Había una vez una flor que rugía a las mariposas. De su corola caían los pétalos anaranjados como una larga melena de terciopelo, los pistilos largos eran afilados colmillos. De su tallo salían cuatro hojas, emparejadas dos a dos, que terminaban en afiladas espinas, esas eran sus garras. Se trataba de una flor-león, lo único que la diferenciaba de un león de verdad era que no podía moverse del sitio. Por eso las mariposas-cebras y las moscas-gacelas revoloteaban a su alrededor sin miedo, a pesar de los rugidos. Solo tenían que tener cuidado cuando soplaba el viento, pues impulsada por una ráfaga podía alcanzarles con algún zarpazo.
Hola Puri, muy bonito este minicuento. Me encantan las figuras tan imaginativas que creas: las mariposas-cebras y moscas-gacelas. Abrazotesss!
ResponderEliminarpobre flor leon, solo hay una cosa más grande que el amor a la libertad, el odio a quein te la quita;)
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