domingo, 29 de noviembre de 2015

La ladrona de sueños




©Alyssa Monks


Esta mañana el sol entra por la ventana sin cortinas de la habitación del hotel y araña mis ojos hasta que consigue subir mis parpados. Tú duermes boca abajo y el sol no parece suponerte un impedimento para dormir, todavía estás más a gusto en ese barco que navega entre sábanas espumosas y caldeadas por sus rayos. Enseguida me levanto, no aguanto tumbada en cuanto me despierto, y me acomodo en la butaca frente a la cama. Me fumo un cigarrillo mientras te contemplo. La espalda desnuda y aferrado a la almohada como si fuera tu amante. Es gracioso, anoche me jurabas amor eterno, y acabábamos de conocernos, y ahora ya te vas con esa. Te veo ahí, dormido e indefenso. Tan inocente como un niño. Como los otros. El sueño os iguala a todos. Me aparta de vosotros. No me dejáis entrar en ese íntimo espacio. Y estas sábanas tan blancas de los hoteles, que me sacan de quicio. ¿Qué pretenden, parecer las nubes donde flotan vuestros sueños? ¿Por qué nunca os despertáis antes que yo y apagáis esta soledad inmensa con un beso largo y profundo? ¿Qué esperáis para abrazarme? Pero ya es tarde. Ya tengo en mis manos el bisturí de diseccionar sueños. Y en las sábanas teñidas de rojo, encuentro el olor y el sabor de tu sueño.


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Un relato para el viernes creativo de el bic naranja, sobre un cuadro de Alyssa Monks

miércoles, 25 de noviembre de 2015

El zapato rojo






El zapato rojo se desangró en el patio del instituto. Se convirtió en un zapato de cristal que exhaló su último brillo nadando en su propia sangre. Al verlo, las chicas decidieron que era mejor calzarse botas y pisar fuerte, en vez de buscar príncipes.

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25 de Noviembre. Todos unidos contra la violencia de género

domingo, 8 de noviembre de 2015

Justicia bajo los estorninos


Dicho sea entre nosotros ese asunto habría que haberlo liquidado de una forma más precisa, con la puntería certera de un franco tirador desde la azotea, o con una cerbatana cuyos dardos envenenados fueran soplados directamente hacia su nuca. Pero ninguno éramos capaces de matar una mosca y contratar un matón habría quedado para siempre en nuestras conciencias. Teníamos que salvarla de sus garras y confiamos en la justicia, pero la denuncia después de una paliza no sirvió de nada; el juez lo absolvió, la orden de alejamiento fue levantada y el círculo se cerró alrededor de ella dejándola sin protección. Hoy un manto de estorninos voltea en el cielo, silbando sobre su tumba. Él finge llorar, sus sollozos se clavan como cristales en mis manos, es el dolor lo que me empuja: me acerco por la espalda y le asesto tres puñaladas con la inocente navaja de mis bocadillos. La venganza me trae una paz alucinada, al sentir su sangre entre mis dedos.

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Después del 7 de noviembre unidos contra la violencia de genero, un relato sobre el tema, con el que participé en el concurso Getafe negro.