponderEliminarY con que poco, un abrazo, unas palabras, una caricia… podemos, a veces, ayudar a vencerlo. Muy bonito.
Torcuato, estuve dudando de enviarlo al concurso del microrrelatista...
ResponderEliminarMA, el personaje no es un niño, es un hijo mayor que trata de proteger a su madre. Quizá debí explicarlo más.
Javier, lo más hermoso es ayudar a vencer el miedo. Pero es muy difícil.